‘Mi primer día fue una escena de sexo’: la inquietante historia de los actores adolescentes y los desnudos

Alerta de spoiler: Romeo y Julieta no tiene un final feliz. Pero la adaptación de Franco Zeffirelli de la obra de Shakespeare sí lo tuvo, al menos hasta hace poco tiempo. La película de 1968 fue un gran éxito comercial y se convirtió en un clásico de las escuelas secundarias. Sus protagonistas, Olivia Hussey y Leonard Whiting, incluso salieron juntos durante un breve periodo, un sueño hecho realidad desde el punto de vista publicitario. Sin embargo, ahora se sabe que los dos actores demandaron al estudio, Paramount, por 500 millones de dólares (unos nueve mil millones de pesos) debido a la forma en que Zeffirelli dirigió una escena en la que ambos actores, que en aquel entonces tenían 16 y 17 años, aparecían parcialmente desnudos. Según la demanda, a los actores “el Sr. Zeffirelli les dijo que debían actuar desnudos o la película fracasaría”.

Como ocurre con la industria musical, el cine suele pasar por alto este tipo de incidentes con la excusa de que “eran otros tiempos”. Esto podría ser considerado como un esfuerzo conjunto para tapar lo que muchos sospechan que es una caja de Pandora. La demanda presentada por Hussey y Whiting podría representar la tan temida apertura de la caja de Pandora.

La industria cinematográfica, especialmente su producción a finales del siglo XX, es ahora objeto de una reevaluación, y quizás la necesita. ¿Qué deberíamos pensar, por ejemplo, de Jodie Foster, que a los 12 años interpretó a una chica obligada a prostituirse en Taxi Driver? ¿O la escena de Jenny Agutter nadando desnuda en Walkabout (1971), cuando solo tenía 16 años? La escena fue filmada con el conocimiento y el consentimiento de Agutter, y ni Foster ni Agutter han expresado arrepentimiento o resentimiento por estos papeles, no obstante, ¿a qué edad debería considerarse que un actor es lo suficientemente maduro como para haber dado ese consentimiento? ¿Y se les debería permitir cambiar de opinión posteriormente?

¿O qué ocurre en el caso de Nastassja Kinski? Cuando tenía 13 años, el cineasta alemán Wim Wenders la eligió para participar en Falso movimiento (1975), en la que aparece con el torso desnudo en una situación cargada de sexualidad (de adulta, Kinski volvió a trabajar con Wenders en París, Texas y ¡Tan lejos, tan cerca!). A los 14 años, apareció completamente desnuda en la película de terror de la compañía productora Hammer Una hija para el diablo, coprotagonizada por Christopher Lee. A los 17, participó en la comedia sexual Stay As You Are, en la que interpretó a la amante adolescente regularmente desnuda de Marcello Mastroianni, que en aquel entonces rondaba los 50 años (los romances “prohibidos” al estilo Lolita parecen formar parte de este territorio). En 1997, Kinski comentó: “Si hubiera tenido a alguien que me protegiera o si me hubiera sentido más segura de mí misma, no habría aceptado ciertas cosas. Cosas de desnudos. Y por dentro simplemente me estaba destrozando”.

Buscando entre los residuos del cine europeo de los años 70 y 80, hay decenas de películas legítimamente olvidadas, pero perturbadoramente explotadoras, algunas de las cuales parecen haber desdibujado los límites entre el “drama erótico” y el abuso sexual infantil. Muchas de ellas siguen en circulación. Algunas personas han comparado el cine europeo de mentalidad liberal con el mojigato cine de Hollywood, entre ellas Olivia Hussey. “En Europa”, dijo a la revista Variety en 2018, recordando Romeo y Julieta, “muchas de las películas tenían desnudos. Nadie le daba mucha importancia en realidad”.

No obstante, al igual que el argumento de “eran otros tiempos”, el de “esto era Europa” no es muy válido, entre otras cosas porque el cine estadounidense también utilizaba a jóvenes actrices en contenidos sexualmente sugerentes. Brooke Shields fue fotografiada desnuda para la revista Sugar and Spice, perteneciente a Playboy, cuando tenía 10 años. En 1980, a los 14 años, protagonizó una polémica y sexual campaña publicitaria para los pantalones de mezclilla de Calvin Klein (“¿Quieres saber qué se interpone entre mis Calvins y yo? Nada”).

Entre ambas le llegó su gran película, Pretty Baby, en la que interpretó a la hija de 12 años de una trabajadora sexual de un burdel de Nueva Orleans de 1917. El director fue Louis Malle, ciertamente europeo, pero la historia la inició y coescribió Polly Platt, estadounidense. Platt se inspiró en la obra de EJ Bellocq, un fotógrafo que retrató el barrio rojo de Nueva Orleans, aunque también en la explotadora industria cinematográfica de la década de 1970. El personaje de Shields mantiene una relación sexual con Bellocq (interpretado por Keith Carradine) y posa desnuda para él.

Algunas personas, como la presentadora de televisión estadounidense Rona Barrett, tacharon la película de “pornografía infantil”. Otros juzgaron que Shields era “más madura de lo que corresponde a su edad”, casi como una justificación. “La mirada directa está llena de sexualidad ambivalente”, escribió la revista People sobre ella en un perfil de 1978. Shields nunca ha acusado directamente a otros de explotarla cuando era menor. Ha dicho que estuvo “protegida en mi ingenuidad” durante la polémica con Calvin Klein. Y en 2021 comentó a The Guardian que Pretty Baby “no me perjudicó personalmente”, añadiendo: “Simplemente no sé si se podría hacer esa película en la actualidad. Supongo que tendrías que tener a una actriz que fuera mayor, interpretando a una más joven”.

Pretty Baby también suscitó cuestiones de censura. En el Reino Unido, el estreno de la película coincidió con la aprobación de la Ley de Protección del Menor de 1978, que penalizaba la fabricación y distribución de imágenes “indecentes” de menores de 16 años. El Consejo Británico de Censura Cinematográfica eliminó dos escenas en las que Shields aparecía completamente desnuda (Malle se opuso inicialmente). No obstante, cuando se estrenó en VHS en 1987, la película fue reclasificada y no requirió cortes.

Después de Pretty Baby, Shields, de 14 años, protagonizó La laguna azul, en el papel de una adolescente abandonada en una isla desierta con Christopher Atkins, que en ese entonces tenía 18 años. La película estaba llena de desnudos y sexo, aunque la producción utilizó un doble de 32 años para Shields, lo cual genera sus propias interrogantes. Al igual que el éxito de taquilla de la película, que precedió a una avalancha de películas igualmente cuestionables, aparentemente decididas a salirse con la suya con la mayor cantidad posible de desnudos adolescentes. Entre ellas figuraban Bolero, Échale la culpa a Río y Paradise, una imitación de

La laguna azul en la que Phoebe Cates protagonizó sus propias escenas de desnudo a la edad de 17 años. “En este negocio”, explicó Cates a la revista People por aquel entonces, “si una chica quiere una carrera, tiene que estar dispuesta a desnudarse. Si tienes un buen cuerpo, entonces ¿por qué no mostrarlo?”. Cates no ha comentado que se hubiera sentido explotada en el rodaje de Paradise, aunque sí se enojó con los directores que, según ella, incluyeron escenas de desnudo sin su consentimiento utilizando una doble de cuerpo.

Quizás el precedente más extremo de la acción legal emprendida por Hussey y Whiting fue la actriz francesa Eva Ionesco, cuya madre, Irina, la fotografió, y permitió que otros lo hicieran, en situaciones de desnudo y sexualización a partir de los cinco años.

Antes de cumplir los 13 años, Ionesco apareció desnuda en la revista Playboy italiana y en la portada de la revista alemana Der Spiegel, por no mencionar varias películas europeas. Tras una serie de demandas, los tribunales franceses condenaron a Irina Ionesco a pagar a su hija más de 80 mil euros por daños y perjuicios, a destruir o entregar los negativos y a abstenerse de “exhibir, vender o transmitir” imágenes de Eva sin su consentimiento.

La demanda por Romeo y Julieta de Whiting y Hussey parece ser algo considerablemente menos grave. En la polémica escena, se ven los glúteos de Whiting y, durante una fracción de segundo, queda expuesto el pecho de Hussey. Como señaló el hijo de Zeffirelli, Pippo, los actores con frecuencia han hablado favorablemente sobre sus experiencias en la filmación de la película. En 2018, Hussey comentó: “Todos piensan: ‘Eran tan jóvenes que probablemente no se dieron cuenta de lo que estaban haciendo’. Pero éramos muy conscientes”.

Como hemos visto, muchos actores implicados en este tipo de casos han dicho algo parecido, pero eso no necesariamente invalida sus afirmaciones, según dice Jonathan Wheeler, abogado especializado en casos de abuso infantil: “Si alguien ha sido víctima de abusos, e incluso declaró públicamente: ‘No sentí que lo fuera en ese momento’, o ‘Pensé que habíamos tenido una gran experiencia en el set’, y posteriormente dice que cree que fue explotado, puede que eso no sea un problema”.

La tendencia actual es ser más abierto y honesto sobre la sexualidad adolescente, como se ve en programas como Euphoria de HBO y Sex Education de Netflix. Sin embargo, en gran medida como resultado del #MeToo y el escándalo de Harvey Weinstein, las protecciones para los actores jóvenes son más sólidas en la actualidad. Las personas que interpretan a adolescentes casi siempre son mayores de 18 años y muchas veces tienen cláusulas de no desnudos en sus contratos. También ha contribuido la introducción de coordinadores de intimidad en el set de filmación.

La controvertida escena de Romeo y Julieta probablemente se realizaría de forma muy diferente en la actualidad, comenta la destacada coordinadora de intimidad Ita O’Brien, que trabajó en Sex Education. “Se habría diseñado y planeado”, señala O’Brien. “De modo que cuando llegues a ese momento, no habrá sorpresas porque lo habrás ensayado”. La comunicación y el consentimiento son esenciales, tanto con los padres y tutores como con los actores y directores, y ahora se considera que los desnudos reales rara vez son necesarios. “Por ejemplo, si no es conveniente que alguien esté desnudo, se le pone un leotardo y unas mallas, se les coloca detrás de un biombo y una luz detrás, y todo se hace en silueta”.

No obstante, el impulso de hacer algo deshonesto nunca ha desaparecido del todo. Aún pueden salir más males de esta caja. Los actores de la provocadora serie juvenil Skins, de Channel 4, por ejemplo, cuestionan ahora cómo se les expuso a situaciones sexuales y de riesgo. “¿Alguno de nosotros tenía realmente la edad suficiente?”, se preguntó April Pearson, exmiembro del reparto, en su podcast de 2021. “Hay una diferencia entre ser oficialmente lo suficientemente mayor y ser mentalmente lo suficientemente mayor”.

Su compañera de reparto en Skins, Laya Lewis, coincidió: “Fue demasiado para mí”. Lewis habló de “todas las inseguridades que eso conllevaba”, mencionando problemas de imagen corporal y añadiendo: “Mi primer día fue una escena de sexo”. Kaya Scodelario, que tenía 14 años cuando empezó su carrera en Skins, publicó esto hace poco en TikTok: “La protección no era realmente algo en ese entonces”. Un representante del creador de Skins, Bryan Elsley, indicó en un comunicado: “Sentimos profunda e inequívocamente que cualquier miembro del reparto se sintiera incómodo o inadecuadamente respetado en su trabajo durante su tiempo en Skins. Estamos comprometidos a evolucionar continuamente hacia unas condiciones de trabajo seguras, dignas de confianza y agradables para todos los que trabajan en la industria de la televisión”.

Muchos de los jóvenes actores de Euphoria han expresado preocupaciones similares sobre los niveles de desnudez de la serie. Sydney Sweeney, por ejemplo, comentó que había pedido que hubiera menos desnudos en algunas escenas y que el showrunner de la serie, Sam Levinson, accedió. “Cuando no quise hacer (una escena de desnudo)”, explicó, “no me obligó”. En la era de internet, los actores son muy conscientes de que cualquier desnudo en pantalla probablemente terminará en la red para siempre.

Sin embargo, independientemente de cómo acabe el caso Hussey/Whiting, la supuesta afirmación de Zeffirelli de que la película Romeo y Julieta fracasaría si sus actores no aparecían desnudos parece haber sido incorrecta. Muchos han hecho adaptaciones sin traspasar los límites, entre ellos Baz Luhrmann, cuya versión de Leonardo DiCaprio y Clare Danes de 1996 prácticamente superó a la de Zeffirelli como la más novedosa.

En cierto modo, parece apropiado que la historia de Shakespeare, uno de los relatos más perdurables del amor juvenil y la sexualidad en toda la cultura, haya suscitado esta cuestión. El dilema al que se enfrentan los directores de cine modernos posiblemente es el mismo al que se enfrentó el dramaturgo: cómo abordar estas cuestiones dentro de los códigos sociales de su época. Se puede decir que Shakespeare lo resolvió. Quinientos años después, parece que otros intentos están envejeciendo muy mal.