‘La presión es la peor de mi vida’: cómo Bill Gates se mantiene optimista
Desde la pandemia de Covid-19, Bill Gates y Melinda French Gates han aportado otros 20 mil millones de dólares a su fundación, con lo cual la donación total asciende a 70 mil millones de dólares. Foto: Kazuhiro Nogi/AFP/Getty

Las cifras son malas, el progreso se ha estancado y todas las tendencias que habían creado esperanza de que el mundo se convirtiera en un lugar más justo están mostrando un cambio radical. No obstante, Bill Gates, que ha invertido miles de millones de dólares en la erradicación de la pobreza, se mantiene “optimista”.

“Sería horrible apartarse solo porque estamos obteniendo malas notas debido a retrocesos inesperados”, explicó a The Guardian en una entrevista exclusiva antes de la publicación el martes del informe anual Goalkeepers de la fundación que él copreside.

Mientras la asamblea general de la ONU se prepara para reunirse en Nueva York la próxima semana, el informe deja claro que la mayoría de los 17 objetivos de desarrollo sustentable acordados por los países miembros en 2015, un “proyecto compartido para la paz y la prosperidad de las personas y el planeta”, no se cumplirán en 2030. “Cuando establecimos los objetivos, definitivamente no esperábamos algo como la pandemia”, indicó Gates.

“Si seguimos financiando adecuadamente la ayuda para el desarrollo, volveremos a estar en el mismo punto que antes de la pandemia dentro de un par de años y partiremos de ahí. Pero en el mejor de los casos se puede decir que se trató de un retroceso de tres o cuatro años. En algunas áreas, incluso peor”.

“Si nos fijamos únicamente en los índices de vacunación infantil, la pandemia supuso un enorme retroceso”, añadió. “Regresamos a los niveles de cobertura de vacunación de 2009“.

Sin embargo, mantener el flujo de fondos es clave, y Gates teme que la generosidad con respecto a las necesidades de África se vea afectada por los “costos y la distracción” de la guerra de Ucrania. Otra distracción que se produjo durante la pandemia de Covid-19 fue que Gates, de 66 años, se convirtió en el objetivo de los conspiracionistas.

“Se han dado algunos casos en los que me he encontrado con gente en público que me grita que estoy introduciendo chips en las personas y eso es algo extraño de ver: ‘Vaya, esas personas de verdad existen, no es solo un robot enviando mensajes locos’.

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Una madre espera a que su hija sea vacunada contra el sarampión en una clínica en Harare, Zimbabue. El sarampión, una de las enfermedades más infecciosas del mundo, se ha controlado gracias a la vacunación infantil. Foto: Tsvangirayi Mukwazhi/AP

“Creo que está empezando a desaparecer”, señaló. “Espero que así sea, resulta trágico si hizo que las personas se mostraran más renuentes a confiar en las vacunas o a usar un cubrebocas donde deberían usarlo”.

“Fue todo un fenómeno; aquí en Estados Unidos, se centró en mí y en Tony Fauci, y a nivel internacional se centró más en mí porque no sabían quién era Tony, ¡realmente se lo perdió!”

“Pero sabes que en cierta manera tampoco te quieres burlar de ello. Aunque es la única forma racional de abordarlo, se trata de algo muy serio. Las innovaciones sobre cómo se consigue la verdad tienen que ser tan interesantes como la gran mentira, nos enfrentamos a eso en varios ámbitos, y no he visto una solución tan buena como creo que a todos nos gustaría ver”.

En julio, el multimillonario a cargo de Microsoft y su exesposa Melinda French Gates anunciaron que iban a aportar otros 20 mil millones de dólares a la fundación benéfica que siguen copresidiendo tras su divorcio. Hasta qué punto es armonioso, pocos en la gran sede de la pareja ubicada en Seattle son lo bastante cercanos como para saberlo, pero la donación total asciende a 70 mil millones de dólares y no da señales de titubear en la lucha contra la pobreza, sobre todo en África, y está aumentando su presupuesto anual en un 50%.

“Es una cuestión de vidas humanas, de que un niño sobreviva, se trata de que a las mujeres se les dé la oportunidad de ser educadas y de formar parte de la economía, y es una cuestión de que la gente no tenga suficientes alimentos”, señaló Gates.

“Incluso antes de la pandemia, la mejora de la agricultura en África, dándoles las mejores semillas posibles, carecía dramáticamente de fondos. No obstante, África tiene más de un 30% de niños desnutridos, lo que significa que sus cerebros y sus cuerpos nunca se desarrollan por completo, y eso tiene que ver con el sistema agrícola. La mala alimentación carece de sentido porque el costo de la tierra, el costo de la mano de obra, es bajo, por lo que la agricultura debería ser su ventaja“.

“Sin embargo, el hecho de que se enfrenten, debido al cambio climático, a unas condiciones de cultivo mucho más difíciles que nunca y que ese cambio climático estuviera completamente causado por las emisiones de gases de efecto invernadero de los países desarrollados… si el mundo tomara en serio la adaptación al clima en contraposición a la mitigación, entonces sin duda estaríamos financiando un sistema de investigación de semillas. Lo financiaríamos en su totalidad”.

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La cascarilla de arroz se quema en un horno para fabricar material para mejorar el suelo a partir de residuos agrícolas en Mwea, Kenia. Los precios de los fertilizantes químicos aumentaron cuando comenzó la guerra de Ucrania. Foto: Thomas Mukoya/Reuters.

En los últimos años, la fundación ha cambiado su enfoque hacia la agricultura, algo que ha generado críticas y controversia. Algunas personas africanas han expresado su preocupación respecto a no tener un lugar en las discusiones, mientras que a los pequeños agricultores les preocupa que sus preocupaciones medioambientales se vean ignoradas por el impulso a la gran agricultura y a las intervenciones corporativas dirigidas por la ciencia.

Gates tiene lo que ha sido descrito como una actitud “evangélica” respecto a la tecnología de edición genética. “África necesita alimentar a sus poblaciones rurales, necesita alimentar a sus poblaciones urbanas, y cuando se produce una escasez de alimentos, no solo es mala la desnutrición y la posible inanición, también se produce una increíble inestabilidad y eso se refleja en la imposibilidad de construir infraestructuras o hacer funcionar el sistema educativo”.

“Así que, para África, particularmente en la zona que llamamos el Sahel, se trata de una situación nefasta y la única compensación es que podríamos, si nos lo proponemos, hacer que África sea autosuficiente en 15 años”, comentó.

“Sin embargo, tenemos que proporcionar una mejor educación a los agricultores, un mejor acceso a los fertilizantes y mejores semillas, y cuando se juntan estas cosas, no solo para los agricultores sino también para las agricultoras, entonces se observará un enorme aumento de la productividad”.

A medida que se agranda la cantidad de problemas a los que se enfrenta el mundo, se hace más difícil decidir en qué se pueden gastar mejor los presupuestos. “Por supuesto, estamos sintiendo esa presión: solo con la guerra de Ucrania, uno quiere invertir más dinero en defensa, quiere subvencionar la electricidad, quiere financiar a los refugiados, quiere ayudar en la grave crisis alimentaria.

“Lo cual es algo distinto a ayudar con la crisis a largo plazo de la productividad de África, por lo que la presión sobre los presupuestos, sobre todo los europeos, es mayor en la actualidad que en cualquier otro momento de mi vida”.

No obstante, recortar el gasto en salud, en su opinión, sería “trágico”.

“En las dos áreas clave de la salud y la agricultura, el impacto para salvar vidas y crear estabilidad es muy, muy dramático”.

“Escribí un memorándum cuando aporté los 20 mil millones de dólares adicionales a la fundación, comentando: ‘No lo estoy haciendo porque el corto plazo se vea sumamente bien’, y es cierto, lo estoy haciendo porque estos son temas importantes y a largo plazo sigo siendo optimista, de que la guerra terminará, los planes de innovación y el tipo de progreso que vimos hasta la pandemia en la reducción de la desnutrición, la reducción de la mortalidad infantil y el conseguir cuentas bancarias digitales para las mujeres, regresarán. Estábamos progresando y podemos volver a hacerlo”.

“En general, se trata de una situación muy difícil, pero le pedimos a las personas: ‘sólo porque sea difícil, no te alejes’. Se trata literalmente de millones de vidas y de la propia estabilidad de estos gobiernos africanos que, cuando las cosas marchan bien, son capaces de sacar a su país de la pobreza y volverse autosuficientes. En general, la ayuda ha sido muy, muy eficaz”.

“Ante todos estos sombríos acontecimientos”, comentó, “la necesidad de invertir, de conseguir las mejores herramientas, de retomar el camino, es muy importante”.

“Aunque no lo cumplamos en 2030, alcanzaremos los objetivos. Solo es una cuestión de cuándo”.

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