¡SuperBigote! Parece un trabajo para el superhéroe socialista de Venezuela
SuperBigote, el superhéroe político venezolano que tiene más de un parecido con el presidente Nicolás Maduro. Foto: YouTube

¿Es un pájaro? ¿Es un avión? No, se trata de una campaña de propaganda venezolana diseñada para realzar los méritos como autócrata de Nicolás Maduro con la ayuda de un defensor con capa llamado SuperBigote.

El fornido superhéroe de caricatura –que tiene un inconfundible parecido con el presidente autoritario de Venezuela– recibió elogios o burlas, dependiendo del lado de la amarga división política del país en que se sitúen los espectadores.

Los políticos a favor de Maduro elogiaron al “indestructible” fortachón, que aparece en la televisión estatal utilizando su superpoder –un puño izquierdo de acero– para proteger a su patria socialista de un villano similar a Donald Trump.

¡Es fantástico! ¡No se lo pierdan!“, tuiteó el viceministro de Comercio, Luis Villegas Ramírez, después del último episodio, en el que SuperBigote intentó enviar vacunas cubanas, rusas y chinas contra el Covid-19 a los ciudadanos venezolanos, solo para que Estados Unidos obstaculizara la entrega con la ayuda de los enemigos nacionales de Maduro.

“¡Los destruiremos por fin! ¡Sufrirán! ¡Llorarán! ¡Serán el epicentro mundial de la pandemia!“, alardea el vil imperialista en un español fuertemente marcado antes de que SuperBigote salve el día. “Nadie se mete con SuperBigote”, presumió el canal de televisión estatal VTV en Twitter.

Los enemigos de Maduro criticaron la serie, y los expertos condenaron lo que algunos llamaron un intento de construir un culto a la personalidad, o incluso un intento de control mental estilo Goebbels. Otros se preguntaron la razón por la que el supuestamente omnipotente SuperBigote no pudo proteger a su país de la catástrofe humanitaria.

Julio Borges, un destacado líder de la oposición, sugirió que “Superdestructor de Venezuela” sería un nombre más apropiado. “Maduro significa miseria y corrupción”, escribió Borges en un tuit acompañado de fotografías de venezolanos buscando comida.

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Foto: YouTube

Guillermo Zubillaga, especialista en Venezuela de la Americas Society/Consejo de las Américas, señaló que la caricatura, aparentemente frívola, tenía cierta lógica.

En su opinión, los asesores de prensa esperaban que SuperBigote resaltara la invencibilidad de un político que, contra todo pronóstico, superó una implacable campaña respaldada por Estados Unidos para derrocarlo.

Su superpoder es mantenerse en el poder“, dijo Zubillaga, refiriéndose al apoyo fundamental de China y Rusia, cuyo viceministro de Relaciones Exteriores, Sergei Ryabkov, se negó la semana pasada a descartar el envío de tropas a Venezuela en caso de que las tensiones con Estados Unidos siguieran aumentando.

El mensaje que intentan transmitir es que tienen el control absoluto“.

Maduro no es el primer autoritario que se convierte en un héroe de cómic.

En 2016, los propagandistas chinos realizaron una versión en caricatura de su líder, Xi Jinping, en la que el jefe del partido comunista jugaba Whac-a-Mole con funcionarios corruptos.

Un año después, Moscú celebró una exposición de arte llamada Super Putin, que incluyó esculturas y pinturas que celebraban el lado de superhéroe de Vladimir Putin. Una de ellas mostraba a Putin con un traje de Superman ceñido al cuerpo y con las iniciales SP escritas en el pecho.

El predecesor de Maduro, Hugo Chávez, recibió un homenaje póstumo en forma de caricatura en el que revolucionarios latinoamericanos como el Che Guevara y José Félix Ribas le daban la bienvenida en el cielo.

Zubillaga sospechó que los funcionarios responsables de la propaganda consideraron que SuperBigote era una distracción del tema mucho menos divertido del colapso de Venezuela. “Es tan ridículo que hace que la gente hable. Te distrae de la verdadera realidad de los 6 millones de personas que se encuentran en el extranjero, de las cifras de desnutrición, del hecho de que hay 250 presos políticos”.

“Creo que es eficaz. Yo no lo descartaría”, añadió. “Lo repites tanto… que la gente comienza a creerlo“.

Frank Dikötter, autor de un libro sobre los cultos a la personalidad del siglo XX, se mostró menos seguro. “El dilema del dictador consiste en que se debe mostrar cercano al pueblo pero, por otro lado, muy alejado de los acontecimientos, y sobre todo de su séquito, ya que cualquier persona lo podría apuñalar por la espalda en cualquier momento. Una caricatura parece socavar ligeramente esa percepción de distancia”, dijo el profesor de la Universidad de Hong Kong.

Dikötter comentó que durante mucho tiempo se ha utilizado el arte para señalar las cualidades extraordinarias e incluso sobrenaturales de dichos líderes: “Pero nada tan superficial como esto. No es muy digno, ¿verdad?”.

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