En México, las palabras “gringo” y “gabacho” se utilizan coloquialmente para referirse a los ciudadanos estadounidenses, pero también a cualquier extranjero. Contrario a lo que muchos piensan, la palabra “gringo” no se originó aquí, es un término ampliamente usado entre hispanohablantes y la definición exacta, según la Real Academia Española, dice que es un “extranjero, especialmente de habla inglesa, y en general hablante de una lengua que no sea la española”.
Con su más reciente película, Where to Land (2025), el director de culto originario de Nueva York, Hal Hartley, regresó al cine después de una pausa de 11 años y lo hizo con otra de sus deliciosas comedias independientes (financiada con la ayuda de la plataforma Kickstarter), justo cuando directores como Alejandro González Iñárritu, Paul Thomas Anderson y muchos más se han dedicado a realizar “comedias de autor” con las que pretenden salvar (?) a este género de su extinción en Estados Unidos.
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Estrenada en septiembre y ya disponible en Blu-ray y en streaming, directamente en el sitio oficial de su autor, es una auténtica lección de cómo realizar una comedia sencilla, inteligente y elegante, que toca temas muy personales para el realizador, como la vida en su natal Nueva York, la manera en que los ciudadanos se van adaptando al cambio, y su propio privilegio como un intelectual reconocido en su comunidad y en Estados Unidos.
Oliver, el personaje de un conserje en el edificio donde vive el protagonista, es un hombre joven con ideas anarcosocialistas que pretende postularse para un cargo en el gobierno local: “Tenemos que detener esta porquería de gentrificación o mi madre y sus hermanas estarán en la calle para las navidades del próximo año”, dice en una escena cargada de humor que nos recuerda que los estadounidenses, y en específico los neoyorquinos, llevan varios años viviendo su propio proceso de gentrificación.
México ha sufrido las secuelas de este continuo exilio de ciudadanos estadounidenses, y de otros orígenes, que ya no pueden sobrellevar el costo de vida en las grandes ciudades de sus propios países, o que se han relocalizado aquí, no por gusto sino por decisión de las empresas para las que trabajan. Recordemos que el mismísimo Bad Bunny ha venido denunciando desde 2022 la terrible gentrificación que se vive en Puerto Rico, primero a través de su video para el tema “El apagón” y ahora con el cortometraje que acompañó el lanzamiento de su álbum Debí Tirar Más Fotos.
En el reportaje de la periodista Bianca Graulau, insertado dentro del video de Bad Bunny, ya se hablaba de la “Ley para Incentivar el Traslado de Individuos Inversionistas”, la famosa Ley 22 de Puerto Rico (ahora “Ley 60 del Código de Incentivos”), que convierte a este destino en un paraíso fiscal para extranjeros que decidan mudarse allá. ¿Cuántas leyes fiscales existirán en otros países igualmente atractivas para inversionistas y para ciudadanos extranjeros de alto patrimonio?
En 2025, nuestro país también se manifestó en contra del creciente fenómeno de la gentrificación y otras expresiones colonialistas, aprovechando cualquier oportunidad de hacerlas visibles en el escaparate mundial. Casos como el de la película francesa Emilia Pérez, nominada a 12 premios Oscar; el lanzamiento del huarache deportivo “Oaxaca slip-on”, del diseñador de origen mexicoamericano Willy Chavarría para la marca alemana Adidas; y, más recientemente, el rechazo al célebre panadero británico afincado en la Ciudad de México, Richard Hart, y su panadería Green Rhino, por haber dicho que “no hay cultura del pan” en México y que los bolillos son “feos”.
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Para ser justos con Richard Hart, la entrevista de donde se retomaron dichas declaraciones la dio antes de llegar a vivir a México y antes de abrir la panadería, y ahí mismo decía que eligió esta ciudad basándose en visitas anteriores porque es “un lugar hermoso para vivir, con gente adorable de gran corazón”. Y así como él, cientos -o miles- de extranjeros llegan a México con buenas intenciones, quizá huyendo de sus propios países, pero poco conscientes del daño que puedan causar a los nativos del lugar.
“Gringo, go home!” (¡Gringo, vete a tu casa!) es una popular frase que se ha vuelto a popularizar ante el descontento de los mexicanos con la llegada de extranjeros que encarecen el costo de vida en nuestro país y que aceleran el proceso de gentrificación. Según cuenta la leyenda, la frase surgió del grito de guerra “Green go home!”, en referencia al color de los uniformes de los soldados extranjeros (algo que ya se ha desmentido), tras la Invasión estadounidense de México, entre 1846 y 1848, que culminó en la anexión forzada de territorios mexicanos a Estados Unidos, misma que históricamente se atribuye al fracaso del entonces presidente Antonio López de Santa Anna.
En lo personal, aunque el actual gobierno de México reacciona con rapidez ante los escándalos mencionados, todo parece quedarse en lo performativo y puramente mediático. Lo mismo me inspira el triunfo de Zohran Mamdani como alcalde de Nueva York con sus promesas socialistas y la ascensión de María Corina Machado a categoría de mártir tras haber ganado el premio Nobel de la Paz. Incluso, la victimización del director de cine iraní, Jafar Panahi, me resulta sospechosa. Nunca he sido particularmente fan de su cine y la manera en que hoy se habla de Fue solo un accidente (It Was Just an Accident, 2025) como un acto de valentía que la vuelve una fuerte contendiente al Oscar, me hace preguntarme si no será la Emilia Pérez de Irán.
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Lo siento, pero a estas alturas tendrán que perdonar mi escepticismo político y mi hastío generalizado. Pienso que la supuesta indignación de todos estos personajes es pura demagogia y mientras no veamos que los encargados de gobernar hacen algo concreto para frenar la gentrificación en nuestras ciudades y este proceso de colonización silenciosa, lo demás es pura palabrería.
Recientemente, una familia que conozco tuvo que dejar el rumbo de Azcapotzalco, donde vivieron toda su vida, para trasladarse hasta Coacalco en el Estado de México. También puedo sentir empatía por los profesionistas neoyorquinos que escapan de la gentrificación de su ciudad y que tienen la solvencia económica para costear un cambio de país, ¿pero a dónde nos vamos a mudar los mexicanos de la Ciudad de México? ¿A los cerros? ¿A Perú?