Mujeres y violencia mediática
HÍBRIDO

Como crítico de cine y música tiene más de 30 años en medios. Ha colaborado en Cine Premiere, Rolling Stone, Rock 101, Chilango, Time Out, Quién, Dónde Ir, El Heraldo de México, Reforma y Televisa. Titular del programa Lo Más por Imagen Radio. X: @carloscelis_

Mujeres y violencia mediática
Serie: Pam & Tommy / Star+

Pamela Anderson está a punto de tener un regreso triunfal, debutando en Broadway con el codiciado papel de Roxie Hart en Chicago; Lindsay Lohan acaba de firmar un contrato con Netflix para aparecer en varias películas de esta plataforma; Paris Hilton volvió a los reality shows con Paris in Love y además se estrenó dentro del metaverso con Paris World; Britney Spears fue invitada a la Casa Blanca para hablar de su tutela… ¡¿Qué está pasando?!

Revalorizar en 2022 a las mujeres del espectáculo que fueron objeto de escarnio en los años 90 y 2000 se siente como una suerte de justicia poética, que también nos obliga a revisitar sus historias y a preguntarnos por qué hubo un momento en que los medios de comunicación normalizamos el humillarlas. De acuerdo con el sitio de ONU Mujeres, la violencia mediática es aquella que es producida por los medios masivos de comunicación a través de publicaciones, difusión de mensajes e imágenes estereotipadas que promueven la sumisión y/o explotación de mujeres.

Así como en Game of Thrones Cersei fue obligada a dar un paseo de expiación y penitencia, ya estábamos acostumbrados como sociedad a castigar a las mujeres que eran consideradas indignas con similares “caminatas”, solo con el fin de avergonzarlas y de exhibirlas, y la televisión se convirtió en ese cadalso mediático por el que se les obligaba a desfilar para señalarlas por sus actos. Como bien lo decía la legendaria Lauren Bacall: “te ponen en un ridículo pedestal de donde solo puedes caerte”.

Muy adecuadamente fueron los hombres los que se encargaron de orquestar esta violencia mediática. Comunicadores como Jay Leno, David Letterman, Larry King o Matt Lauer bebieron de las mieles del éxito durante décadas sirviendo como bufones y verdugos para las principales cadenas de televisión de Estados Unidos; en algunos casos, hasta que la edad los rebasó y, en otros, porque fueron alcanzados por la justicia social y un renovado feminismo.

Como es sabido, en la era del internet ya nada desaparece, y así resurgieron videos, tuits y declaraciones poco afortunadas donde estos periodistas mostraban actitudes machistas y discriminatorias. Matt Lauer fue señalado por entrevistas inapropiadas con Britney, Anne Hathaway y Sandra Bullock, y fue despedido de NBC por comportamiento sexual inapropiado. Paris Hilton culpó a David Letterman por el daño emocional que sufrió al ser entrevistada tras salir de la cárcel, trato que Lindsay Lohan también padeció. Hoy, la serie Pam & Tommy nos muestra el trauma que vivió Pamela Anderson ante las burlas de Jay Leno y el acoso de la prensa, que resultó en un aborto.

Pero ellas no fueron las únicas, pues este mismo tormento lo soportaron mujeres como Monica Lewinsky, Janet Jackson, Brittany Murphy, Anna Nicole Smith o incluso Lady Di, y tres de ellas no vivieron para contarlo. Sin embargo, estas mujeres hoy son leyenda y resurgen a través de documentales, series y películas basados en sus vidas, mientras que chismosos profesionales como Perez Hilton, que hicieron carrera de alimentar este tipo de escándalos, hoy han perdido el favor del público.

En un incisivo reportaje para The New York Times, la periodista Jessica Bennett explica que la responsabilidad de este fenómeno recae en la mirada masculina, desde “ejecutivos en la industria del entretenimiento que moldean a estas mujeres, los paparazzi que las fotografían y los editores de revistas que las ponen en sus portadas”. Pero ahí no para, pues también se extiende a los periodistas que publican esta información y a los fans que la consumen.

En México no nos quedamos atrás. Las recientes declaraciones de la cantante Sasha Sokol, donde señala al productor Luis de Llano por abuso, desencadenaron reacciones insólitas; desde la empatía, hasta los ataques de hombres dentro y fuera del espectáculo; o incluso, los inesperados cuestionamientos de mujeres en el entretenimiento. Y aunque Sasha hoy tiene a su favor los vientos de cambio, hay que recordar que sus palabras ya habían caído en oídos sordos en más de una ocasión.

En su momento, otras mexicanas tampoco gozaron de los beneficios de un movimiento como el #MeToo. Imposible olvidar las historias de Lucero, Michelle Vieth, Alejandra Guzmán o incluso Gloria Trevi, pues aún cuando la justicia social ha querido redimensionar el caso de la cantante regiomontana, argumentando que ella es una víctima constantemente revictimizada, un gran sector del público se resiste a olvidar su participación dentro del clan Trevi-Andrade.

En nuestro país, las mujeres ya se van animando a denunciar, ahí están los casos recientes del cantante Edgar Oceransky, el actor Alex Perea o el comediante Roberto Andrade Cerón (conocido como “Tío Rober”), que fueron reportados en los medios, aunque se olvidan rápidamente y no siempre hay justicia para las mujeres que hacen tales señalamientos. Ahora que, si de responsabilidades compartidas se trata, valdría la pena que el feminismo vigilante también cuestionara el rol que juegan algunas comunicadoras que continuamente minimizan la importancia de la cultura de las consecuencias, llamándola “limitante” o tildándola de “histeria”.

Esta semana, la periodista de espectáculos Susana Moscatel publicó una columna de opinión sobre Sasha Sokol donde, al mismo tiempo de expresar sororidad, llamaba a Luis de Llano “un caballero”. Mientras que la crítica de cine, Fernanda Solórzano ha apoyado y promovido la película Ok está bien, escrita y protagonizada por el “Tío Rober” y dirigida por Gabriela Ivette Sandoval, donde hacen apología de un abuso. Las recientes acusaciones contra este comediante ya resultaron en la cancelación de su participación en el Vive Latino.

Hacer chistes sobre violación y estupro no es gracioso. Ver este tipo de “humor” en los medios de comunicación es violencia mediática. Los comunicadores que lo justifican, argumentando que se trata de “defender una visión”, aportan a esta y otras violencias. En el espectáculo mexicano se habla mucho de los “secretos a voces”, pero imaginen lo que sucedería en nuestro país, si de una vez por todas, los medios empezaran a hablar y dejaran de solapar a tanto sociópata que va impune por la vida.

BREVES

Hablando de denuncias y de mujeres valientes, ya se puede ver en HBO Max Phoenix Rising, el documental donde Evan Rachel Wood cuenta la historia de abuso que vivió junto a Marilyn Manson.

La maestra del suspenso, Patricia Highsmith, y el maestro de la provocación, Adrian Lyne, se encuentran en la adaptación de Deep Water, una película sexy y misteriosa con Ben Affleck y Ana de Armas. El estreno en Estados Unidos será el 18 de marzo en la plataforma de Hulu, pero para Latinoamérica se anunció en Prime Video.

Netflix tiene dos propuestas muy atractivas para este fin de semana. Por un lado, Windfall, una historia de suspenso con un reparto muy interesante que incluye a Lily Collins, y por otro, Black Crab, una película de acción con Noomi Rapace.

En cines, ya está el estreno de otra nominada al Oscar, la noruega The Worst Person in the World, una película que ha gustado por su sencillez y honestidad.

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