El jefe de la ONU advierte que ‘estaremos condenados’ si no se alcanza un pacto climático histórico
Invitados llegando el viernes al centro de convenciones que alberga las negociaciones de la COP27 en Sharm el-Sheikh, Egipto. Foto: Peter de Jong/AP

Los países ricos deben firmar un “pacto histórico” con los países pobres en materia climática o “estaremos condenados”, advirtió el secretario general de la ONU, António Guterres, en un momento en el que el abismo entre los países desarrollados y los que están en vías de desarrollo ha puesto en peligro las negociaciones sobre el cambio climático.

La dura advertencia surge en el momento en que los líderes mundiales comienzan a reunirse para la cumbre climática de la ONU COP27, que iniciará el domingo en Sharm el-Sheikh, Egipto, pero que incluso los anfitriones admiten que será la más difícil en al menos una década.

La COP27 se lleva a cabo en medio de las peores tensiones geopolíticas de los últimos años, a causa de la guerra de Ucrania, de una crisis mundial del costo de la vida que se agrava y de un creciente pesimismo económico.

No obstante, se debe cerrar el abismo para que la humanidad tenga la esperanza de evitar los peores estragos del colapso climático, señaló Guterres.

“No hay forma de que podamos evitar una situación catastrófica, si los dos (los países desarrollados y los países en vías de desarrollo) no son capaces de establecer un pacto histórico”, comentó a The Guardian en una entrevista en la víspera de la cumbre. “Porque al nivel actual, estaremos condenados”.

Los países desarrollados no han logrado reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero con la suficiente rapidez y no han aportado el dinero necesario para que los países pobres puedan hacer frente a los fenómenos meteorológicos extremos resultantes.

La flagrante desigualdad climática entre los países ricos, responsables de la mayor parte de las emisiones, y los pobres, que soportan la mayor parte de los impactos, ahora es el mayor problema en las negociaciones, según dijo Guterres.

“Las políticas actuales (sobre el clima) serán absolutamente catastróficas”, señaló. “Y la verdad es que no podremos cambiar esta situación si no se establece un pacto entre los países desarrollados y las economías emergentes”.

Guterres ha recibido críticas de algunos sectores por su retórica cada vez más severa sobre la crisis climática, advirtiendo sobre el “suicidio colectivo”, la “carnicería” que se avecina y el “código rojo” para la humanidad.

No obstante, insistió en que se negaría a atenuar su lenguaje apocalíptico, ya que la rápida aceleración de la emergencia climática era actualmente muy grave.

“Por la sencilla razón de que nos estamos acercando a los puntos de inflexión, y los puntos de inflexión harán que (el colapso climático) sea irreversible”, comentó. “Ese daño no nos permitiría recuperarnos ni contener el aumento de la temperatura. Y a medida que nos acercamos a esos puntos de inflexión, tenemos que aumentar la urgencia, tenemos que aumentar la ambición, y tenemos que reconstruir la confianza, principalmente la confianza entre el Norte y el Sur”.

Los puntos de inflexión son umbrales en el sistema climático que, cuando son superados, provocan efectos en serie. Entre ellos se encuentra el derretimiento del permafrost, que libera metano, un potente gas de efecto invernadero que fomenta un mayor calentamiento, y el punto en el que el Amazonas, que se está secando, deje de ser un absorbente y se convierta en una fuente de carbono, situación que los científicos temen que se produzca muy pronto.

“Nos estamos acercando a puntos de inflexión que crearán efectos irreversibles, algunos de ellos difíciles incluso de imaginar”, advirtió.

También pidió que Estados Unidos y China reconstruyan su fracturada relación, la cual ha caído a nuevos mínimos este año, pero que según Guterres es “crucial” para la acción climática. “Es necesario restablecerla porque sin esos dos países trabajando juntos, será absolutamente imposible revertir las tendencias actuales”, señaló.

Guterres, junto con el gobierno egipcio, convocará a los líderes mundiales al inicio de la cumbre de la COP27 para intentar rescatar un conjunto de negociaciones climáticas poco prometedoras. Este año, las relaciones geopolíticas se han visto afectadas por la guerra en Ucrania, junto con el aumento de los precios de los combustibles fósiles y de los alimentos, lo cual ha provocado una crisis del costo de la vida en todo el mundo, así como el incumplimiento de las promesas hechas por los gobiernos –incluido el Reino Unido– en la cumbre de la COP26 celebrada el año pasado en Glasgow.

El pacto que Guterres tiene en mente exigiría a las grandes economías un mayor esfuerzo en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y proporcionaría a los países pobres un salvavidas financiero. Esto era necesario para restaurar la “confianza”, señaló.

La falta de confianza, en las negociaciones sobre el cambio climático, se traduce en falta de dinero. Los países ricos debían aportar al menos 100 mil millones de dólares al año antes de 2020 para ayudar a los países pobres a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero y adaptarse a los efectos de la crisis climática.

Sin embargo, el objetivo se ha incumplido en repetidas ocasiones, y se volverá a incumplir este año, mientras los países pobres ya sufren catástrofes climáticas, como las inundaciones récord registradas en Pakistán y la sequía récord en África.

Un “pacto histórico” entre los países ricos y pobres implicaría nuevos compromisos claros en materia de financiamiento y que los países ricos y las economías emergentes reforzaran sus objetivos de reducción de emisiones, indicó Guterres.

También exigiría avances en la polémica cuestión de las “pérdidas y daños”, que probablemente será un punto conflictivo en la COP27. Las pérdidas y los daños aluden a los efectos más devastadores de las condiciones meteorológicas extremas, ante las cuales es imposible adaptarse, y los países pobres desean que exista un mecanismo de financiamiento que permita rescatar y rehabilitar a los países cuya infraestructura física y social ha quedado destruida por los desastres relacionados con el clima.

“La cuestión de las pérdidas y los daños ha sido pospuesta, y pospuesta, y pospuesta”, dijo Guterres. “Tenemos que garantizar que haya una aceptación de responsabilidades y que haya un apoyo efectivo para los países que sufren los niveles más dramáticos de pérdidas y daños”.

Los países ricos lograron recaudar 16 billones de dólares para hacer frente a la pandemia del Covid-19, señaló. Pero para los países pobres ni siquiera se ha producido un alivio de la deuda que les permita hacer frente a los efectos agravados del Covid-19, el aumento del costo de la vida, el clima y la fortaleza del dólar, que ha encarecido sus pagos.

“Existe un sentimiento de frustración (en los países en vías de desarrollo) que es real y que merece una respuesta”, indicó. En los últimos meses ha pedido que se aplique un impuesto sobre las ganancias inesperadas de las empresas petroleras y de gas, una petición que repetirá en Sharm el-Sheikh.

En la cumbre del año pasado celebrada en Glasgow, los países acordaron enfocarse en limitar el aumento de la temperatura global a 1.5°C por encima de los niveles preindustriales, sin embargo, informes recientes de la ONU han demostrado que las políticas actuales elevarían las temperaturas en aproximadamente 2.5°C.

Guterres comentó que las posibilidades de cumplir el objetivo son escasas. “Todavía tenemos una oportunidad, pero la estamos perdiendo rápidamente”, dijo. “Yo diría que el 1.5°C está en terapia intensiva, y las máquinas están fallando. Así que, o actuamos inmediatamente y de forma contundente, o estará perdido y probablemente para siempre”.

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