Un nuevo comienzo después de los 60: ‘Dejé la marihuana después de toda una vida fumando, y comencé a soñar de nuevo’
Jodie Sharp… dejó la marihuana con la ayuda de Marijuana Anonymous. Foto: Linda Nylind/The Guardian

Los días de Jodie Sharp se dividían de la misma manera. “Fumaba para ir a trabajar, fumaba para lavar la ropa, fumaba para relajarme”. Fumar marihuana “era un hábito completamente regular y cada vez que lo hacía, fumaba exactamente de la misma manera, volviendo a tener la misma experiencia”.

Sharp utilizaba una pequeña pipa de metal, y con frecuencia se pasaba la lengua por la dura piel del labio donde se apoyaba la pipa. Le dolían los pulmones y le sangraban las encías. Dormía mal y no lograba soñar. “Pensé: ‘Esto es una locura. ¿Por qué estoy haciendo esto a estas alturas de mi vida?’

Tenía 60 años, era investigadora de mercado independiente y había fumado marihuana durante la mayor parte de su vida adulta. Pero un día, esperando en la esquina su bolsa semanal de 60 libras (mil 500 pesos) de marihuana, se vio a sí misma desde fuera, y se sintió “enferma y cansada” de lo que veía. Más tarde, esa misma semana, escribió “abstinencia de la marihuana” en un motor de búsqueda. Las preguntas de la página de inicio de Marijuana Anonymous eran impactantes. ¿Fumar marihuana dejó de ser divertido? ¿Fumas solo? ¿Fumas para lidiar con la ansiedad?

En su primera reunión, Sharp explicó que quería dejarla. Aunque la reunión le pareció bien, no estaba dispuesta a dejarla, pues creía que la marihuana aliviaba su artritis. Compró aceite de CBD, pero al cabo de tres semanas “volvió a consumir marihuana“.

No estaba previsto que fuera así. A los 17 años, cuando Sharp y sus amigos desmenuzaban hachís de cannabis en sus porros, la marihuana se sentía contracultural, una “rebelión contra el modo de vida de nuestros padres”. Se convirtió en “una adicta”, viajó. Sin embargo, después la marihuana se convirtió en algo “ubicuo, nada que ver con la contracultura. La hueles por todas partes en Londres”, comenta. Sus horizontes se redujeron.

¿Cuándo se dio cuenta de que era adicta?

“Eso es complicado, porque en algún lugar dentro de mí lo sabía, probablemente después de haber estado fumando durante 10 o 15 años. Sabía cómo me sentía cuando no lo hacía”. A principios de sus 30 años, comenta, “solía estar preocupada, irritable, descontenta. Lo que faltaba, ¿sabes?“. Cada vez que se sentía así, su mente buscaba la marihuana.

Sharp piensa ahora que “el miedo dominaba mi vida. Me sentía muy ansiosa. Sentía que tenía que controlar todo. Ese siempre ha sido mi impulso: tengo que tener el control“.

Ese impulso “viene de la infancia”, explica, “de sentirme abandonada”. Porque mi madre no fue capaz de darme el amor que… no quiero usar la palabra debería, pero, ya sabes, me habría dado de forma natural, si su salud mental no hubiera sido tan mala. Aquí estoy, a los 62 años, intentando lidiar con eso“.

La familia de Sharp tiene un historial de alcoholismo, y su miedo se amplificó aún más cuando un amigo de su hijo adolescente sufrió una sobredosis de una mezcla de drogas el pasado mes de mayo. “Nos asustó a los dos”, comenta Sharp. “Yo solía hacer lo de siempre. Pipas y cosas… En realidad no estaba ahí para mi hijo”. Ahora pensaba: “‘¿Qué diablos estoy haciendo? Solo quería sentirme segura“. Pero en lugar de dejar de fumar, volvió al consumo de hachís.

Un inconveniente aleatorio, dos meses después, resultó ser transformador. Un problema de suministro hizo que Sharp pasara dos días sin fumar. No fue una decisión consciente de abstenerse, pero aceptó el accidente. En el segundo día, estaba celebrando el octavo “cumpleaños de sobriedad” de su hermano. “Me giré hacia él y le dije, ‘llevo dos días sin fumar’. Me dijo: ‘Deberías ir a una reunión’. Ese fue el momento. Fue como si se hubiera activado un interruptor”.

Sharp fue a una reunión y, nueve meses después, se encuentra en el cuarto paso del programa de 12 pasos de Marijuana Anonymous. Poco a poco va aprendiendo por sí misma: “Lo único que puedes controlar es cómo reaccionas a las cosas”. Desde entonces no ha tocado “ninguna sustancia que altere el estado de ánimo o la mente”.

Al principio, la vida comenzó a cambiar en pequeños aspectos. “Era capaz de contemplar todo el día”. El tiempo se alargaba ante ella, sin ser interrumpido por la costumbre de fumar. “Tuve pensamientos más claros. Mi sueño mejoró. Disfrutaba la comida. Comencé a soñar de nuevo”. Sobre todo, dice, ahora vive con “una increíble sensación de libertad y felicidad. Todos tenemos esta presencia dentro de nosotros, nuestro mejor yo”.

Jodie Sharp es un seudónimo.

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