Con guardias en la puerta, la Universidad del Sur de California reanuda las fiestas de las fraternidades tras las denuncias de abusos
La mayoría de las fraternidades de la universidad tendrán permitido volver a celebrar fiestas en marzo de 2022. Foto: Reed Saxon/AP

El otoño pasado, la serie de denuncias de violencia sexual y consumo de drogas llevó a las autoridades de la Universidad del Sur de California a suspender todas las fiestas de las fraternidades. Ahora regresan las fiestas, pero con nuevas reglas.

Habrá guardias de seguridad en las escaleras y en las zonas públicas, los cursos de prevención de riesgos y de violencia sexual serán obligatorios para los miembros y los capítulos tendrán que realizar revisiones de cumplimiento antes y después de todas las reuniones cuando se reanuden en marzo, según indican los detalles descritos en un plan de acción esta semana.

Las nuevas políticas, elaboradas por un comité dirigido por una fraternidad que incluye a profesores, líderes del gobierno estudiantil y funcionarios de la universidad, surgieron después de que más de una docena de estudiantes reportaron confidencialmente a la universidad que les pusieron drogas en sus bebidas o que fueron agredidos sexualmente. Seis de las denuncias estaban relacionadas con la fraternidad Sigma Nu, la cual se comprometió a cooperar plenamente con las investigaciones en un comunicado emitido el pasado otoño a la vez que suspendió al presidente del capítulo de la fraternidad.

En las semanas siguientes estallaron las protestas de estudiantes y profesores que exigían responsabilidades, y las autoridades escolares prometieron que las aplicarían.

Sin embargo, a los defensores les preocupa que las nuevas políticas no sean suficientes para cambiar la cultura tóxica subyacente que ha persistido durante décadas. Algunos señalan que las soluciones de seguridad están más destinadas a aplacar las opiniones de los padres que a resolver los problemas fundamentales.

“Esta universidad tiene un historial de no ofrecer protección a sus estudiantes cuando se trata de agresiones sexuales“, dice Natalia Parraz, estudiante de último año de la Universidad del Sur de California (USC) y presidenta de una organización de feminismo interseccional dirigida por estudiantes llamada USC flow, que lideró las manifestaciones. Parraz considera que el plan es una “solución rápida a un problema muy sistémico” y expresó su frustración por el hecho de que en el plan no se incluyeron las recomendaciones de su grupo, entre ellas los debates dirigidos por la comunidad.

A Parraz le preocupa que la universidad le haya dado prioridad a las relaciones públicas en lugar de a la prevención. En el pasado, la USC contó con observadores de seguridad contratados para calmar los problemas de seguridad, y las fraternidades ya están obligadas a contar con guardias de seguridad durante los eventos. Entretanto, ya se imparten cursos sobre consentimiento y agresión sexual, aunque no son obligatorios, y “obviamente no están funcionando”, señala.

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La USC se opone a cerrar sus fraternidades, las cuales son una parte importante de la escena social de la escuela. Foto: Reed Saxon/AP

Durante mucho tiempo, los estudiantes de la USC se han encargado de transmitir las advertencias sobre los riesgos de asistir a las fiestas de las fraternidades. Se convirtió en un conocimiento común el hecho de no descuidar nunca una bebida y las asistentes a las fiestas solían utilizar el sistema de compañeros para asegurarse de que regresaran a casa sanas y salvas.

Un tercio de las estudiantes universitarias de la USC dijeron que fueron víctimas de agresiones sexuales, según una encuesta realizada en 2019 por la Asociación de Universidades Americanas. Se trata de una cifra más alta que el ya sorprendente promedio nacional de una de cada cuatro estudiantes femeninas y del 23% de los estudiantes universitarios transgénero, genderqueer o no binarios que supuestamente fueron agredidos sexualmente, según indican las estadísticas recopiladas por Rainn, una organización contra la violencia sexual.

Sin embargo, la universidad se opone a cerrar sus fraternidades, las cuales son una parte importante de la escena social de la escuela. Aproximadamente 4,000 estudiantes de la USC están afiliados a la vida griega y también se considera que las organizaciones son importantes por brindar oportunidades para la filantropía, el liderazgo y la creación de redes de postgrado.

“La comunidad griega desempeña un papel importante en el sentido de pertenencia de muchos de nuestros estudiantes”, escribió el grupo de trabajo del consejo Interfraternity Council en un comunicado en el que se detalló el plan, añadiendo que “es evidente que los entornos sociales dentro de la comunidad del IFC requieren una mayor atención respecto a la planificación de la seguridad y la prevención de riesgos”. El IFC, que actúa como órgano rector de las fraternidades en la universidad, no respondió a la solicitud realizada para conocer sus comentarios. Sin embargo, en un comunicado emitido anteriormente, el grupo expresó su repulsión por la “violencia que se produjo en nuestra comunidad” y dijo que estaba “profundamente arrepentido del trauma causado y del efecto en las víctimas y en la comunidad de la Universidad del Sur de California en general”.

La universidad suspendió provisionalmente a cuatro fraternidades del IFC y una quinta sigue bajo investigación, no obstante, las demás podrán reanudar sus actividades sociales el próximo mes si se determina que cumplen con las nuevas normas.

Laura Palumbo, vocera del Centro Nacional de Recursos sobre Violencia Sexual, una organización sin fines de lucro, indica que las instituciones se deben comprometer a cambiar la cultura y no solo las políticas.

“Con frecuencia, en el caso de las fraternidades se hace hincapié en la gestión de riesgos y en las cuestiones de seguridad, pero resulta igualmente importante pensar en cómo moldear positivamente el entorno para promover el respeto y los comportamientos saludables”, señala. “La prolongada cultura de las fraternidades o del campus que normaliza y desestima los abusos sexuales es algo que no se puede cambiar de la noche a la mañana”.

La USC afirma actuar a largo plazo.

“Las recomendaciones realizadas por el Grupo de Trabajo de Cultura, Prevención y Responsabilidad del IFC de la universidad son parte de un plan de acción preliminar”, indicó un vocero de la universidad en un comunicado dirigido a The Guardian, señalando que al final del semestre se emitirá un informe. “El enfoque del grupo ahora se centra en la exploración de estrategias a largo plazo para mejorar la cultura, aumentar las responsabilidades y tratar los desafíos sistémicos dentro de los capítulos del IFC”.

Parraz, la defensora de los estudiantes, comenta que espera que en el futuro tomen en cuenta e incluyan sus voces. “Estamos intentando ofrecer consejos sobre las medidas preventivas y no nos están escuchando realmente”, señala. “Lo triste es que esta conversación ocurre cada dos o cuatro años en el campus.

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