Tocar música en la infancia está vinculado a una mente más ágil en la vejez, dice estudio
Las personas que tienen mayor experiencia tocando un instrumento mostraron una mayor mejora a lo largo de su vida en una prueba de capacidad cognitiva, indica un estudio de la Universidad de Edimburgo. Foto: José Luis Peláez Inc/Getty Images

Es posible que el rockero envejecido que se aferra a su juventud sea una imagen de burla, sin embargo, las investigaciones sugieren que debería ser envidiado por su agilidad mental.

Los investigadores descubrieron una relación entre el aprendizaje de un instrumento musical en la infancia y la mejora de las habilidades mentales en la vejez. Las personas que tienen más experiencia tocando un instrumento musical muestran una mayor mejora a lo largo de su vida en una prueba de capacidad cognitiva en comparación con las personas que tienen una menor o nula experiencia, indicó un estudio de la Universidad de Edimburgo.

Los investigadores descubrieron que esto ocurría incluso cuando se tomaba en cuenta su estatus socioeconómico, su nivel de estudios, su capacidad cognitiva en la infancia y su salud en la edad avanzada.

No obstante, el profesor emérito Ian Deary, exdirector del Centro de Envejecimiento Cognitivo y Epidemiología Cognitiva de la universidad, comentó: “Tenemos que hacer hincapié en que la asociación que descubrimos entre la práctica de instrumentos musicales y la mejora cognitiva a lo largo de la vida fue pequeña, y que no podemos demostrar que la primera causó la segunda”.

“Sin embargo, a medida que nosotros y otros buscamos los numerosos y pequeños efectos que podrían contribuir a que los cerebros de algunas personas envejezcan de forma más saludable en comparación con otras, vale la pena realizar un seguimiento de estos resultados”.

De los 366 participantes que formaron parte del estudio, 117 indicaron haber tocado algún instrumento musical, sobre todo durante su infancia y la adolescencia.

El instrumento más frecuente fue el piano, pero también se mencionaron muchos otros instrumentos, como el acordeón, la gaita, la guitarra y el violín.

Las personas que participaron en el estudio formaban parte de la “Cohorte Lothian de Nacimientos de 1936”, un grupo de personas de Edimburgo y de la región de Lothians, nacidas en 1936, que participaron en la Scottish Mental Survey de 1947.

Los individuos realizaron una serie de pruebas sobre funciones físicas y mentales conforme fueron envejeciendo, entre ellas la repetición de la prueba estandarizada de capacidad cognitiva que cada uno de ellos realizó a los 11 años, la cual incluía preguntas que requerían razonamiento verbal, percepción espacial y análisis numérico.

A los miembros de la cohorte que volvieron a realizar la prueba a la edad de 70 años, los investigadores les preguntaron sobre las experiencias musicales que habían tenido a lo largo de su vida, con el objetivo de averiguar si la experiencia musical estaba relacionada con un envejecimiento saludable.

En el estudio, el equipo utilizó modelos estadísticos para buscar asociaciones entre la experiencia de una persona que tocaba un instrumento musical y los cambios en sus habilidades de pensamiento entre los 11 y los 70 años.

La universidad indicó que los resultados aportaban nuevas pruebas de que tocar un instrumento está asociado a beneficios cognitivos pequeños pero detectables en el transcurso de la vida.

Judith Okely, que ahora es profesora de psicología en la Universidad de Napier, comentó: “Estos resultados se suman a la evidencia de que las actividades que representan un reto mental, como aprender a tocar un instrumento musical, podrían estar asociadas a una mejor capacidad de pensamiento”.

Katie Overy, profesora titular de la Facultad de Música Reid de la Universidad de Edimburgo, señaló: “La música tiene mucho que ofrecer como actividad social y divertida, es emocionante descubrir que el aprender a tocar un instrumento musical también puede contribuir a un envejecimiento cognitivo saludable”.

El estudio estuvo financiado por Age UK y el Economic and Social Research Council (Consejo de Investigación Económica y Social) y fue publicado en la revista Psychological Science.

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