Todo mal con el Oscar
HÍBRIDO

Como crítico de cine y música tiene más de 30 años en medios. Ha colaborado en Cine Premiere, Rolling Stone, Rock 101, Chilango, Time Out, Quién, Dónde Ir, El Heraldo de México, Reforma y Televisa. Titular del programa Lo Más por Imagen Radio. X: @carloscelis_

Todo mal con el Oscar
Foto: The Oscars Experience / Academy Museum

Después de un largo camino hacia la entrega del Oscar, que durante varios meses se convirtió en una encarnizada competencia entre The Power of the Dog, de Jane Campion, y West Side Story, de Steven Spielberg, al menos a decir de los fans de Spielberg que atacaron a Campion sin cesar y se plantaron en Twitter cual campamento machista, ahora algunos especialistas en Hollywood han dado un vuelco a estas predicciones, inclinándose por películas como CODA y Belfast.

Es notoria la falta de títulos relevantes producidos en Estados Unidos este año, por lo que hoy, uno de los discursos más escuchados dentro de la industria –bastante forzado y oportunista, cabe señalar– es que todas las películas de Hollywood también son películas internacionales pues involucran a creativos de todo el mundo. Con esto, la Academia pretende dar vuelta de hoja a todos los cuestionamientos sobre diversidad y universalidad. 

Pero antes de que se revele a los y las ganadoras conviene revisar el saldo que esta entrega dejará en términos de inclusión y hasta perspectiva de género, pues hubo un notable retroceso con respecto a ceremonias anteriores. Las mujeres siguen abriéndose camino en diversas categorías pero aún batallan en las categorías principales. Y aunque actrices y actores de diferentes etnias siguen siendo nominados, da la impresión de que la Academia va ajustando su cuota según lo que dicte la agenda de derechos humanos de cada año.

En 2022, por ejemplo, optaron por dar mayor representación a las personas con discapacidad, honrando a una producción como CODA con tres nominaciones, incluida la de Mejor película, elevándola así dentro de la conversación aunque muchos críticos concuerdan en que, cinematográficamente, los méritos de esta película son pocos.

Por su parte, el actor sordo Troy Kotsur recibió una merecida nominación como Actor de reparto, siendo apenas el segundo actor sordo en ser nominado (y seguramente el segundo en convertirse en ganador). Sin embargo, es casi una vergüenza descubrir que su coprotagonista en CODA, Marlee Matlin, fue esa primera actriz sorda en ser nominada y haber ganado hace ya 35 años.

Actrices y actores de origen asiático no figuran este año en ninguna de las cuatro categorías de actuación y tampoco histriones de origen latinoamericano; tal vez Ariana DeBose, que va representando a negros y latinos por igual, y si es que acaso alguien todavía considera a Penélope Cruz y Javier Bardem como “latinos” después de las polémicas declaraciones de Bardem, quien dijo sentirse discriminado como español.

La situación no mejora para las mujeres en la categoría de Dirección, donde la única mujer nominada este año es Jane Campion, a quien los medios de comunicación ya le han colgado la “medallita” de ser la primera mujer nominada dos veces para mejor dirección, como si esto no fuera otra muestra del rezago dentro de la industria, pues en 94 años de existencia de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas solo siete mujeres han sido nominadas como directoras y solamente dos han ganado. En este contexto, que una directora repita nominación no es un buen mensaje y peor si no lo ganara.

La representación de creativos de la comunidad negra y la comunidad asiática está repartida en diversas categorías, donde actores ya muy posicionados como Will Smith y Denzel Washington compiten por Mejor actor, mientras que el director Ryûsuke Hamaguchi, con su película Drive My Car, funciona como representante genérico de todo el continente asiático, como si Japón, China y Corea (o incluso Rusia) fueran lo mismo. En ese sentido, ningún otro director japonés había sido nominado en 36 años, desde Akira Kurosawa.

Y en lo que a nosotros los mexicanos nos interesa, hay puntos altos y puntos muy bajos, siendo el más alto, sin duda, la primera nominación del director Carlos López Estrada en la categoría de Mejor película animada por Raya y el último dragón, un logro del que no se ha hablado tanto como se debería en nuestro país, pues para variar la producción de Guillermo del Toro, Nightmare Alley, está acaparando la conversación como nominada a Mejor película, aunque él no está nominado como director.

Pero quizá el punto más bajo para los mexicanos sea la falta de una película nacional compitiendo en la categoría de Mejor película internacional, pues por tercera ocasión los miembros de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas optaron por un título de Netflix, empresa que ha logrado una influencia inusitada dentro de esta institución desde que Roma, la película de Alfonso Cuarón, se convirtió en la representante de México en 2019 y resultó ganadora.

Es importante recalcar, sin importar cuántas veces se haya dicho antes, que en años subsecuentes Ya no estoy aquí y Noche de fuego, ambos títulos respaldados por Netflix, fueron preseleccionados en la competencia por el Oscar pero no lograron la nominación. En 2020, la película enviada por México fue La camarista, que tampoco fue nominada pero era una película importante, dirigida por una mujer (Lila Avilés) y reconocida en México con el Ariel a la Mejor ópera prima. Ahora, la pregunta obligada es: ¿qué beneficio real hay al tener el respaldo de Netflix si de cualquier forma no se logra la nominación?

Este año la película favorita, la que muchos esperábamos que nos representara en el Oscar, era Sin señas particulares, pero sorpresivamente no fue así. Personalmente me parece una barbaridad que una gran película como esta resultara desplazada, pues tuvo un recorrido impecable por festivales internacionales y locales. Una producción auténticamente independiente, de calidad y enorme sensibilidad, que ya abordaba temas urgentes que aquejan a nuestro país, incluso antes de que otras producciones contaran la misma historia.

Además, Sin señas particulares fue una oferta de entretenimiento que generó expectativa antes de su estreno en México (con todo y pandemia), que logró convencer al exigente público nacional de pagar su boleto para ver una película mexicana y, además, no arrepentirse de hacerlo. En suma, un admirable trabajo de Fernanda Valadez, Astrid Rondero y todo su equipo, que dejó un buen sabor de boca a pesar de retratar el drama que viven muchas mujeres en México ante la desaparición forzada de sus familiares, y que no pudo terminar su triunfal recorrido en el lugar que merecía, la categoría de Mejor película internacional del Oscar, simplemente porque Netflix, los miembros de la AMACC y otras oscuras influencias le cortaron el paso.

BREVES

La entrega del Oscar se celebra este domingo 27 de marzo y podrá verse por televisión a partir de las 18:00 horas a través de la señal de TNT.

La Mole está de vuelta. El 25 aniversario de la convención de cómics, fantasía y cultura pop se llevará a cabo del 25 al 27 de marzo en el WTC de la Ciudad de México. Más información en lamole.com.mx

MICA, la primera muestra itinerante de cortometrajes de autor, tendrá como sede el Cine Tonalá este 26 de marzo. Puedes consultar las funciones aquí.

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