Retomando algunos de los puntos clave de mi visita China por invitación del Instituto Nacional de Administración Pública de México y la Academia Nacional de Gobernanza de China, indubitablemente, me parece de especial relevancia destacar dos ejes que en cada uno de los contenidos del seminario organizado por la segunda de las instituciones se han mencionado: la planificación y la persistencia.
Y es que tanto una como la otra son características que deberían estar presentes en todas las administraciones públicas y que, lamentablemente, en el caso mexicano más bien se presentan de manera excepcional o, incluso, suelen estar ausentes. Los ejemplos de esto son muchos y han tenido un impacto definitivamente negativo en el desarrollo de nuestro país.
Por una parte, se puede abordar cómo a través de los años la construcción de diversos hospitales y distintas escuelas ha estado sujeta a criterios políticos y, por tanto, sus aportaciones a la prestación correcta de estos importantes servicios públicos han sido verdaderamente limitada y, con ello, la garantía de estos importantes derechos humanos.
De igual manera, en los días actuales son varios los ejemplos que, en una dimensión muy importante por su costo y trascendencia para el país, han dejado clara la falta de planificación y la ausencia de persistencia en un proyecto a largo plazo para nuestro país. Las conocidas como “obras estratégicas” promovidas en el sexenio pasado (con la consecuente cancelación del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México) además de onerosas, aún hoy en día no han demostrado las muchas virtudes que desde el gobierno se prometía que tendrían y lo que aportarían al desarrollo nacional.
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Si bien la planificación ciertamente establecida a rango constitucional normalmente carece de una estricta observancia por parte de todos los sectores de la sociedad, lo cierto es que está ahí señalada y a partir de ella se debería buscar contar con planes factibles de realizarse durante los periodos respectivos de gobierno y, desde luego, con otros que derivado de su envergadura requieran de una realización que trascienda los sexenios pero en donde una planificación correcta conlleve una ejecución caracterizada por la persistencia en la búsqueda del logro de los objetivos planteados. Ejemplos de países donde esto ha sucedido existen y China es uno de ellos.
El caso de este último país deja patente la importancia de regirse por ejes como los señalados, pues en diversos rubros haberlo hecho ha traído como consecuencia el éxito pero, sobre todo, la idea en la sociedad de un camino común cuyo beneficio colectivo requiere del esfuerzo de todas y de todos, siendo esto el principal incentivo para la conjunción de todas las voluntades y su el trabajo correspondiente.
De manera definitiva, en la generación de esta conciencia es fundamental la academia, pues es en las instituciones de educación en donde se cuenta con el ambiente propicio para la discusión de las ideas y la realización de propuestas que lleven a la práctica la síntesis de todo ese trabajo.
Después de todo, planificar y persistir debería ser una regla no sólo para los países o para la academia, sino para cualquier tipo de organización.