Biden deja al descubierto la división de la OTAN por la agresión de Rusia contra Ucrania
La ministra de Relaciones Exteriores alemana, Annalena Baerbock, inaugurando una reunión con el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, en Berlín. Foto: Kay Nietfeld/AFP/Getty Images

Joe Biden confirmó en su conferencia de prensa del miércoles lo que desde hace semanas era evidente: que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) sigue dividida sobre cómo responder a la agresión de Rusia contra Ucrania.

El hecho de que admitiera que existe una división se vio eclipsado por su comentario de que se trataría de forma diferente una incursión menor que una invasión a gran escala. La Casa Blanca aclaró posteriormente que una incursión menor significaba ciberataques, en contraposición a un desplazamiento de tropas rusas en territorio soberano de Ucrania.

Nada de esto tiene carácter académico, ya que Biden dijo que pensaba que Vladimir Putin se arriesgaría a una invasión, independientemente de lo mucho que la OTAN intentara cambiar el cálculo del presidente ruso mediante amenazas.

La principal tensión respecto a la respuesta correcta existe entre Estados Unidos y Alemania, motivo por el cual el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, visitó Berlín el jueves antes de una reunión con funcionarios rusos en Ginebra.

Se pueden manejar algunas de las diferencias. Ninguna de las dos partes principales de la coalición alemana está dispuesta a venderle armas a Ucrania, argumentando que se trata de una política alemana tradicional, basada en su experiencia bélica, de no enviar armas a una zona de conflicto. El actual vicecanciller, Robert Habeck, provocó un revuelo el año pasado cuando sugirió, en contra de esa política, que la alianza de los Verdes podría facilitar armas defensivas, pero se retractó rápidamente. En cambio, Estados Unidos, Reino Unido y Turquía sí suministran armas.

Los críticos señalan que la moral subyacente que guía el enfoque de Alemania sobre las exportaciones de armas es poco transparente. De acuerdo con las cifras del gobierno publicadas el lunes, las ventas a Egipto elevaron las exportaciones de armas de Alemania a niveles récord en 2021. Las cifras preliminares del Ministerio Federal de Economía y Protección del Clima mostraron que Alemania exportó armas valoradas en 9 mil 350 millones de euros (10 mil 650 millones de dólares) el año pasado, 61% más que en 2020. Esto plantea la cuestión de por qué es aceptable vender armas a un régimen represivo, como Egipto, pero no a un país que quiere evitar la represión, como Ucrania.

Respecto a la cuestión de la dependencia energética, las tensiones son más profundas. El compromiso que alcanzaron el verano pasado Estados Unidos y Angela Merkel, reafirmado esta semana por su sucesor como canciller, Olaf Scholz, implica que el gasoducto Nord Stream 2, construido para llevar gas de Rusia a Alemania, se verá afectado en caso de que se produzca una invasión.

Ante la ausencia de una invasión, los Verdes y los socialdemócratas (SPD) por el momento dejaron de lado sus diferencias mientras esperan conocer si el gasoducto recibirá la aprobación reglamentaria en Alemania y en la Unión Europea. El SPD desea que se lleve a cabo y los Verdes no, sin embargo, es posible que la postura alemana –no solo en el SDP, cuna de la tregua– esté cambiando. Una carta de más de 73 expertos en seguridad de Europa del Este publicada en el periódico Die Zeit insta a Alemania a poner fin a su política de tres décadas de permanecer impasible ante la agresión rusa.

Únicamente en consideración a Alemania, Biden trabajó arduamente con los senadores demócratas para evitar que apoyaran las sanciones en este momento, no obstante, el tema sigue vigente en la política estadounidense, y la paciencia de los republicanos respecto a Alemania es escasa. Por otra parte, surgió un debate sobre si es posible desligar a Rusia del SWIFT, el sistema internacional de pagos.

Parte de esto constituye una disputa técnica sobre la legalidad y la eficacia de la medida, y no todas las opiniones apuntan en la misma dirección. Katarina Barley, vicepresidenta del Parlamento Europeo y miembro de los socialdemócratas alemanes, por ejemplo, es una partidaria de la medida.

Sin embargo, el hecho de que la Unión Europea no desee reunirse formalmente para discutir las sanciones de antemano sugiere que quiere evitar una disputa.

Los riesgos que conlleva la fractura trascienden las sanciones individuales y se extienden al principio más amplio de hasta qué punto la Unión Europea debe aplicar una política independiente con respecto a Rusia.

No cabe duda de que los estadounidenses han realizado arduos esfuerzos para involucrar a las capitales europeas. No obstante, el miércoles el presidente francés, Emmanuel Macron, nuevamente planteó el principio de no solo contar con una política de seguridad independiente de la Unión Europea, sino explícitamente con una política europea independiente respecto a Rusia, cuestión que ya había propuesto anteriormente, con escasa repercusión en Moscú.

Su propuesta cegó a la Comisión Europea y provocó frenéticas peticiones de tranquilidad a los estadounidenses.
Se trata de un refrán francés conocido, pero si Estados Unidos lo encuentra desalentador, debería analizar la sabiduría de actuar a espaldas de Francia para firmar el acuerdo Aukus sobre los submarinos nucleares para enfrentarse a China en septiembre, dejando a Francia humillada. En la diplomacia, es necesario ganarse la lealtad, no solo exigirla.

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