La sonda Gaia revela el ADN estelar y ‘terremotos estelares’
Las observaciones de la sonda Gaia de la Agencia Espacial Europea abarcan casi dos mil millones de estrellas, y ahora incluyen detalles como las composiciones químicas y las temperaturas estelares. Foto: ESA

Los astrónomos presentaron el estudio más detallado sobre la Vía Láctea, revelando miles de “terremotos estelares” y ADN estelar, además de ayudar a identificar los rincones más habitables de nuestra galaxia.

Las observaciones de la sonda Gaia de la Agencia Espacial Europea incluyen casi 2 mil millones de estrellas –alrededor del 1% del total de la galaxia– y permiten a los astrónomos reconstruir la estructura de nuestra galaxia y averiguar la forma en que ha evolucionado a lo largo de miles de millones de años.

Los estudios anteriores realizados por Gaia, una nave espacial robótica lanzada en 2013, han identificado el movimiento de las estrellas que componen nuestra galaxia con un detalle excepcional. Al rebobinar estos movimientos, los astrónomos pueden elaborar un modelo de cómo se ha transformado nuestra galaxia con el paso del tiempo. Las últimas observaciones aportan detalles sobre las composiciones químicas, las temperaturas estelares, los colores, las masas y las edades a partir de la espectroscopia, que consiste en dividir la luz de las estrellas en diferentes longitudes de onda.

Estas mediciones revelaron de forma inesperada miles de terremotos estelares, eventos catastróficos similares a un tsunami en la superficie de las estrellas. “Los terremotos estelares nos enseñan mucho sobre las estrellas, en particular, sobre su funcionamiento interno”, comentó Conny Aerts, de la Universidad KU Leuven en Bélgica, que es miembro de la colaboración del proyecto Gaia. “Gaia está abriendo una mina de oro para la astrosismología de las estrellas masivas”.

El doctor George Seabroke, investigador asociado senior del laboratorio de ciencias espaciales Mullard del University College de Londres, comentó: “Si puedes ver cómo estas estrellas cambian de brillo a mitad de la Vía Láctea, si estuvieras cerca de ellas, sería como si el sol cambiara de forma delante de tus ojos”.

La sonda Gaia está equipada con una cámara de mil millones de pixeles –la más grande jamás vista en el espacio–, completada con más de 100 sensores electrónicos. El último conjunto de datos representa el mapa químico más grande de la galaxia hasta la fecha, ya que cataloga la composición de seis millones de estrellas, diez veces más que el número medido en los anteriores catálogos terrestres.

El material del que están compuestas las estrellas nos puede indicar su lugar de nacimiento y su viaje posterior, además de permitirnos desentrañar la historia de la Vía Láctea. Las primeras estrellas primordiales, formadas poco después del Big Bang, solo tenían elementos ligeros disponibles –hidrógeno y helio–. Estas estrellas produjeron las primeras supernovas que enriquecieron las galaxias con metales y elementos como el carbono y el oxígeno, y con las sucesivas generaciones de estrellas comenzaron a estar disponibles más elementos pesados. La composición química de una estrella es algo parecido a su ADN, ya que nos proporciona información crucial sobre su origen.

La sonda Gaia reveló que algunas estrellas de nuestra galaxia están formadas por material primordial, mientras que otras, como nuestro Sol, están compuestas por materia enriquecida por generaciones anteriores de estrellas. Las estrellas que se encuentran más cerca del centro y del plano de nuestra galaxia tienen un mayor contenido en metales en comparación con las estrellas que se encuentran a mayor distancia. Gaia también identificó estrellas que originalmente procedían de galaxias diferentes a la nuestra, según su composición química.

“Nuestra galaxia es una bella mezcla de estrellas”, comentó Alejandra Recio-Blanco, del Observatorio de la Costa Azul en Francia, quien es miembro de la colaboración Gaia. “Esta diversidad es extremadamente importante, porque nos cuenta la historia de la formación de nuestra galaxia”.

Seabroke señaló que el rastreo del “gradiente de metalicidad” a través de la galaxia puede contribuir a ubicar las regiones habitables de la Vía Láctea. “Si el Sol hubiera nacido en una región con una metalicidad mucho más alta, se generarían muchas más supernovas, lo que supondría un riesgo para la vida en la Tierra”, explicó.

El título de este artículo fue modificado el 13 de junio de 2022. La versión original hacía referencia al ADN “stella”. La ortografía correcta del término es “stellar”.

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