Y el ganador no es… en qué se equivocaron las nominaciones a los premios de la Academia
‘Una alucinación prog-rock’: Dev Patel y Alicia Vikander en El caballero verde. Foto: A24/Eric Zachanowich/Allstar

El caballero verde

¿Cómo es posible que El caballero verde no haya sido nominada a ningún Oscar? Este drama visionario, dirigido por David Lowery, está protagonizado por Dev Patel y Alicia Vikander y, a propósito, está coproducido por la dolorosamente empresa de moda A24, actualmente la favorita del Hollywood independiente. Se trata de una extraña película de horror folclórico, o una alucinación prog-rock, basada en el poema caballeresco del siglo XIV Sir Gawain y el Caballero Verde.

Dev Patel es Gawain, desafiado por el misterioso Caballero Verde a un siniestro juego. A Gawain se le permite intentar alcanzar la cabeza del caballero con su espada, en el entendimiento de que dentro de un año el caballero puede hacer lo mismo con él. Gawain corta la cabeza del caballero, y esta figura sobrenatural simplemente recoge la cabeza –que le recuerda a Gawain que debe buscarlo el próximo año para la revancha– y se marcha. La búsqueda resultante es tan perturbadora y hermosa como nada que haya visto en el cine en los últimos 12 meses. ¿Por qué la Academia no pudo ver esto? Peter Bradshaw

Zola

La academia suele volverse loca por una película de amigos interraciales que implique un montón de viajes en carro, véase las ganadoras a mejor película Driving Miss Daisy (1990) y Green Book (2019). Sin embargo, de alguna manera, la escandalosamente entretenida road movie de Janicza Bravo sobre una bailarina de pole dance de medio tiempo (Taylour Paige) y su burdamente carismática nueva amiga (Riley Keough) fue ignorada.

La principal diferencia entre estas películas premiadas y Zola es que Zola en realidad es buena. No trafica con fantasías trilladas de reconciliación racial y las interpretaciones son uniformemente excelentes, ¡Colman Domingo! ¡El primo Greg de Succession! Lo mejor de todo es que la ágil dirección de Bravo traduce con éxito un drama a escala telefónica en Twitter en una abundante odisea en la gran pantalla. Se trata de una tarea urgente para el cine contemporáneo, que prácticamente no han intentado los “autores” más afamados de Hollywood. Zola merece nominaciones a todo, desde el mejor acento malo hasta el mejor twerking. Pero no tiene ninguna. Prueba, una vez más, de que la academia no tiene gusto. Ellen E. Jones

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Red Rocket

Si tuviéramos que elegir una película que realmente resumiera estos tiempos locos, nos costaría mucho con los nominados de este año, ya que la mayoría están ambientadas en el pasado o en 20 mil años en el futuro. Solo por este motivo, Red Rocket se merece una mención. Habla muy acertadamente de Estados Unidos de la actualidad sin ser obvia, grandilocuente, con sermones, lacrimógena, sin alegría o tonta, lo cual probablemente explica por qué no recibió el apoyo de los Oscar.

Su protagonista es la personificación de la masculinidad en crisis: una estrella de pornografía arruinada cuya impotencia económica y sexual están inextricablemente relacionadas. Simon Rex lo interpreta con una brillantez maníaca (digna de un Oscar), y al igual que en las anteriores películas del director Sean Baker (Tangerine, The Florida Project), Red Rocket llega a lugares a los que Hollywood no llega: esta vez a una ciudad con una refinería de Texas al final del camino. Podríamos llamarlo realismo –Baker utiliza locaciones disponibles y no actores– pero la pantalla estalla en colores chillones, y la historia es tan graciosa como sombría. Steve Rose

7 prisioneros

No fue una sorpresa que el eléctrico thriller social brasileño 7 Prisioneros se perdiera en los Oscar. No es que la película no sea un éxito (lo es) o que no haya impresionado en los festivales (lo hizo). Sin embargo, de alguna manera, el cargado relato de Alexandre Moratto sobre la esclavitud moderna y las hogueras morales se desvaneció entre las grietas casi tan pronto como apareció en Netflix. Cuando la menciono a mis amigos, recibo miradas vacías; a veces me pregunto si lo inventé todo.

La película es una matrioshka, dos películas en una: la primera robusta, la segunda extraordinaria. Cada una de ellas comienza como una historia de tráfico de personas, tres adolescentes rurales que trabajan sin remuneración en un deshuesadero de São Paulo que los mantiene encerrados bajo llave. Uno se prepara para el más crudo realismo. La historia tiene eso a raudales. Pero luego también entran en juego ambigüedades insidiosas, más preguntas incómodas que simplemente lo indignados que nos sentimos. La complicidad está presente en todas partes; el foco de atención se centra en cómo las propias películas manipulan a quién apoyamos y por qué. Dicho así, el exilio de los Oscar resulta obvio. Ellos se lo pierden. Danny Leigh

Passing

El delicado y devastador debut como directora de Rebecca Hall pudo haber sido nominado por la nacarada fotografía en blanco y negro de Eduard Grau, que le otorga a la película una perspectiva hermosa y a la vez clandestina, todo vaivén de dobladillos, cortinas agitadas y alas bajas de sombreros. Podría haber aparecido en la categoría de guion adaptado, con la propia Hall negociando con destreza el campo minado del libro de Nella Larsen de 1929, en el que está basado.

Tessa Thompson habría sido una poderosa y discreta elección como mejor actriz y André Holland podría haber levantado un irregular campo de actores de reparto. Pero lo que realmente duele es la ausencia de Ruth Negga en la categoría de actriz de reparto: la suya es una interpretación fascinante que deslumbra y a la vez muestra los estragos que el mantener una fachada deslumbrante puede causar en un corazón frágil.

Hemos llegado muy lejos cuando en el mismo año tenemos Passing y la magnífica triplemente nominada La hija oscura, de Maggie Gyllenhaal, dos excepcionales debuts femeninos de actrices convertidas en guionistas y directoras. Pero demuestra lo mucho que nos queda por recorrer si no podemos encontrar espacio para nominar a ambas. Jessica Kiang

Memoria

La victoria de Parásitos en los Oscar tuvo el gracioso efecto de invalidar de un solo golpe muchas de las elecciones de la Academia: “¿Quieres decir que en lugar de la tediosa basura americana que es nominada cada año podrían haber incluido buen material extranjero?” Por supuesto, sería una locura suponer que una obra de arte como Memoria, de Apichatpong Weerasethakul, podría competir con Belfast o con el extenso hilo de Twitter que es No miren arriba, sin embargo, el mejor cineasta vivo del mundo ofreció algo realmente hermoso este año con su primera película fuera de su Tailandia natal.

Con Tilda Swinton (una digna candidata a mejor actriz) sublimando su poder de estrella en la historia de Weerasethakul de una mujer perseguida por extraños ruidos, el director crea de alguna manera escenas milagrosas de soledad y trauma aparentemente de la nada. En una época que está constantemente en movimiento, Weerasethakul se toma el tiempo de ver, oír y sentir, con composiciones exquisitas y un diseño de sonido complicado que ayuda a crear una experiencia cinematográfica realmente envolvente. Caspar Salmon

Jackass Forever

Hay algunas buenas películas nominadas a mejor película este año, pero no estoy segura de que ninguna de ellas haga algo que no hayamos visto antes. Jackass Forever es una verdadera originalidad. Sé que puede parecer extraño hacer grandes afirmaciones de originalidad para el cuarto largometraje de una franquicia de comedia de acrobacias asquerosa, divertida y escatológica.

Pero el líder de Jackass, Johnny Knoxville, ya tiene 51 años. Cuando es derribado por un toro que lo embiste, el resultado es una escena reveladora sobre la mortalidad. Jackass solía tratar sobre la invulnerabilidad engreída de la juventud, sobre un grupo de tipos a los que no les importaba nada si se lesionaban, siempre y cuando tuvieran la oportunidad. Era como si nadie creyera que realmente podían salir heridos, sin importar cuántos golpes y moretones y fracturas sufrieran. Esta vez, lo saben. Pero están ahí afuera de todos modos, sufriendo valientemente por su arte, iluminando el camino para la próxima generación de Jackass y conectando con el público. Si ese no es el tipo de película que los Oscar deberían apoyar, no sé qué puede serlo. Catherine Bray

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