Medios y líderes de la Unión Europea culpan al Brexit de la ‘locura’ política de Reino Unido tras la renuncia de Truss
La situación de Liz Truss es 'totalmente insostenible', reportó un periódico español antes de que renunciara al cargo de primera ministra. Foto: Leon Neal/Getty Images

Seis años después del referéndum del Brexit, los observadores continentales se han acostumbrado a los colapsos de Westminster, pero muchos ven en el último cataclismo el final inevitable de un proyecto que siempre estuvo alejado de la realidad.

“Escuchada, tal vez; comprendida, no realmente”, dijo el periódico francés Le Monde sobre Liz Truss ante la noticia de su renuncia. “Una terrible oradora que no podía hacer más que repetir ‘crecimiento, crecimiento, crecimiento’, aparentemente inmune a las críticas… fue rechazada tanto por los ciudadanos como por su propio partido”.

Los líderes políticos expresaron amablemente su pesar. A su llegada a una cumbre de la Unión Europea en Bruselas, Emmanuel Macron comentó que es importante que Gran Bretaña “redescubra la estabilidad política con gran rapidez” en el contexto de la guerra en Ucrania. Describiendo a Reino Unido como un amigo, el presidente francés añadió que “siempre es triste perder a un colega”.

El jefe de Gobierno de la República de Irlanda, Micheál Martin, expresó su solidaridad personal con Liz Truss en lo que describió como “un momento muy difícil” para la primera ministra, aunque él también culpó al Brexit.

“Los problemas han surgido de esa decisión, y desde que se tomó esa decisión”, dijo Martin. “No se ha reflexionado sobre muchos de ellos respecto a lo que fue esencialmente una decisión política, con enormes implicaciones económicas y de mercado”.

El Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia fue menos generoso, al expresar que Gran Bretaña “nunca había conocido a un primer ministro tan desgraciado”. La vocera del Ministerio de Relaciones Exteriores, Maria Zakharova, comentó que Truss será mejor recordada por su “catastrófico analfabetismo”.

Los medios de comunicación continentales tenían pocas dudas sobre la causa de los problemas de la primera ministra. Para el periódico Libération, había “sin duda algo rancio en el té de los conservadores”. Sonia Delesalle-Stolper señaló que el gobierno británico y el Partido Conservador “parecen estar en vías de una total autodestrucción”.

Al igual que la mayoría de los comentaristas europeos, la excorresponsal del periódico en Londres identificó un problema central. “En cuatro meses, el país habrá tenido cuatro cancilleres, dos ministros del Interior y pronto dos primeros ministros”, observó.

Tras una sucesión de “escenas inverosímiles” en el parlamento y en el Número 10 de Downing Street, “¿quién será el sucesor de Liz Truss? Esa es la verdadera gran pregunta. Porque el Brexit, y su principal artífice Boris Johnson, han drenado al partido conservador de toda esencia y competencia”.

Le Monde también consideró la decisión de abandonar la Unión Europea como el origen definitivo de la crisis de Reino Unido. “Desde el referéndum, los gobiernos británicos han demostrado, cada vez con más talento, que el Brexit solo aleja a Reino Unido de la tierra prometida de la soberanía recuperada y la libertad ilimitada”, escribió Sylvain Kahn.

“‘¡Recuperen el control!’ decían todos. No obstante, los británicos distan mucho de hacerlo. Ningún otro miembro de la Unión Europea se encuentra en tal estado… Desde el Brexit, los líderes conservadores británicos han trabajado incansablemente para demostrar que su pertenencia a la Unión Europea distaba mucho del problema”.

Annette Dittert, corresponsal en Londres de la cadena pública alemana ARD, fue otra de las personas que dirigió su atención de forma infalible a la decisión de retirarse. Truss era “ahora la tercera líder conservadora, después de Theresa May y Boris Johnson, que no cumple las promesas del Brexit”, señaló.

Cuando busquen, los historiadores del futuro encontrarán las raíces de la “locura actual” de la política británica en 2016, comentó Dittert. “En primer lugar, porque el Brexit ha dañado la economía de Reino Unido de forma tan perdurable que cualquier incertidumbre adicional en el mercado provoca una agitación mucho más grande que antes”.

“En segundo lugar, porque el Brexit y la ilusión inherente de un Reino Unido soberano que puede seguir su propio camino en el mundo globalizado del siglo XXI, desvinculado de los acontecimientos internacionales, marcó el principio del fin del pensamiento racional en la isla”.

El “dramático fracaso de Truss”, concluyó Dittert, “ahora podría significar el fin de esa ilusión, el principio de algo parecido a un punto de inflexión británico”.

En el periódico Die Zeit, Bettina Schulz también sostuvo que la caída política de Truss podría suponer un momento clave. “El proyecto ideológico extremo del grupo neoliberal dentro del Partido Conservador ha fracasado”, lo que quizás presagia “uno de los puntos de inflexión más importantes en el país desde la votación sobre el Brexit en 2016”, señaló.

Jochen Buchsteiner se expresó en el mismo sentido en el diario Frankfurter Allgemeine Zeitung. “A pesar del Brexit, hay límites en cuanto a lo que puede hacer un gobierno británico”, comentó. “Las políticas que son –como dijo un veterano conservador– ‘tonterías irracionales’ siguen siendo inaplicables incluso después del Brexit”.

En un artículo de opinión titulado Y Reino Unido se rompió en el periódico español El País, Ángel Ubide dijo que la larga tradición de Reino Unido de “eficiencia burocrática y diplomática, y la ventaja de un idioma universal” le había dado “un aura de credibilidad”.

No obstante, continuó: “Todo tiene su límite. La coalición proBrexit capturó la clase dirigente política británica en 2016, y ha ido erosionando poco a poco esa credibilidad hasta que, como casi siempre sucede, se agotó repentinamente”.

El corresponsal del diario La Vanguardia en Londres, Rafael Ramos, se mostró filosófico. “En la literatura y el arte, el absurdo es la tendencia a evitar las limitaciones de lo lógico, a rehuir la experiencia y la realidad, y a entregarse a lo irracional y lo arbitrario”, escribió. “En política, esto es lo que estamos observando en el Reino Unido”.

Celia Maza, del periódico El Confidencial, fue aún más contundente al sugerir que Reino Unido otra vez corría el riesgo de convertirse en “el miembro débil de Europa”, mientras que el diario danés Politiken describió una atmósfera de “caos y pánico”.

En Italia –con cuyo habitual caos político The Economist comparó esta semana al del Reino Unido– el diario Corriere della Sera concluyó que, independientemente de cómo termine “esta saga”, se había desmoronado la credibilidad de Gran Bretaña.

Luigi Ippolito escribió que la debacle –comparada por algunos comentaristas con la guerra del Sinaí y el fin de las ambiciones imperiales de Gran Bretaña– “ha desenmascarado la ilusión postBrexit de ser un país totalmente soberano que puede ignorar las realidades internacionales. Ya nadie es una isla”.

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