Estoy durmiendo con mi compañero de casa. Era una mala idea, pero me siento muy atraída por él
'Existe un límite para el resentimiento que podemos sentir hacia una persona por no cumplir las expectativas que nosotros mismos hemos creado'. Pintura: El beso robado, de Jean-Honore Fragonard, alrededor de 1787. Foto: Ian Dagnall Computing/Alamy

Debido a una combinación de timidez, inseguridad y por encontrar la intimidad dolorosa, tengo mucha menos experiencia en lo que respecta a las relaciones en comparación con lo que mi edad (principios de los 30) podría sugerir. Solo he tenido una relación seria y duradera. Unos meses después de que terminara, empecé a tener una relación casual con uno de mis compañeros de casa.

Desde el principio supe que era una mala idea, pero me sentía (aún me siento) muy atraída por él.

A veces se ha sentido como una relación “real”, sin embargo, él también puede llegar a ser muy inmaduro. Después de ser “casual” pero sin ver a nadie más que a mí durante casi un año, recientemente tuvo un encuentro que me dejó sintiéndome rechazada, celosa y dolida, sobre todo porque pude escuchar todo. Le hice saber mis sentimientos y él se disculpó mucho.

Él me preguntó si podía verme a mí misma todavía durmiendo con él si él empezaba a ver a otras personas. Realmente no estoy bien con esto. Sé que lo lógico es dejar de dormir con él, pero no estoy segura de poder resistir la tentación. Sé que tengo que empezar a buscar una relación de verdad, pero me aterra el proceso. ¿Estoy siendo demasiado terca e inflexible, o mis recelos son justificados?*

Eleanor comenta: En nuestras primeras relaciones sentimentales, independientemente de que tengamos 15 o 50 años, existe una lección que solemos aprender por las malas: existe un límite para el resentimiento que podemos sentir hacia alguien por no cumplir las expectativas que nosotros mismos hemos creado.

Por supuesto, no es especialmente amable que este compañero de casa se acueste con otra persona en la habitación de al lado (¿por qué no ir a la casa de la cita?). Pero si él siempre ha calificado esta relación como “casual” y ha dicho que quiere ver a otras personas, entonces ese es el límite superior de lo que es: no es especialmente amable. No llegamos a tener mucho más que un destello de indignación o decepción cuando alguien nos dice exactamente cuán bajo debemos fijar nuestras expectativas y luego las cumple con precisión. Se han roto muchos corazones por su propio optimismo infundado: cuando alguien te muestra lo que debes esperar de él, créele.

Una característica molesta de las conexiones románticas es que se forjan mediante una especie de subasta mutua: cada persona tiene que volverse vulnerable mostrando cada vez más interés, y después contener la respiración y esperar que la otra persona sienta lo mismo. Uno levanta la paleta con una invitación tentativa para volver a verse, y ellos también lo hacen; te piden que te reúnas con amigos o familiares y a ti eso te parece una buena noticia. No obstante, como la mayoría de las personas con las que salimos no son las personas con las que vamos a pasar nuestra vida, casi todas las relaciones llegan a un momento en el que una de las personas no levanta la paleta. ¿Una quinta cita? No, gracias. ¿Exclusividad? No para mí. Duele, es vergonzoso, da la sensación de que estamos cantando el coro justo cuando todos los demás se callan, pero tenemos que encontrar la manera de crear un buen escudo para estos momentos; para considerarlos como nada más que información útil. Quieres tener una relación con alguien que esté entusiasmado contigo, por eso el hecho de descubrir que esa persona no está entusiasmada es una buena noticia.

A corto plazo, yo intentaría extinguir la atracción por este hombre. Como gran parte del deseo está relacionado con la posibilidad y lo desconocido, podrías intentar centrarte en lo conocido. Lo que me cuentas de él es que él no quiere tener una relación contigo y que crees que es un poco inmaduro. El hecho de centrarte en esos aspectos, en lugar de en lo que él podría ser, podría ayudar a quitarle oxígeno al enamoramiento.

A largo plazo, creo que esta experiencia encierra un valioso conocimiento, como la fortuna en una galleta. Podrías llevarla contigo cuando busques relaciones diferentes: intenta no atar tu felicidad a la esperanza de que otra persona cambiará de opinión. Esto es algo que muchas personas olvidan, incluso después de décadas de matrimonio establecido.

Sea cual sea el cambio de mentalidad que esperas de forma privada –que quiera la exclusividad, que quiera o no quiera tener hijos, que decida mudarse de ciudad, que consiga un trabajo o que lo deje–, no arriesgues tu futuro por ello. La posibilidad de que alguien empiece a querer algo que actualmente no quiere no es una apuesta segura para jugarse el corazón.

*Esta carta fue editada por su longitud.

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