Los colombianos LGBT logran reconocimiento en una ciudad con un legado de abusos
Corey, Tito y Edgar caminan por las calles de El Carmen de Bolívar, Colombia.

En una ciudad montañosa cerca de la costa norte de Colombia, tres drag queens posan bajo el sol abrasador. Vestidas con extravagantes trajes de carnaval caribeño, pisan con cuidado cada paso en tacones para evitar los charcos. Los vecinos salen a tomar fotos y a animar.

Este espectáculo improvisado tiene un significado único en las calles de El Carmen de Bolívar, ya que representa el notable resurgimiento de una comunidad que en su momento fue brutalmente victimizada por grupos armados homofóbicos.

Durante casi 30 años, la ciudad y la región circundante de Montes de María fueron infames por la violencia perpetrada contra las personas LGBTQ+, atacadas en algún momento u otro durante la larga guerra civil del país por los paramilitares de derecha, guerrillas de izquierda, soldados del gobierno y la policía.

En la década de 1990, se crearon grupos paramilitares como respuesta al activismo de la izquierda y a la insurgencia registrada en toda Colombia. Se apoderaron de El Carmen de Bolívar, una ciudad geográficamente estratégica de aproximadamente 70 mil habitantes con antecedentes de activismo de izquierda, y reprimieron violentamente a las personas que consideraban partidarios de la guerrilla.

La gente no podía decir que era de El Carmen de Bolívar porque eso significaba que eran guerrilleros“, comenta Verónica, de 35 años.

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Verónica, una lesbiana de 35 años de El Carmen de Bolívar.

Muchos de los grupos armados de la región -que públicamente se aliaron con la élite conservadora del país- comenzaron a perseguir a la comunidad LGBTQ+. Aunque esta brutalidad era generalizada en Colombia, en El Carmen de Bolívar y la región circundante de Montes de María se hizo especialmente pública, incluyendo combates de boxeo forzados entre hombres homosexuales y mujeres transexuales.

Los actos de violencia sexual eran muy frecuentes y se aplicaban como castigo. Aquellos que se resistían corrían el riesgo de ser llevados en una camioneta conocida como la “lágrima final”, ya que nunca regresaban las personas que recogía.

Yirley Velazco -sobreviviente de una masacre paramilitar y líder social de la vecina localidad deEl Salado- recuerda que en 1999 un helicóptero lanzó folletos con una advertencia dirigida a las personas LGBTQ+: váyanse ya.

“Identificaron a personas que formaban parte de la comunidad LGBTI”, cuenta. “Decían que los iban a matar por ser homosexuales, que los iban a matar por no formar parte de la sociedad convencional”.

En El Carmen de Bolívar, La Pola, una mujer trans de 42 años, recibió folletos similares, en los que le decían que se fuera de la zona o la matarían. Los paramilitares tomaron su casa y la utilizaron como base.

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La Pola, una mujer trans de 42 años, recibió folletos de los paramilitares en los que le decían que se fuera.

Hoy, después de irse en dos ocasiones a la cercana Cartagena para protegerse de la violencia, La Pola regresó a El Carmen de Bolívar, donde trabaja como estilista. Agradece la posibilidad de poder hablar sobre lo que le ocurrió a la comunidad LGBTQ+ de El Carmen de Bolívar, y espera que sea ampliamente escuchada. “Tenemos que ser visibles”, dice.

A pesar de la constante inseguridad provocada por grupos de narcotraficantes como el Clan del Golfo, las personas LGBTQ+ que viven en El Carmen de Bolívar comentan que actualmente se sienten más seguras que nunca.

Corey, un homosexual de 46 años, cuenta que ha experimentado un gran cambio con el paso de los años.

“Me siento muy feliz porque podemos salir sin problemas. Antes nos daba miedo salir, y si los grupos armados nos encontraban en la calle a medianoche, nos podían llevar, torturar o enviar a casa”. Cuenta que tiene amigos LGBTQ+ que “huyeron de El Carmen de Bolívar por miedo”.

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Corey, un hombre homosexual de 46 años, comenta que ahora se siente mucho más seguro, pero que tiene muchos amigos que se fueron por miedo a los abusos por parte de los grupos armados.

“Somos conscientes de que los grupos armados están regresando al territorio, pero en este momento no ha habido ninguna amenaza directa contra la comunidad LGBT”, comenta Tito, de 30 años.

Esta nueva percepción de seguridad y aceptación proviene en parte de una campaña de Caribe Afirmativo, una organización que dirige un centro comunitario en la ciudad. Entre sus servicios se incluyen un comedor social y formación laboral, así como una campaña de divulgación para fomentar la comprensión de la población LGBTQ+.

El Dr. Wilson Castañeda Castro, director de Caribe Afirmativo, señala que, además de la defensa, la formación y la investigación, el grupo proporciona espacios seguros para las personas LGBTQ+ en los “territorios periféricos”, zonas que reciben poca atención por parte del gobierno.
Nawar, una mujer trans de 26 años, se siente agradecida con Caribe Afirmativo, ya que dice que la organización le enseñó “a defender los derechos humanos de la población LGBT”.

“Una de las cosas que me hace feliz en El Carmen de Bolívar es que han escuchado mi trabajo de defensa, que hemos logrado avances y que hemos cambiado la sociedad”, dice.

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Nawar, una mujer trans de 26 años, camina por El Carmen de Bolívar. Comenta que su trabajo como activista en la ciudad ha obtenido una respuesta positiva.

Castañeda advierte que esta sensación de seguridad en El Carmen de Bolívar es frágil, debido a la creciente violencia en las regiones colombianas asoladas por la guerra. Advierte que la creciente visibilidad de las personas LGBTQ+ en la política nacional puede reforzar la discriminación, ya que se avivan las llamas de la homofobia para obtener beneficios políticos.

Los habitantes de El Carmen de Bolívar todavía se enfrentan con frecuencia a la discriminación laboral a causa de su identidad sexual o de género, aunque dicen que valoran la seguridad actual como un momento para prosperar.

Tras años de abusos y amenazas, Tito, de 30 años, dirige un grupo de danza folclórica que cuenta con muchos participantes LGBTQ+ y que se ha presentado en toda Colombia.

“Me da mucha alegría ver cómo hemos sido capaces de lograr tanto en un lugar en el que la gente pensaba que era imposible”, dice.

En uno de los avances más drásticos del pasado, la comunidad LGBTQ+ colabora activamente con la policía de la ciudad y ha desarrollado un programa de capacitación y sensibilización para los oficiales.

En 2020, el gobierno nacional colombiano reconoció formalmente el daño colectivo que sufrió la comunidad LGBTQ+ de El Carmen de Bolívar como consecuencia del conflicto, siendo la tercera comunidad del país en recibir este reconocimiento. El fallo representa un apoyo a los esfuerzos de la región para documentar la historia de la comunidad.

“Este reconocimiento es una posibilidad de promover una reparación transformadora, para los individuos y el colectivo”, señala Castañeda, “que puede sanar viejas heridas y proponer una nueva realidad alternativa y con creta para proteger los derechos humanos en su vida diaria”.
Se cambiaron algunos nombres.

Las siguientes organizaciones ofrecen apoyo a cualquier persona afectada por problemas de abuso sexual. En México Adivac: 5682 7969 y 5547 8639.
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