¿Cómo se compara la monarquía británica con la realeza europea?
La reina Isabel II en el balcón del Palacio de Buckingham con motivo de las celebraciones de su jubileo de platino. Foto: Jonathan Brady/AFP/Getty

Aunque el lujo y la tradición de la monarquía británica siguen fascinando a las personas y a los medios de comunicación de todo el mundo, los Windsor no son ni mucho menos la única dinastía real que ha sobrevivido en el siglo XXI. Otras monarquías europeas, desde España hasta Bélgica y desde Noruega hasta los Países Bajos, han realizado esfuerzos similares para adaptarse, modernizarse y seguir siendo relevantes. Algunas han tenido más éxito que otras.

La familia real española, considerada en su momento como un modelo de monarquía modesta y moderna, ha atravesado unos años turbulentos. Juan Carlos, elogiado durante mucho tiempo por ayudar a reconducir el país hacia la democracia después de la dictadura de Franco –y por enfrentarse a un intento de golpe de Estado en 1981– ha experimentado una prolongada caída en desgracia.

El exmonarca renunció hace ocho años en medio de la caída de su popularidad y cedió el trono a su hijo Felipe. Las fotos de Juan Carlos posando delante de un elefante muerto durante un viaje de safari en Botsuana en 2012 no fueron bien recibidas en un país todavía devastado tras la crisis económica de 2008.

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Juan Carlos, el exrey de España, ha experimentado una prolongada caída en desgracia. Foto: Óscar del Pozo/AFP/Getty

Hace dos años, el exrey se exilió voluntariamente después de que se formularan acusaciones perjudiciales sobre sus asuntos comerciales, lo cual mermó aún más su ya deteriorada reputación y avergonzó a su hijo.

En marzo de 2020, Felipe despojó a Juan Carlos de su salario anual y renunció a su propia herencia personal procedente de su padre tras los informes que apuntaban a que iba a recibir millones de euros de un fondo secreto en un paraíso fiscal vinculado a Arabia Saudita. Tres meses después, el tribunal supremo español inició una investigación sobre el papel del exrey en un acuerdo en el que un consorcio español consiguió un contrato de 6 mil 700 millones de euros para construir una vía ferroviaria de alta velocidad entre las ciudades saudíes de Medina y La Meca.

Aunque la fiscalía archivó desde entonces todas las investigaciones relativas al exrey por diversos motivos, sus problemas legales no han terminado. Su examante, la empresaria danesa Corinna zu Sayn-Wittgenstein-Sayn, interpuso una demanda contra él ante el tribunal superior de Londres, alegando que utilizó la agencia de espionaje de España para vigilarla y acosarla a ella y a sus hijos después de que terminara su relación de cinco años.

En febrero de 2017, la hija menor de Juan Carlos, la princesa Cristina, fue absuelta de ayudar a su esposo, Iñaki Urdangarin, a evadir impuestos tras un juicio que duró un año. No obstante, Urdangarin fue condenado a seis años y tres meses de prisión y a una multa de más de 500 mil euros después de ser declarado culpable de cargos como malversación, fraude y evasión de impuestos.

En los Países Bajos, una serie de errores durante la pandemia del coronavirus hicieron que la popularidad del rey Guillermo Alejandro y de su familia cayera a un nivel mínimo, y una encuesta realizada el mes pasado reveló que la confianza en el monarca había caído hasta el 54%, en comparación con más del 80% que tenía cuando tomó el relevo de su madre, la reina Beatriz, en 2013.

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El rey Guillermo Alejandro y la reina Máxima tuvieron que interrumpir sus vacaciones en Grecia tras el confinamiento parcial de los Países Bajos. Foto: Marcel van Hoorn/EP

“Les queda un arduo trabajo por delante para recuperar su popularidad y demostrar que están en contacto con los ciudadanos comunes”, comentó el historiador holandés Han van der Horst.

Los miembros de la realeza tuvieron que interrumpir sus vacaciones en Grecia en octubre de 2020, poco después de que se decretara el confinamiento parcial de los Países Bajos, a raíz de las protestas, y también fueron criticados el año pasado cuando la princesa Amalia, la futura reina, celebró su 18º cumpleaños con 21 invitados, mientras que los ciudadanos no podían recibir más de cuatro adultos en su casa.

El índice de aprobación de la reina Máxima, nacida en Argentina, el miembro más popular de la familia real, cayó al 61% este año en comparación con el 84% registrado en 2019. Las encuestas también sugieren, no obstante, que más del 55% de los holandeses siguen creyendo que su país debe seguir siendo una monarquía constitucional.

Y la familia real ha realizado algunos gestos positivos: Amalia renunció el año pasado a su derecho a ingresos y subsidios de 1.6 millones de euros al año hasta que asuma sus funciones reales después de sus estudios, y Guillermo Alejandro puso un castillo a disposición de 32 refugiados ucranianos.

La reina Margarita II de Dinamarca cumplió 82 años en abril, tres meses después de cumplir 50 años en el trono durante los cuales ha eludido los escándalos, modernizado la monarquía y convertido a la familia real danesa en una de las más populares del mundo.

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La reina Margarita II de Dinamarca ha convertido a la familia real danesa en una de las más populares del mundo. Foto: Ida Marie Odgaard/Ritzau Scanpix/AFP/Getty

Las encuestas indican que más del 75% de los daneses apoyan su monarquía, en comparación con menos de la mitad cuando Margarita sucedió a su padre, Frederik IX, y solo el 15% desea que Dinamarca se convierta en una república, siendo Margarita, una figura unificadora y decididamente apolítica, la principal responsable, señalan los comentaristas.

Las celebraciones públicas del jubileo fueron pospuestas hasta septiembre debido al Covid-19, y las conmemoraciones quedaron limitadas a que Margarita, quien enviudó en 2018 y tiene ocho nietos, solo colocara una corona fúnebre en la tumba de sus padres.

La reina, comúnmente conocida como Daisy de Dinamarca, con frecuencia es comparada con la británica Isabel por su fuerte sentido del deber y la aceptación incuestionable de su papel: ha dicho en repetidas ocasiones que nunca abdicará y que “permanecerá en el trono hasta que muera”.

El rey sueco Carlos XVI Gustavo de Suecia cumplió 76 años este año, no obstante, es un monarca escandinavo moderno, que participa en podcasts, instala paneles solares en el palacio real y apoya una reforma de la ley para que su hija mayor pueda sucederlo.

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El rey Carlos XVI Gustavo de Suecia, con su esposa la reina Silvia, ha instalado paneles solares en el palacio real. Foto: Stuart C Wilson/Getty

Carlos Gustavo tenía fama de ser un muchacho con afición a los autos rápidos cuando se convirtió en el monarca más joven del mundo a los 27 años. Una biografía de 2010 posteriormente reveló algo más, alegando visitas a clubes de sexo clandestinos y una aventura con una cantante sueca. El rey nunca negó las acusaciones, limitándose a decir que él y la reina Silvia habían “pasado página”.

Sin embargo, sin tener poder político formal y con un papel exclusivamente ceremonial, Carlos Gustavo, un entusiasta del medio ambiente, ha presidido desde entonces el proceso de modernización de la monarquía. Su hija Victoria fue nombrada princesa heredera con carácter retroactivo en 1980, en sustitución de su hermano menor Carlos Felipe, que de lo contrario habría sido el heredero.

Victoria se casó con su entrenador personal, y Carlos Felipe con una exmodelo y concursante de realities, y ambos participan activamente en una serie de buenas causas, desde la lucha contra el acoso escolar hasta el movimiento LGBT y los niños con discapacidad. Su hermana, Madeleine, se casó con un empresario y vive en Miami.

En 2019, Carlos Gustavo anunció que, con el objetivo de ahorrar fondos de los contribuyentes y en acuerdo con el resto de la familia, los hijos de Madeleine y Carlos Felipe –cinco de los siete nietos del rey– serían retirados de la casa real, lo que significaba que ya no tendrían derecho a recibir un subsidio estatal.

En un indicio de que podría estar luchando contra las limitaciones de su cargo, el año pasado Carlos Gustavo causó cierta controversia al describir la política sobre el Covid-19 del gobierno como algo que había “fracasado” en lo que respecta a salvar vidas.

El rey Harald también ha modernizado la monarquía de Noruega, renovando las propiedades de la corona, cambiando la forma de gestionar la corte, casándose con una plebeya, la reina Sonia, en 1968, y aceptando a otros dos, Mette-Marit y Ari Behn, como cónyuges de sus hijos, el príncipe heredero Haakon y la princesa Märtha Louise.

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La reina Sonia y el rey Harald de Noruega, ferviente defensor de la unidad nacional. Foto: Per Ole Hagen/Getty

Harald, quien sucedió a su padre, Olav V, en 1991, estudió en Oxford y representó a su país en competencias de vela en tres Juegos Olímpicos, asumió un papel sin poder político real. Se le considera un orador muy eficaz y un ferviente defensor de la unidad nacional, sobre todo en tiempos de crisis nacional.

En 2011, después de que Anders Behring Breivik matara a 77 personas en dos atentados, dijo a sus súbditos, con lágrimas en sus ojos, que “la libertad es más fuerte que el miedo”, y añadió: “Es bueno estar juntos en este momento… Como padre, abuelo y cónyuge solo puedo intuir parte del dolor que sienten. Como rey de la nación lo siento por cada uno de ustedes”.

El discurso que pronunció en 2016 para conmemorar sus 25 años en el trono fue ampliamente elogiado, ya que Harald expresó su apoyo a los refugiados, a la tolerancia religiosa, a la diversidad y a los derechos del colectivo LGBT, manifestando que los noruegos procedían de Afganistán y Pakistán, que creían “en Dios, en Alá, en el universo y en la nada”, y que incluían “a las chicas que aman a las chicas, a los chicos que aman a los chicos y a las chicas y los chicos que se aman”.

Harald ha experimentado varios años de problemas de salud, entre ellos una operación de cáncer de vejiga en 2003, lo que obligó a Haakon a asumir la regencia, sin embargo, ha expresado que no abdicará.
Bélgica, en las infames palabras de un político nacionalista flamenco, es “un accidente de la historia” unido únicamente por su rey, su equipo nacional de futbol y unas cuantas cervezas. Desde que Leopoldo I, tío de la reina Victoria, llegó al recién creado Estado belga en 1831, la monarquía ha desempeñado su papel en la cohesión de un país fracturado por motivos lingüísticos. El actual monarca, Felipe, rey de los belgas, cumple algo más que un papel ceremonial. Después de las elecciones nacionales, el rey es quien invita a los líderes de los partidos al palacio para iniciar el delicado proceso de construcción de una coalición multipartidista flamenca-francófona.

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El rey Felipe de Bélgica con su esposa, la reina Matilde, tuvo que lidiar con el pasado colonial de Bélgica. Foto: Stéphanie Lecocq/EPA

A pesar de ese papel, el entusiasmo es limitado. Una encuesta de 2017 publicada en el medio Le Soir reveló que casi dos tercios de los belgas pensaban que el costo de la monarquía de 35 millones de euros era demasiado alto, mientras que la mitad deseaba poner fin a los pagos estatales destinados al príncipe Laurent, el tío del rey que suele cometer meteduras de pata. La familia no ha logrado evitar los escándalos. Alberto II, que abdicó en 2013, se vio obligado a admitir la paternidad de la artista Delphine

Boël, después de negar durante años que hubiera tenido un hijo durante una relación extramatrimonial.
Mientras tanto, Felipe, que sucedió a Alberto II, se ha visto obligado a lidiar con el pasado colonial de Bélgica. En 2020, el rey expresó su “más profundo pesar” por la violencia y la brutalidad infligidas al Congo durante el gobierno colonial de Bélgica, pero no llegó a pedir disculpas.

No obstante, los analistas de la realeza están pendientes de la primera mujer monarca de Bélgica: La princesa Isabel. Llamada duquesa de Brabante, Elisabeth, de 20 años, es la hija mayor de Felipe y la reina Matilde y estudia historia y política en la Universidad de Oxford.

La casa real Grimaldi de Mónaco, de la que se dice que es la dinastía más antigua de Europa, añade un toque de color a la rotación real europea y ha existido en el microestado de la Riviera Francesa desde el siglo XV, gozando de un gobierno absoluto hasta 1911, cuando Mónaco se convirtió en una monarquía constitucional. El principado de Mónaco alberga a menos de 10 mil ciudadanos, pero tiene casi el triple de residentes ricos en un territorio de 2.1 km2 que suele ser denominado “la roca”.

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La princesa Charlène y el príncipe Alberto II de Mónaco aparecen en las páginas de revistas de moda como Paris Match. Foto: Christian Bruna/EPA

El príncipe soberano Alberto II heredó la corona de su popular padre, el príncipe Raniero (los monarcas de Mónaco son príncipes, no reyes), fallecido en 2005 y cuyo principal motivo de fama fue casarse con la glamurosa estrella de Hollywood Grace Kelly, quien falleció en un accidente automovilístico en 1982.

Las excentricidades de la casa Grimaldi –Alberto, su esposa, la exnadadora olímpica sudafricana Charlène Wittstock, y sus hermanas Carolina y Estefanía – son una fuente de fascinación en la Francia republicana y aparecen en las páginas de revistas de moda como Paris Match.

El patrimonio de la familia real está calculado en mil millones de dólares, principalmente en tierras, palacios, arte, timbres y una colección de autos antiguos. Se cree que en 2020 los contribuyentes de Mónaco pagaron cada año mil 386 dólares por persona para la familia real.

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