Los amigos nos hacen bien… entonces, ¿por qué muchos hombres no tienen ninguno?
Colin Farrell, a la izquierda, y Brendan Gleeson en Los espíritus de la isla, una desoladora comedia sobre la amistad masculina. Foto: Searchlight Pictures/AP

El amor es ciego, dice el refrán, mientras que la amistad cierra los ojos. El problema de cerrar los ojos, no obstante, es que en algún momento los abrimos, y ¿qué sucede cuando contemplamos la imagen completa y, tal vez, poco favorecedora de nuestros amigos más queridos?

Esa es la premisa de la desoladora comedia de Martin McDonagh, Los espíritus de la isla, que ha cautivado a la crítica y ha hecho reflexionar al público. Un día, durante la guerra civil irlandesa, en la hermosa pero tediosamente tranquila isla de Inisherin, Pádraic (Colin Farrell) va a buscar a su mejor amigo Colm (Brendan Gleeson) para tomar su pinta diaria en el bar local.

Sin embargo, Colm no quiere ir con Pádraic. En una burda versión de principios del siglo XX del “airing” o “ghosting”, Colm le habla solo para decirle que ya no quiere seguir hablando con él. Lo que se desarrolla a continuación es un estudio bastante desolador, aunque divertido, de la amistad masculina, sus costumbres, sus límites y su falta de comprensión mutua o de intimidad emocional.

Aunque la ambientación de la película es un duro puesto rural de la Irlanda de 1923, el consejero y psicoterapeuta Adrian Wilson-Smith señala que encuentra regularmente actitudes similares en sus clientes hombres en el Reino Unido en 2022.

Se sabe que tener un círculo de buenos amigos aumenta la esperanza de vida y mejora la salud mental. No obstante, Wilson-Smith comenta que atiende a muchos hombres de más de 40 años “que no ven la necesidad de tener verdaderas amistades”.
Partiendo de la clasificación de la amistad de Aristóteles, divide las relaciones no sexuales en tres categorías distintas: funcionales, de fiesta y duraderas.

“Hay muchos hombres que tienen relaciones funcionales con otros hombres, conozco a este tipo porque puede ayudarme con mi idea de un negocio. O de fiesta, es decir, son los tipos con los que salgo a tomar una copa o una línea de coca. Pero las amistades duraderas, del tipo que se ve en muchas amistades entre mujeres, no son algo que la mayoría de los hombres de más de 40 años consideren necesario tener”.

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En Of Boys and Men, Richard Reeves argumenta que las mujeres superan a los hombres en la mayoría de los ámbitos.

La amistad, al parecer, es otro ámbito de la vida en el que las mujeres parecen superar a los hombres. De acuerdo con el nuevo libro de Richard Reeves Of Boys and Men, los hombres tienen dificultades en comparación con las mujeres en casi todos los ámbitos, excepto en ganar más dinero y dirigir el mundo.

Si todo esto parece ser una perspectiva de género anacrónica de las relaciones humanas, existen numerosos estudios sobre el comportamiento, casi todos centrados en sujetos heteronormativos, que demuestran que las mujeres entablan y mantienen amistades de forma muy distinta a los hombres. Las mujeres, por ejemplo, son más propensas a tener mejores amigas, y los hombres son más propensos a socializar en grupo, aunque es posible que todo aquel que haya sido testigo de una despedida de soltera en toda regla quiera cuestionar este hallazgo en particular.

Lo que la investigación demuestra inequívocamente es que, en palabras de Wilson-Smith, “la mayoría de los hombres heterosexuales esperan que sus parejas les organicen la vida social”. Jed Novick, un profesor de 64 años, dista mucho del arquetipo del hombre reprimido. Por ejemplo, viste de forma llamativa y le encantan los sombreros de fieltro. Aunque nunca se sintió cómodo con lo que él denomina cultura “lad”, pasó la mayor parte de sus 20 y 30 años socializando con grupos de amigos hombres, con frecuencia en bares.

Todo eso cambió cuando se casó a los 36 años. A partir de entonces, explica, su esposa, Gilly, comenzó a organizar cenas y reuniones. Él se conformaba en gran medida con que ella asumiera el protagonismo social, aunque “estaba un poco resentido porque si alguna vez sugería a alguien que no pertenecía a ese círculo, como que nunca ocurría”.

Después de un tiempo, se dio cuenta de que sus viejos amigos “se encontraban en una zona distinta a la del resto de mi vida” y, en cualquier caso, la mayoría de ellos se habían establecido en escenas sociales similares organizadas por sus parejas, un desarrollo que solo se consolidó con los niños y las relaciones parentales que se formaron en el patio del colegio.
Novick disfruta de las relaciones de su activa vida social, pero comenta: “Está generada en un 90% por Gilly. Si ella no lo hiciera, habría cardo ruso recorriendo mi agenda”.

Wilson-Smith atribuye la pasividad social masculina a la falta de compromiso emocional y a la preocupación por otros aspectos de la vida, como el trabajo, el dinero y el deporte.

En Los espíritus de la isla, ninguno de los dos hombres está casado, y la vida social se reduce a los acontecimientos mundanos de un único bar, en el que la ruptura de una amistad se desarrolla de la forma más pública.

En la actualidad hay formas mucho más discretas y sutiles, aunque no menos hirientes, de poner fin a una amistad. Al periodista y empresario Mat Snow todavía le duele la experiencia de haber perdido a un amigo en una discusión en internet sobre el Brexit en 2016. Fue un debate complejo sobre si el mercado laboral favorecía a los europeos del este con habilidades comerciales superiores sobre los trabajadores británicos poco capacitados y mal pagados, o si esa crítica sobre la Unión Europea era simplemente un pretexto para la xenofobia.

Según Snow, su amigo de casi 18 años solo podía considerar el Brexit como una reacción racista, y anunció que purgaría a todo aquel que pensara lo contrario. El amigo eliminó a Snow de su lista de amigos en Facebook, lo cual lo llevó a escribir dos correos electrónicos pidiendo disculpas. “Dije: ‘Siento muchísimo si te he molestado y ofendido, de verdad no quería que llegara tan lejos'”, recuerda Snow. “Él no respondió”.

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Matthew Perry, a la derecha, con el reparto de Friends, que lo apoyó en los momentos difíciles. Foto: NBC/Getty Images

Unos años después, hubo un evento en internet en el que se vieron implicados ambos hombres, lo cual animó a Snow a escribir de nuevo a su examigo, pero una vez más no obtuvo respuesta. Finalmente, tras otro intento de contacto un tiempo después, el examigo le contestó con un “mensajito conciso” en el que le dejaba claro que no estaba disponible para entablar amistadSnow comenta que sigue molesto por la ruptura y que le gustaría que hubiera una reconciliación, aunque no regresen a la amistad fácil que tenían antes. “Todavía lo extraño. Con frecuencia sueño que volvemos a ser amigos, y es un enorme alivio y placer, que creo que sería la sensación que tendría si ocurriera en la vida real”.

Sin embargo, admite que la amistad era limitada, basada en intereses musicales en común más que en intercambios sinceros sobre sus vidas emocionales.

“A nivel personal”, explica, “soy un tanto reservado por una cuestión de costumbre. No me gusta pensar que soy una persona necesitada, aunque probablemente lo soy mucho más de lo que aparento, incluso para mí mismo”.

La amistad es tan antigua como la humanidad, pero su papel en la vida moderna ha adquirido mayor relevancia a medida que las obligaciones tradicionales con la familia o la tribu se han desvanecido o han desaparecido. A diferencia de aquellas relaciones, la amistad es algo que se elige libremente. Es un acto de voluntad individual que puede afirmar el valor de una persona. Las personas que tienen muchos amigos son consideradas socialmente exitosas. Pero se puede poner fin libremente a una amistad, lo cual puede parecer un juicio condenatorio de la personalidad, un rechazo muy personal.

Tom (no es su nombre real) es director financiero, homosexual y soltero. En dos ocasiones tuvo amistades íntimas que se retiraron repentinamente sin previo aviso. En ambos casos, tras un largo periodo de silencio que duró muchos años, los examigos volvieron a ponerse en contacto, pero no fueron capaces de reconocer con ningún grado de franqueza lo que había ocurrido, ni el motivo.

En el primer caso, dos compañeros de departamento, que eran sus amigos más cercanos y también pareja, dejaron de hablarle, se mudaron y cortaron todo contacto. “Se sintió como una agresión”, explica. “Me provocó una especie de mini crisis nerviosa”.

No obstante, en lugar de perder la fe en la amistad, sigue valorando el papel vital que los amigos desempeñan en su vida, aunque a menudo asuma más la carga de mantenerla. “Como soltero, siempre he sabido que he tenido que poner un poco más de trabajo en las amistades”, comenta.

Culturalmente, nuestra percepción de la amistad ha cambiado en gran medida debido a una comedia de televisión que comenzó a emitirse en 1994 y que logró domesticar al grupo de amigos hasta convertirlo en una especie de familia sustituta. Friends duró 10 años, hasta que los personajes comenzaron a formar parejas, a tener familias y el pegamento mágico que los mantenía unidos a ellos y a la comedia se despegó, un proceso que se repite una y otra vez en la vida real.

Los estudios médicos demuestran que las amistades duraderas nos permiten afrontar mejor los contratiempos y son un baluarte contra las enfermedades mentales. Teniendo esto en cuenta, quizás valga la pena señalar que una de las estrellas de Friends –Matthew Perry, que interpretó a Chandler Bing– afirma en su nuevo libro de memorias que, aunque la fama conllevó adicción a las drogas y una miseria aberrante, lo que lo salvó varias veces de la muerte fueron las amistades que hizo en la serie.

Comparó ese apoyo con el que ofrecen los pingüinos que rodean a un pingüino herido y lo sostienen hasta que puede caminar por sí mismo. “Eso es en cierto modo lo que el reparto hizo por mí”, comentó Perry. Como decía el viejo y conocido eslogan publicitario, cuando entablas una amistad hay mucho más de qué disfrutar.

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