‘Una mezcla entre Tiger King y Ace Ventura’: la salvaje historia real del mayor robo de insectos del mundo
El Philadelphia Insectarium & Butterfly Pavilion tras el robo. Foto: Cortesía de IMDb TV

Una habitación repleta de miles de insectos gigantes y exóticos puede sonar como tu peor pesadilla (o como una de las pruebas Bushtucker de Ant y Dec en I’m a Celebrity). También es el punto de partida de Bug Out, la última y extraña serie documental de crímenes reales, que gira en torno al primer zoológico de insectos de Estados Unidos, el Philadelphia Insectarium & Butterfly Pavilion. Prepárate para un misterio con más giros que una colonia de gusanos.

El programa se centra en el momento en que, en agosto de 2018, el jefe del museo, el Dr. John Cambridge, llegó al trabajo y se quedó sorprendido al darse cuenta de que su habitación, que debería estar llena de bichos, de pronto estaba vacía. Los tanques de cristal estaban volteados, los estantes vacíos y los exhibidores limpios. Habían robado miles de insectos vivos, cuyo valor se calcula en 50 mil dólares. Fue el mayor robo de insectos de la historia.

Muchos de los animales desaparecidos eran poco comunes, grandes o potencialmente mortales; en algunos casos, las tres cosas. El botín de los ladrones incluía escorpiones, tarántulas, cucarachas rinoceronte y una araña arenera de seis ojos. Esta araña es uno de los arácnidos más venenosos del mundo, cuya picadura es similar a la de una serpiente de cascabel. No se conoce ningún antídoto.

El aspirante a director Ben Feldman -que no debe ser confundido con su actor homónimo, alias Jonah de Superstore (“Uno de mis entrevistados se sintió muy decepcionado”, ríe)- trabajaba como abogado en Filadelfia, su ciudad natal, cuando se dio a conocer la noticia del atraco. Su valor como historia que podría filmar le hizo prestar atención.

Ve el tráiler de Bug Out.

“Había escuchado sobre el museo”, dice el hombre de 37 años a través de una videollamada. “Muchas excursiones escolares van ahí. Lo creó un ex policía llamado Steve Kanya. En 1975, tenía una empresa de control de plagas llamada Bug Off. Como truco publicitario, colocaba su ‘captura del día’ en el escaparate, una enorme cucaracha, una colonia de termitas o lo que fuera.

Se dio cuenta de que los carros se detenían a verla y pensó: ‘Eh, aquí hay algo‘. Eso se convirtió en el primer museo de insectos del país”.

Cuando Feldman se enteró del robo, contactó a Cambridge. “Inmediatamente dijo: ‘Hay mucha más información en esta historia’. Así que seguí tanteando el terreno. Pensé que era solo un titular de clickbait. Nunca esperé una aventura tan loca“.

El caso se convirtió en noticia nacional hasta el punto de que Jimmy Kimmel y Amy Poehler bromearon sobre el tema en la televisión nocturna. El FBI habilitó una línea directa para recibir avisos. El museo recibió miles de dólares en donaciones de parte de ciudadanos simpatizantes.

Durante el proceso de investigación de este singular robo, la policía de Filadelfia levantó la roca para encontrar una sombría subcultura de cazadores furtivos de insectos, coleccionistas obsesivos y contrabandistas ilegales. Pronto dedujeron que, al igual que la mitad de los robos en centros de trabajo, probablemente se trataba de un trabajo interno. Pero, ¿quién de los excéntricos empleados del museo fue el responsable? ¿Y dónde estaban los 7 mil bichos?

Entre las personas que están bajo la lupa se encuentra Kanya, que afirmó que Cambridge lo había estafado respecto a su propiedad. El documental también revela que el experto en entomología del museo, Wlodek Lapkiewicz, tenía una lucrativa actividad adicional de comercio de especies ilegales por correo. Otro empleado, Michael Kinzler, tenía antecedentes penales que incluían el robo a un empleador. Chris Tomasetto y Alison Mumper, una dulce pareja cubierta de tatuajes de insectos, también eran sospechosos de haber liderado un motín del personal.

Su colega Kelvin Wiley fue muy conocido en las redes sociales por dejar que los insectos se arrastraran por su cara, y renunció a su trabajo inmediatamente después del atraco. En una escena, Wiley simplemente abre la boca y sale una enorme y peluda tarántula de ella. Es uno de los muchos momentos de “¿WTF?” de Bug Out. “Se oyó un grito ahogado procedente del equipo de cámara”, comenta Feldman. “Le enseñé ese episodio a un amigo la semana pasada y, en cuanto salió la araña, dijo: ‘Esto va a ser un éxito’. Le dio mucho asco”. Otra escena memorable muestra a un empleado en pánico que saca un caracol africano gigante -ilegal en Estados Unidos- con un estilo espeluznante. “Es del tamaño de un perro”, dice Feldman. “Como algo sacado de Star Wars”.

Cambridge, por su parte, posee un delicioso lenguaje. Describe a un excompañero como “un tremendo idiota humano” y a otro como “un enorme saco de idiotas”.

La saga, llena de sorpresas, incluye amenazas de muerte, malversación de fondos y crimen organizado. Feldman sigue el rastro del dinero desde los traficantes de bichos de Australia hasta los cárteles criminales de México. Aparece una redada policial frustrada. Milpiés gigantes y escorpiones venenosos, enviados ilegalmente desde África por correo, se escapan dentro de una camioneta de correos. En un momento determinado, un agente federal -el excelentemente llamado Ed Newcomer- atrapa al contrabandista de mariposas más buscado del mundo, el notoriamente escurridizo Yoshi Kojima, en una trampa de miel, a pesar de que Newcomer es heterosexual y está casado.

Se necesitaron tres años para filmar Bug Out, lo que llevó a Feldman a dejar su carrera jurídica para convertirse en cineasta de tiempo completo. Como si se tratara de una excéntrica historia policíaca, desenreda una telaraña de mentiras y expone amargas disputas detrás de escenas de un museo aparentemente íntegro. Feldman relata esta extraordinaria historia en cuatro episodios de 35 minutos que resultan increíbles y que claramente te pueden enganchar.

Bug Out prolonga la tendencia de dejar de lado los documentales de crímenes “asesinos” para centrarse en las historias basadas en estafas, ya sean fraudes de citas en línea (The Tinder Swindler, Sweet Bobby) o fraudes de identidad (Inventing Anna, The Puppet Master). Son igual de atractivas y voyeuristas así como reveladoras respecto a la naturaleza humana, pero sin caer en lo desagradable. “Este no es el tipo de crimen real basado en un asesinato que todos hemos visto cientos de veces“, coincide Feldman. “Yo pondría a Bug Out en su propia categoría. Es una mezcla entre Tiger King y Ace Ventura”.

La historia tiene varios remates similares a los de un escorpión en su cola, y Feldman cree que todavía no ha salido a la luz todo el alcance del escándalo: “Creo que aún queda más por descubrir“. No hay spoilers, pero el episodio clímax incluye una vertiginosa maniobra y un par de enfrentamientos muy tensos. “Definitivamente existía cierta atmósfera durante esas conversaciones”, comenta. “Ahí es donde mi formación jurídica resultó útil”.

Bug Out se encontrará en IMDb TV, el servicio de streaming gratuito de Amazon, a partir del 4 de marzo.

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