‘Sé que no voy a complacer a todos’: Lucile Hadzihalilovic sobre su seductora forma de hacer cine
'A veces me gustaría escapar de mí misma'... La directora franco-bosnia Lucile Hadzihalilovic. Foto: Tristan Fewings/Getty Images para BFI

Era un corto fragmento, en YouTube. Un chico joven en una mesa de operaciones. Y parecía estar… embarazado. ¿Qué? La escena era suavemente apacible, inmóvil, nocturna, amarillenta. Me fascinó.

Busqué el nombre de la directora del filme: Lucile Hadzihalilovic. De origen franco-bosnio. Un mes después pude ver la película completa –Evolution– en pantalla grande. Estaba tan atormentada, tan obsesionada por los cuerpos y el color y el ambiente, como el fragmento de YouTube. Busqué más trabajos de la directora. Su primer largometraje, Innocence, incluía chicas, ríos, una vieja casa oscura y laberintos. Si el cine es un sistema de imágenes, comencé a comprender que a Hadzihalilovic se le dan muy bien los sistemas de imágenes.

Entonces, una empresa cinematográfica me envió un enlace sobre la nueva película de Hadzihalilovic, Earwig, y me pidió que organizara una sesión de preguntas y respuestas con ella. No tenía tiempo.

Además, había dejado de entrevistar a cineastas hace 20 años, y ya no estoy seguro de si realmente creo en las sesiones de preguntas y respuestas. Pero ella es tan especial que no pude decir que no. Así que le envié algunas preguntas por correo electrónico.

MC: Si tu nombre no estuviera en el cartel de tu nueva película, Earwig, creo que aún así habría adivinado que la hiciste tú. ¿Te complace tener un tono reconocible.


LH: Sí, me complace. Sería triste sonar o parecerme a otra persona, siempre y cuando no parezca un cliché de mí misma. Pero a veces me gustaría escapar de mí misma.

En la sala de edición, con frecuencia me preocupa que mis escenas sean demasiado lentas, que pueda aburrir al público. Tú utilizas un ritmo pausado y solo revelas las cosas poco a poco. Eso es tener una gran confianza, ¿no es así? ¿De dónde viene esa confianza?

Intento encontrar el ritmo adecuado que situará al público en un determinado estado mental, un estado alterado cercano al de los personajes, un ritmo que sumergirá al público en el mundo de la película, que le hará sentir el ambiente de los lugares y los personajes. Con mi editor, intentamos acelerar algunas escenas, pero se volvieron insípidas. Un ritmo lento aporta intensidad. También es una forma de alentar al público a concentrarse en los detalles a través de los cuales se cuenta la historia, en lugar de los diálogos y la acción. Para profundizar en el ambiente de las escenas.

Para mí, algunas películas que tienen un ritmo rápido y muchos cortes pueden ser extremadamente aburridas. El aburrimiento no necesariamente está causado por el ritmo, sino por la estética y el contenido. Sé que no voy a complacer a todos, pero para algunos espero que sea gratificante.

Earwig tiene tintes de historia. ¿Cuál es tu opinión sobre las historias? Muchas veces siento que una película puede tener demasiada historia, que puede ser una especie de bravucón, un poco machista.

Por una parte, me gusta cuando la historia es sencilla, incluso minimalista. Nos permite concentrarnos en los verdaderos aspectos cinematográficos de la película. Y en los sentimientos y las emociones.

No me gusta cuando se revela todo, cuando lo explican. Me gusta tener que adivinar, y me gusta tener tiempo para sentir y pensar. Me gustan los vacíos en la narración, son muy atractivos. El hecho de tener que llenar los vacíos o de preguntarme por los espacios difusos me involucra mucho más en la película y hace que la experiencia sea más íntima. Intento involucrar al público de mis películas de la misma manera.

¿Preferirías haber dirigido en la época del cine mudo?

Existía una fe en el poder de las imágenes, una intensidad y con frecuencia una poesía en el cine mudo que es maravillosa y que hemos perdido. Un encanto respecto a esta nueva forma de arte que debe haber sido realmente emocionante de experimentar.

Además, el cine mudo puede aproximarse mucho al lenguaje de los sueños, lo cual me resulta muy atractivo. Pero en la época muda habría extrañado el uso de la banda sonora.

¿Qué pintores te gustan? Tus imágenes y situaciones me recuerdan a Paula Rego o Puvis de Chavannes.

Me gustan muchísimo los pintores simbolistas como Odilon Redon, Ferdinand Knopf o Léon Spilliaert. O los pintores nórdicos europeos como Munch o Gallen-Kallela. Me gusta la forma en que suelen mezclar la naturaleza y la mitología. Algunos pintores surrealistas también son muy inspiradores: De Chirico, Tanguy, Toyen, Štyrský o Dorothea Tanning, por ejemplo.

El gran productor de cine Jeremy Thomas dice que todos tenemos una caja secreta en nuestra cabeza. ¿Qué hay en tu caja secreta?

Debería permanecer en secreto.

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Romane Hemelaers como Mia en Earwig. Foto: Anti-Worlds/Petit Film/FraKas/BFI/Channel Fou

Si conocieras a Rembrandt, ¿qué le preguntarías?

Supongo que me gustaría que hablara sobre su arte de la iluminación y el “clair-obscure”, la distribución de la luz y la sombra. Y me encantaría hablar con él de El elogio de la sombra, un ensayo escrito por Junichiro Tanizaki en 1933 sobre la estética japonesa y el poder de la oscuridad y el silencio.

Si conocieras a Greta Garbo, ¿qué le preguntarías?

No le hablaría, pero la veneraría como la “fundadora de un culto religioso llamado cine “, como diría Federico Fellini. En este culto, una de las principales diosas es Marlene Dietrich.

¿Qué es lo que realmente te asusta?

Perder el control de mi cuerpo y de mi mente, estar “poseída”; un tipo de miedo que sentí muy intensamente cuando era adolescente después de ver El Exorcista.

¿Alguna vez has llorado con algo por su belleza visual?

Algunas películas japonesas, como las de Mizoguchi, Naruse o Kinoshita, son capaces de hacerte llorar por su belleza y sutileza. El cine japonés muestra un gran amor y una gran dedicación al arte, lo cual es extremadamente conmovedor. Estas películas me producen un fuerte sentimiento de nostalgia, así como las películas Stalker: La zona y El espejo de Andrei Tarkovsky.

La pintura también puede ser muy conmovedora. Hace poco vi una exposición de Georgia O’Keeffe. La vibración de los colores era tan hermosa que provocaba reacciones físicas, como las lágrimas.

¿Has evolucionado como artista? Si es así, ¿has tenido que forzarte a hacerlo, o el cambio se produce de forma natural?

No estoy segura de haber evolucionado mucho. Después de mi película Innocence me sentí más segura para explorar mundos imaginarios. Y con Earwig, gracias a Brian Catling (autor de la novela y también artista visual), me metí por primera vez en la cabeza de un personaje masculino adulto, dejé que la violencia estallara más de lo habitual, y jugué con el tiempo y la cronología en lugar de contar con una narración lineal, algo que lo hace más cercano a la lógica onírica.

En cambio, para mi próximo proyecto espero explorar una narrativa más realista y directa. Lo que me ayuda o me obliga a evolucionar es la colaboración con mis colegas: los coguionistas y los editores, así como los directores de fotografía. Y las reacciones del público.

Earwig se estrenará en cines el 10 de junio.

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