Gilberto Gil: ‘Bolsonaro tiene una visión retrógrada del mundo’
'Una inspiración para generaciones de compositores e intérpretes'... Gilberto Gil. Foto: Amanda Perobelli/Reuters

La leyenda de la música brasileña Gilberto Gil ha grabado más de 50 álbumes, que engloban la samba, el rock, el funk, la bossa nova, el reggae, el forró y la música disco, además del sonido libre del tropicalismo, el movimiento que ayudó a crear en los años 60.

Quizá haya músicos que puedan presumir una diversidad y un éxito similares, pero no existe ninguno que se haya presentado en la Organización de las Naciones Unidas con el secretario general acompañándolo en la percusión.

A finales de la década de 1980, Gilberto Gil, que nació en 1942, dejó que floreciera su faceta política, así como su lado musical, y se convirtió en concejal de Salvador. Alcanzó un cargo más alto en 2003, cuando un Gil con rastas aceptó el cargo de ministro de Cultura para el entonces presidente, Luíz Inácio “Lula” da Silva. Ese año, interpretó su éxito de 1979 Toda Menina Baiana en el escenario de la ONU en Nueva York, acompañado de Kofi Annan. Permaneció en el cargo hasta 2008, un periodo que el escritor y compositor Luiz Antônio Simas califica como “extraordinario, porque demostró que la cultura tiene lugar en una dimensión cotidiana: en la esquina, en el bar, en la plaza. Fue una política tan avanzada que debería haberse convertido en un modelo”.

En cambio, el ministerio de Cultura fue disuelto en 2019 al inicio del gobierno de extrema derecha de Jair Bolsonaro, el cual recortó fondos y comenzó a satanizar el sector. En una videollamada desde Perugia, Italia, durante una gira por Europa para celebrar su 80º cumpleaños, Gil no oculta su disgusto.

La regresión a la que nos sometieron es impresionante. Pero ¿qué podemos esperar de una persona que prefiere abrir un club de tiro en lugar de una biblioteca?“, comenta. “Es una visión del mundo retrógrada, conservadora, que demuestra una oposición a cualquier tipo de avance, que no quiere vivir en la agilidad del futuro y los retos permanentes que esto implica”.

Uno de los fundadores de la ONG ecologista Onda Azul en 1991, Gil solía decir que ha estado trabajando por el medio ambiente desde que se concibió como ciudadano. Sin embargo, últimamente esta labor ha aumentado, califica la deforestación del Amazonas, propiciada por Bolsonaro, como “una enorme depreciación de la imagen de Brasil en el mundo. Es como si nos estuviéramos volviendo menos civilizados”.

En 2017, Gilberto Gil se unió a músicos como Elza Soares y Maria Bethânia para grabar la canción Demarcação Já! a favor de la demarcación de las tierras indígenas; en 2021, participó en un festival en línea para recaudar fondos para una ONG al servicio de los pueblos indígenas y grabó la canción Refloresta en apoyo de una campaña contra la deforestación. Comenta que el asesinato de Bruno Pereira y Dom Phillips el mes pasado fue “un crimen bárbaro”, y describe a los dos hombres, que estaban documentando incursiones en las tierras indígenas, como “dos agentes importantes en la lucha por la conservación de nuestra riqueza natural y la viabilidad de un futuro con relaciones medioambientales más justas y más equilibradas. Pero el sentimiento de dolor fortalece la lucha”.

Gil, que nació en Salvador, Bahía, ciudad ubicada al noreste del país, saltó a la fama a los 25 años con la canción Domingo no Parque. Influido por The Beatles y el escritor modernista Jorge Amado, Gil escribió sobre un triángulo amoroso que termina en un asesinato en un parque de atracciones en Salvador. Interpretada por primera vez durante un festival de música en la televisión brasileña en 1967, Domingo no Parque impactó al público con su mezcla de música tradicional brasileña y las guitarras psicodélicas de Os Mutantes, el grupo que lo acompañó en el escenario.

La canción estaba incluida en su álbum autotitulado de 1968 y es considerada la chispa que hizo estallar el tropicalismo, un movimiento contracultural y ultracosmopolita que también incluía el arte visual, la poesía, el teatro y el cine. Su vitalidad anárquica no solo impulsó el arte, sino también una política antiautoritaria que encolerizó a la dictadura militar brasileña. Gil continuó su debut con el álbum de culto Tropicália: ou Panis et Circenses, publicado ese mismo año en el que participó lo mejor del resto de los tropicalistas: Caetano Veloso, Gal Costa, Tom Zé y Os Mutantes. “Tropicália se ajustaba mucho al zeitgeist de finales de los 60: la lucha de los estudiantes, los cambios en las costumbres, las rupturas”, recuerda Gil. “Este trasfondo tiene muchas similitudes con la actualidad, tal vez por eso Tropicália sigue pareciendo una obra muy actual”.

El movimiento repercute en la música de nuevos grupos, como O Terno y BaianaSystem, y tiene famosos seguidores fuera de Brasil. “Esta música, tan sofisticada como popular, ha sido fuente de inspiración para las nuevas generaciones de compositores e intérpretes”, escribe David Byrne en el texto en la carátula de la nueva versión remasterizada del álbum recopilatorio Beleza Tropical, publicado por primera vez en 1989.

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‘Buenos recuerdos’… Gilberto Gil y Caetano Veloso durante su exilio en Londres. Foto: Archive Caetano

A finales de 1968, Gil y Caetano Veloso fueron detenidos y encarcelados por el gobierno, que estaba intensificando la represión contra sus opositores. La acusación oficial fue que “incitaban a la juventud a la rebelión”. En 1969, el dúo se vio obligado a dejar el país (la presentación de despedida en Salvador, llevada a cabo el mismo día en que Neil Armstrong llegó a la luna, fue grabada y publicada tres años después como el disco Barra 69). El dúo se mudó a Londres durante dos años en los que Gil vio tocar a los Stones en vivo, descubrió el reggae, se enamoró de los Monty Python, grabó un disco (con un cover de Can’t Find My Way Home, de Steve Winwood), se convirtió en aficionado del Chelsea y participó en las conversaciones que desembocaron en la creación del festival de Glastonbury en 1970.

“El festival fue el resultado de una gran articulación entre la comunidad hippy y toda la contracultura que existía en Inglaterra en aquella época. Y como asistí a estos grupos, terminé siendo invitado a participar en algunas reuniones sobre un granjero que ofrecía su terreno para un gran evento al aire libre”, recuerda con una sonrisa. “Así que, a pesar de toda la dureza del exilio, tengo muy buenos recuerdos de Londres”.

Regresará a la ciudad la próxima semana para su gira We the People, con una banda acompañante que incluye hijos, yernos, nueras y nietos. Los preparativos quedaron plasmados en la serie de Amazon At Home with the Gils; en cinco conmovedores episodios, la serie muestra los ensayos de la gira y un retiro familiar en la casa de campo del artista en Río de Janeiro. Gil siempre es el centro de la calma de todo.

Gil comenta que con el paso de los años se acostumbró a tener cámaras a su alrededor, “pero que me grabaran con toda la familia, con mis hijos y mis nietos, fue una novedad. Más que nada, esta serie sirve como un documento para que yo pueda, en algún momento de mi vida, regresar y ver crecer a mis dos nietas”.

Otro nuevo proyecto es The Rhythm de Gil, una exposición en línea en Google Arts & Culture. Con 41 mil imágenes y 900 videos, profundiza en su historia y presenta un gran acontecimiento: un álbum perdido desde hace mucho tiempo.

La hostilidad del gobierno contra él amainó un poco a principios de los años 70 y Gil negoció su regreso a Brasil en 1972, sumando una serie de álbumes exitosos. En 1982, el director de Warner Music Brasil lo convenció para que grabara un álbum en inglés. Gil grabó nueve canciones –entre ellas una con Roberta Flack– durante dos semanas en un estudio en Broadway, en Nueva York, sin embargo, a su regreso a Brasil decidió archivarlo. “Era un buen disco, con excelentes músicos, con los que tenía una gran relación”, explica. “Pero pensé que le faltaba el sabor brasileño”.

El álbum sin título durante mucho tiempo fue dado por perdido: las grabaciones maestras desaparecieron de los archivos de la discográfica y Gil perdió contacto con su productor, Ralph MacDonald. Entonces, en 2019, se encontraron las nueve canciones en un cassette, acumulando polvo en el sótano de la empresa de producción de Gil en Río de Janeiro, durante un trabajo de investigación para el proyecto de archivos de Google.

“Encontrar este disco después de 40 años fue algo extraordinario”, comenta Gil. “Me hizo recordar ese momento, al volver a escuchar en mi voz ese esfuerzo para cantar correctamente en inglés. Este reencuentro me hizo apreciarlo de una manera que no pude hacerlo en ese momento. Es una de las bellezas de este proyecto, recicla todo lo que he hecho en mi carrera y lo reestrena en otro plano de posibilidades”.

Cuando regrese de la gira, lanzará una colección de NFTs inspirada en la visionaria letra de Futurível, una canción del álbum Cérebro Eletrônico, de 1969, escrita cuando estuvo en la cárcel (“Serás transmutado en energía / Tu segunda etapa humanoide comienza hoy / Mantén la calma, comencemos la transmisión / Mi sistema cambiará tu dimensión”). También seguirá creando música, recientemente colaboró con el grupo As Ganhadeiras de Itapuá, el colectivo de reggae Digitaldubs y el rapero Emicida. A sus 80 años, Gilberto Gil me asegura que aún encuentra la belleza en la creación musical.

“El artista que se inspira en la poesía y en el desafío creativo de la palabra cantada siempre tiene algo que decir. Y me gusta este bordado, me gusta coser palabras en el tejido de la música. Por eso, hasta que las fuerzas que proporcionan este trabajo desaparezcan, seguiré respondiendo la petición de ese joven cantante que quiere una colaboración, o de ese nuevo autor que pide una letra. Como dice el refrán: mientras haya bambú, habrá una flecha”.

Gilberto Gil se presentará en el Liverpool Philharmonic Hall el 27 de julio; en el Barbican, en Londres, el 30 de julio; y en el festival Womad el 31 de julio.

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