Destrucción de Ucrania: cómo The Guardian documentó el uso de armas ilegales por parte de Rusia

Alrededor de la medianoche del 1 de marzo de 2022, un avión de las fuerzas aéreas rusas lanzó una serie de explosivos de la época soviética de 250 kg sobre la ciudad de Borodyanka, al norte de Kiev. Eran potentes bombas FAB-250, diseñadas para alcanzar objetivos militares como fortificaciones y búnkeres enemigos. Sin embargo, no había ninguna estructura de este tipo en esta tranquila ciudad de 13 mil habitantes.

Las bombas cayeron sobre al menos cinco edificios residenciales, dividiéndolos en dos. Se encontraron decenas de cadáveres bajo los escombros cuando los rusos se retiraron de la región de Kiev a principios de abril, dejando a su paso una gigantesca escena del crimen en la que han estado trabajando durante semanas los fiscales ucranianos que investigan los presuntos crímenes de guerra cometidos por Rusia y su presidente, Vladimir Putin.

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Una mujer de pie frente a los escombros de un edificio en Borodyanka. Foto: Alessio Mamo/The Guardian

Los crímenes de guerra son violaciones de las leyes de la guerra, un componente del derecho internacional establecido por las convenciones de La Haya de 1899 y 1907 y definido con mayor precisión por los convenios de Ginebra de 1949, que incluyen el asesinato doloso de prisioneros de guerra y civiles, la tortura y el uso de armas ilegales. The Guardian visitó los pequeños pueblos y aldeas situadas al norte de Kiev que fueron devastados durante la ocupación rusa y revisó las pruebas encontradas allí –así como otros materiales de la fiscalía ucraniana– de municiones imprecisas como las bombas FAB-250, los proyectiles de dardos metálicos y las bombas de racimo cuyo uso provocó la muerte de cientos de civiles.

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Vista aérea de los edificios residenciales destruidos en la ciudad de Irpin. Foto: Alessio Mamo/The Guardian

FAB-250

Las FAB-250 se encuentran entre las bombas más utilizadas por los rusos contra las ciudades ucranianas de la provincia de Kiev, por ejemplo Bucha, Hostomel y Borodyanka. De acuerdo con los investigadores, al menos ocho edificios de las ciudades ubicadas al norte de Kiev fueron destruidos por estas potentes bombas no guiadas, causando cientos de muertes. La FAB-250 es una bomba muy imprecisa, lanzada desde el aire, empleada en gran medida por la antigua Unión Soviética en su guerra en Afganistán y por Rusia en Siria.

La bomba no guiada, lanzada desde el aire, con una ojiva de alto poder explosivo. Puede ser desplegada en altitudes de 570 metros a 12km.

La táctica parece provenir directamente de la guerra civil en Siria, a la que se unió Moscú en 2015 para apoyar al presidente sirio, Bashar al-Assad. Los edificios destruidos en la ciudad de Borodyanka por las bombas FAB-250 muestran niveles de destrucción muy semejantes a los edificios devastados en Alepo.

Las bombas FAB-250 caen en caída libre desde los bombarderos y, al menos en su diseño, están concebidas para ser utilizadas contra fortificaciones militares terrestres. Aunque Rusia sostiene que intenta destruir objetivos militares, la evidencia recopilada o revisada por The Guardian durante las visitas a Bucha, Hostomel y Borodyanka, y verificada independientemente por expertos en armamento, muestra que estas bombas fueron lanzadas sobre edificios residenciales e infraestructuras civiles.

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Un edificio residencial en la ciudad de Borodyanka supuestamente destruido por una bomba rusa

Fléchettes, dardos metálicos

Los patólogos y los forenses que realizan las autopsias de los cadáveres encontrados en las fosas comunes que hay en la región del norte de Kiev encontraron pequeños dardos metálicos incrustados en la cabeza y el pecho de las personas. Expertos independientes en armamento que revisaron las imágenes de los dardos metálicos encontrados en los cadáveres confirmaron que se trataba de fléchettes (dardos metálicos), un arma antipersonal muy utilizada durante la primera guerra mundial.

Estos pequeños dardos metálicos se encuentran dentro de proyectiles de cañón de campaña del tipo disparado por la artillería rusa en las ciudades de Bucha e Irpin. Cada proyectil puede contener hasta 8 mil fléchettes. Una vez disparados, los proyectiles salen disparados cuando estalla un detonador temporizado y explotan por encima del nivel del suelo. Los dardos fléchette, que generalmente miden entre 3 y 4 cm de largo, se dispersan en un amplio arco cónico que abarca 300 metros por 100 metros.

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Foto: Alessio Mamo/The Guardian

Expertos del departamento forense de la gendarmería nacional francesa y médicos ucranianos transportan los cuerpos de los civiles asesinados en la ciudad de Bucha.

Al impactar contra el cuerpo de la víctima, el dardo pierde rigidez y se dobla en forma de gancho, mientras que la parte trasera del mismo, formada por cuatro aletas, con frecuencia se desprende y provoca una segunda herida. Estas municiones no están prohibidas por el derecho internacional, a pesar de que los grupos de derechos humanos reclaman la prohibición de los proyectiles de fléchettes desde hace tiempo. No obstante, el uso de armas letales imprecisas en zonas civiles densamente pobladas constituye una violación del derecho humanitario.

Los fléchettes fueron lanzados durante la Primera Guerra Mundial desde los entonces novedosos aviones para atacar a la infantería y perforar sus cascos. No fueron muy utilizadas durante la Segunda Guerra Mundial, sin embargo, reaparecieron en la Guerra de Vietnam, cuando Estados Unidos utilizó una versión de ellas envasada en vasos de plástico.

The Guardian también encontró varios fléchettes en la ciudad de Irpin, donde varios residentes dijeron haberlas encontrado clavadas en sus vehículos.

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Un fléchette hallada incrustado en el cuerpo de un hombre asesinado en la ciudad de Bucha, donde los ocupantes rusos han sido acusados de cometer atrocidades contra los residentes. Foto: cortesía del departamento forense de Kiev

Bombas de racimo

Bellingcat, un colectivo de periodismo en línea sin fines de lucro dedicado a la investigación de crímenes de guerra, revisó algunas de las imágenes recopiladas por The Guardian y confirmó la presencia de bombas de racimo en ciudades y pueblos ocupados por los rusos en Ucrania.

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Aletas traseras de una bomba de racimo RBK-500 con submuniciones PTAB-1M. Fotografía: cortesía de la fiscalía regional de Kiev/The Guardian

La retirada de Rusia de la región de Kiev a principios de abril reveló evidencia de la presencia de municiones de racimo –proyectiles o bombas que liberan decenas de municiones más pequeñas– en los restos de automóviles, calles y edificios civiles y en los cadáveres. Estas armas, que están prohibidas en más de 100 países (pero no en Estados Unidos, Rusia o Ucrania) en virtud de un tratado de 2008 denominado Convención sobre Municiones en Racimo, fueron lanzadas en zonas donde no había personal ni infraestructura militar. Rusia ha negado reiteradamente haber atacado a civiles y ha indicado que las acusaciones ucranianas sobre crímenes de guerra son inventadas.

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Aletas de una bomba de racimo RBK-500 después de su lanzamiento, tipo de submunición desconocido, encontrada en la ciudad de Borodyanka. Foto: cortesía de la fiscalía regional de Kiev/The Guardian

Las submuniciones de una bomba de racimo están diseñadas para ser lanzadas en una zona amplia, aunque no siempre explotan, lo que supone un riesgo futuro para los civiles.

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Un automóvil en la ciudad de Irpin que muestra los característicos agujeros causados por las submuniciones de las bombas de racimo utilizadas por el ejército ruso. Foto: Alessio Mamo/The Guardian

Los restos de decenas de autos en las ciudades de Bucha y Borodyanka, vistos y fotografiados por The Guardian y revisados por expertos, muestran los agujeros característicos causados por las submuniciones de las bombas de racimo utilizadas por el ejército ruso. El uso de bombas de racimo y municiones de racimo también ha sido ampliamente denunciado en otras zonas de Ucrania. Cuando un equipo de Médicos Sin Fronteras (MSF) entró a un hospital de oncología en la ciudad de Mykolaiv, al sureste de Ucrania, el 4 de abril, se produjeron varias explosiones muy próximas al personal.

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Un misil ruso de racimo utilizado para propulsar munición de racimo, tras aterrizar en la zona rural de Hostomel, a pocos kilómetros de la ciudad de Bucha. Foto: Alessio Mamo/The Guardian

The Guardian encontró un misil de racimo ruso cerca de una aldea agrícola en Hostomel y fragmentos de aletas de las bombas de racimo RBK-500 con submuniciones PTAB-1M y misiles de racimo en otras ciudades al norte de Kiev. El impacto de las bombas de racimo en estas zonas fue tan amplio que en algunos casos alcanzaron y mataron a numerosos animales. A poca distancia de la bomba de racimo encontrada en Hostomel, los cadáveres de dos caballos muestran claras marcas de sus submuniciones en sus cuerpos.

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Dos caballos muertos en la zona rural de Hostomel. Foto: Alessio Mamo/The Guardian

En la ciudad de Borodyanka, los fiscales llevan días exhumando decenas de víctimas que fueron enterradas apresuradamente en los cementerios locales por sus familiares durante los bombardeos, ya que, según las autoridades, muchas de ellas murieron a causa de las bombas de racimo. Los forenses que trabajan en zonas del norte de Kiev confirmaron a The Guardian que encontraron fragmentos de municiones de racimo incrustados en los cuerpos desenterrados en la zona. Los forenses están clasificando los hallazgos y los notificarán a La Haya, donde se podrían formalizar los cargos de crímenes de guerra cometidos por Rusia en los próximos meses.

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