COP27: Países ricos ceden en la ayuda climática destinada a países pobres
Una activista contra el cambio climático en Egipto envía un mensaje a los delegados de la cumbre climática COP27. Foto: Mohamed Abd El Ghany/Reuters

Los países más pobres del mundo lograron una victoria histórica en la cumbre climática COP27, después de que los países acordaran la creación de un fondo para ayudar a los países pobres afectados por las catástrofes climáticas, pero aplazaron la aprobación de un acuerdo más amplio que define la determinación mundial de luchar contra el cambio climático.

Después de unas tensas negociaciones que se prolongaron durante toda la noche, la presidencia egipcia de la COP27 hizo público a primera hora del domingo el borrador de un texto para un acuerdo global, y de forma simultánea convocó una sesión plenaria para aprobarlo como acuerdo final y global para la cumbre de la ONU.

En la sesión se aprobó la disposición del texto de crear un fondo de “pérdidas y daños” para ayudar a los países en vías de desarrollo a sufragar los gastos inmediatos derivados de fenómenos provocados por el clima, como tormentas e inundaciones.

Sin embargo, la cumbre postergó muchas de las decisiones más polémicas sobre el fondo para el próximo año, momento en el que un “comité de transición” hará recomendaciones para que los países las adopten en la cumbre climática COP28 que se llevará a cabo en noviembre de 2023.

Los países en vías de desarrollo llevan más de una década pidiendo ayuda para “pérdidas y daños” –es decir, ayuda financiera para rescatar y reconstruir los países afectados por desastres relacionados con el clima–. Sin embargo, los países ricos se han negado hasta ahora, proporcionando en cambio una cantidad limitada de dinero para ayudarlos a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y construir defensas contra los fenómenos meteorológicos extremos.

“Los ánimos son muy altos”, señaló Jean Su, director de justicia energética del Centro para la Diversidad Biológica. “Las naciones vulnerables al clima y la sociedad civil están encantadas con el gran paso que supone la creación de un fondo de pérdidas y daños, que lleva gestándose desde hace más de una década”.

Maisa Rojas, ministra de Medio Ambiente de Chile, calificó el fondo como un “paso histórico”.

El acuerdo seguía siendo incierto mientras el reloj avanzaba en la extensión de la cumbre climática COP27 de la ONU en Egipto, que se prolongaba mucho más allá de la fecha límite del viernes establecida por los delegados.

No obstante, la Unión Europea, Estados Unidos, el Reino Unido y otros países desarrollados coincidieron en principio, a media tarde, en que se debería crear un mecanismo de financiamiento para pérdidas y daños.

Mohamed Adow, director de energía y clima del centro de estudios Power Shift Africa, señaló: “La COP27 ha hecho lo que ninguna otra COP ha logrado y creó un fondo de pérdidas y daños para apoyar a las comunidades más afectadas por el cambio climático. Esto ha sido algo que los países vulnerables han estado pidiendo desde la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro de 1992″.

“Citando la canción de futbol de los tres leones de Inglaterra, después de 30 años de dolor, la acción climática llega por fin a casa, en suelo africano, aquí en Egipto”.

Fue un día de gran dramatismo en Sharm el-Sheikh, y de amargo conflicto entre los países ricos y los pobres. Algunos de los países más pobres del mundo denunciaron a los países ricos por retrasar la acción y negar la ayuda financiera a los países afectados durante tanto tiempo.

Los países ricos intentaron argumentar que las economías de rápido crecimiento, como China, y los productores de petróleo, como Arabia Saudita y otros estados productores de petróleo, debían contribuir en lugar de recibir recursos de los fondos para reparar las “pérdidas y daños” climáticos.

También desean garantizar que los países que reciban dinero del fondo sean los más vulnerables, en lugar de aquellos con grandes economías que todavía están clasificados como “en vías de desarrollo” según la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, firmada en 1992.

Vanessa Nakate, una activista de la juventud de Uganda, dijo: “La COP27 debía ser la COP africana, pero las necesidades del pueblo africano se vieron obstruidas en todo momento. Actualmente es imposible ignorar las pérdidas y daños en los países vulnerables, pero algunos países desarrollados, aquí en Egipto, decidieron ignorar nuestro sufrimiento. Los jóvenes no pudieron hacer escuchar su voz en la COP27 debido a las restricciones impuestas a las protestas, pero nuestro movimiento está creciendo y los ciudadanos comunes de todos los países están comenzando a pedir responsabilidades a sus gobiernos respecto a la crisis climática”.

El Reino Unido luchó con ahínco durante todo el día para mantener vivo el compromiso global hecho el año pasado en la COP26 en Glasgow de limitar el calentamiento global a 1.5°C respecto a los niveles preindustriales. Algunos países –entre ellos Arabia Saudita, Brasil y, en algunos momentos, China– amenazaron con deshacer este compromiso, debilitando el objetivo de temperatura y eliminando la exigencia hecha en Glasgow de que los países actualicen sus planes de reducción de emisiones cada año.

Este cambio fue inaceptable para muchos países desarrollados y en vías de desarrollo, que consideran que los compromisos asumidos en Glasgow son un mínimo que debe ser mejorado, no revertido. “Lo que estamos viendo es un Glasgow menos, y necesitamos ver un Glasgow más”, dijo un negociador de un país desarrollado.

Alok Sharma, presidente británico de la COP26, advirtió a los anfitriones egipcios que la conferencia, que dura quince días, sería un fracaso si no se mantenía firme el objetivo de 1.5°C.

Los anfitriones egipcios fueron objeto de fuertes críticas por sus métodos para negociar un acuerdo, mostrando los borradores del texto final a países seleccionados de forma individual, en lugar de permitirles trabajar juntos. Un veterano delegado lo calificó como “poco transparente, impredecible y caótico”.

También se produjo un raro momento de unidad, cuando Estados Unidos y China solucionaron de forma inesperada su disputa diplomática y reavivaron una asociación conjunta que supondrá que los dos principales emisores del mundo, y las economías más grandes, cooperarán para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

La última sesión maratónica de negociación se prolongó hasta altas horas de la noche, después de la hora límite del viernes, las 18:00 horas (hora local). Los trabajadores desmantelaron los cafés, los stands y los pabellones, dejando la comida y las bebidas difíciles de encontrar, mientras los delegados se apresuraban a asistir a una reunión tras otra convocadas de forma precipitada.

Durante largos periodos de tiempo, no se supo cuál era el formato para intentar llegar a un acuerdo, y en algunos casos los delegados parecían estar negociando a partir de textos diferentes.

Se temía que muchos asistentes tuvieran que marcharse para tomar sus vuelos y que algunos equipos de negociación no pudieran completar las sesiones, de modo que si el éxodo continuaba, la conferencia de las partes podría no tener el quórum necesario según las normas de la ONU.

Parecía que se iba a perder el compromiso de “reducir gradualmente los combustibles fósiles” tras las objeciones de los países productores de petróleo. La Conferencia de las Partes (COP) se desarrolla en virtud de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que exige que se alcance un consenso en todas las decisiones. Esto significa que un pequeño número de países puede frenar los avances, para frustración de la mayoría.

Los grupos de presión del sector de los combustibles fósiles participaron activamente en esta COP, y se calcula que asistieron más de 600 personas. La COP del próximo año se llevará a cabo en los Emiratos Árabes Unidos, un país productor de petróleo, por lo que muchos activistas temen que esto significará un papel incluso mayor para los comerciantes de petróleo.

Lograr el compromiso de un fondo de pérdidas y daños es solo el principio. Andrés Mogro, negociador de finanzas del bloque de países en vías de desarrollo G77 y China, comentó a The Observer: “Esperamos que cuando (el fondo) sea operativo, pueda reflejar el nivel de urgencia y las necesidades de los países en vías de desarrollo. Una gran responsabilidad recae ahora en el comité que diseñará el fondo”.

Los debates sobre el comité, señaló un delegado, comenzarán “un día después de la COP”.

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