La activista climática Deanna ‘Violet’ Coco revela por qué estaba dispuesta a arriesgarse a ir a la cárcel
La activista climática Deanna 'Violet' Coco dice que su condena de ocho meses fue una conmoción, pero que se había 'preparado' para lo peor. Foto: Blake Sharp-Wiggins/The Guardian

Deanna “Violet” Coco nunca imaginó que terminaría en la cárcel.

Hace tres años, Coco era una empresaria que vivía en Sídney y dirigía una empresa de organización de eventos. “Nunca había considerado” participar en el tipo de protesta que actualmente la lleva a enfrentarse a una pena máxima de 15 meses de prisión.
Sin embargo, a finales de 2019, cuando Sídney se vio envuelta en una espesa columna de humo durante varias semanas durante la crisis de los incendios forestales de ese verano, tuvo lo que ella describe como “una llamada de atención”.

“Mi hermana estaba embarazada y no podía salir de la casa debido al humo”, explicó el miércoles.
“Me asustó mucho. Mi vida era muy diferente en aquel momento, pero fue entonces cuando empecé a sentir realmente cuán mal estaban las cosas. Antes de eso nunca había considerado hacer algo así”.

Esta semana, Coco fue puesta en libertad bajo fianza tras pasar 11 días en la prisión Silverwater de Sídney. Fue encarcelada después de declararse culpable de una serie de delitos cometidos tras una protesta en el puente de la Bahía de Sídney en abril, en la que estacionó una camioneta y se quedó de pie sosteniendo una bengala encendida. Otras tres personas fueron detenidas al mismo tiempo.

Su condena –un mínimo de ocho meses de prisión– provocó indignación porque se convirtió en la primera persona encarcelada en virtud de la nueva y polémica ley de Nueva Gales del Sur, promulgada en respuesta a una serie de protestas ecologistas de gran repercusión. También causó indignación el hecho de que se le negara la libertad bajo fianza mientras apelaba la sentencia, veredicto que el tribunal de distrito anuló esta semana.

La apelación de su sentencia será juzgada en marzo. Mientras tanto, comentó a The Guardian en su primera entrevista desde su liberación, se siente feliz de estar en casa a tiempo para la Navidad.
“Han sido dos semanas muy difíciles”, dijo.

“Fue todo un reto. No nos dejaron salir la mayor parte del tiempo que estuve ahí porque, irónicamente, el personal de la prisión estaba en huelga la mayor parte del tiempo. Estás en una celda de cemento de dos por cuatro metros. Pero me gusta intentar mantenerme fuerte. Podía ver los pájaros a través de la rejilla de mi ventana y eso me mantenía animada”.
“Pero lo que realmente me ha mantenido esperanzada y bien es el apoyo masivo de todos aquellos que se han levantado y no han dejado que estas escandalosas leyes pasen desapercibidas”.

Las leyes aumentaron las penas impuestas a los manifestantes que bloquearan las calles y puentes principales de Nueva Gales del Sur hasta un máximo de dos años de cárcel o 22 mil dólares de multa.

Las leyes fueron promulgadas tras una serie de protestas similares que causaron perturbaciones en el centro financiero de la ciudad, cuando los activistas climáticos intentaron llevar la emergencia climática a las primeras páginas y a la mente de las personas.

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‘Recuerdo haber escuchado a Greta Thunberg decir: “Quiero que actúen como si nuestra casa estuviera en llamas”, y así es’, dice Coco. Foto: Blake Sharp-Wiggins/The Guardian

Las protestas provocaron una respuesta negativa en los medios de comunicación conservadores, y el gobierno, con el viceprimer ministro y ministro de Policía, Paul Toole, pidió a la policía que “castigaran” a los manifestantes.
Su condena de ocho meses fue “un shock”, explicó Coco, pero se había “preparado” para lo peor.

Con su apelación aún pendiente, Coco no pudo hablar de la protesta que motivó su condena de prisión y se mostró cauta en cuanto a hablar de las nuevas leyes, salvo para decir que era “angustioso” ver que otras personas como ella se enfrentaban a posibles condenas de cárcel.

No obstante, muchos otros se han pronunciado. Una coalición de sindicatos, grupos ecologistas y organizaciones de defensa de las libertades civiles condenaron las leyes, mientras que el senador federal David Pocock las criticó por estar en el “lado equivocado” de la línea que separa la protección del derecho a la protesta y “las molestias que puede causar en la vida cotidiana”.

A meses de las próximas elecciones estatales, los políticos se han mostrado menos comprensivos. El primer ministro, Dominic Perrottet, señaló la semana pasada que el encarcelamiento de Coco era “agradable de ver” e insistió en que las protestas no deberían “causar molestias a la gente”. El líder laborista Chris Minns señaló que no se arrepentía de haber apoyado las leyes, alegando que era necesario “actuar” cuando “las protestas masivas cerraban media ciudad y de forma reiterada”.

En respuesta a tales afirmaciones, 170 organizaciones civiles hicieron público un comunicado en el que afirmaban que “las protestas pacíficas pero disruptivas” habían “conseguido muchos de los derechos que hoy damos por sentados”, entre ellos el derecho al voto y el reclutamiento militar.

“La libertad de protesta ha sido un elemento central de muchos de los movimientos más importantes de este país, desde el derecho a la tierra de los aborígenes y los isleños del Estrecho de Torres hasta el derecho al voto, pasando por la consecución de la jornada laboral de ocho horas”, comentó Alice Drury, directora jurídica en funciones del Human Rights Law Centre.

Coco, que ha sido condenada en varias ocasiones por protestar en Nueva Gales del Sur, el Territorio de la Capital de Australia y Victoria, comentó que había “reflexionado profundamente” sobre el papel de la protesta en el movimiento contra el cambio climático, y sobre las acciones cada vez más drásticas llevadas a cabo por activistas tanto en Australia como en el extranjero.

“Recuerdo haber escuchado a Greta Thunberg decir: ‘Quiero que actúen como si nuestra casa estuviera en llamas’, y así es”, dijo.
“Pensé profundamente en ello y en lo que significaba para mí actuar como si fuera una emergencia. Dediqué mucho tiempo a las peticiones, a las marchas de un día, a las concentraciones en los jardines del parlamento”.

“Tengo niños pequeños en mi familia (y) ver el miedo que sienten ante lo que le está ocurriendo a nuestro medio ambiente, con los incendios y las inundaciones, y comprender que va a empeorar a menos que tomemos medidas inmediatas, me hizo sentirme inspirada para formar parte del cambio de esa historia”.

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