¿Quién era la misteriosa Elisa de Beethoven? Un historiador concluye que nunca existió
Teresa Malfatti, sentada ante el piano, en una pintura de hacia 1810. Muchos han sugerido que ella es 'Elisa', pero nunca han podido demostrarlo. Foto: Granger/Historical Picture Archive/Alamy

Es una de las composiciones más famosas de la música clásica y también uno de sus misterios más intrigantes. La encantadora Para Elisa de Ludwig va Beethoven ha sido interpretada por generaciones de niños que aprenden a tocar el piano, sin embargo, los musicólogos se han esforzado en vano por encontrar a la “Elisa” que la inspiró.

Ahora, un destacado experto en Beethoven llegó a la conclusión de que nunca existió una “Elisa”, o al menos no una que Beethoven conociera.

En un libro de próxima publicación, titulado Why Beethoven, Norman Lebrecht presenta pruebas de que la Bagatelle nº 25 en La menor ha sido conocida como Für Elise (Para Elisa) debido exclusivamente a un error de lectura de la dedicatoria que figura en el manuscrito de 1810, actualmente perdido.

Lebrecht argumenta que Babette Bredl, una profesora jubilada de Múnich que poseía el manuscrito en 1865, pensó distraídamente en su propia nieta, Elisa, cuando le leyó la dedicatoria garabateada a un académico visitante, Ludwig Nohl.

Ni Bredl ni su nieta conocieron a Beethoven, quien había fallecido décadas antes, en 1827.

Nohl, un respetado experto, visitaba a Bredl para examinar algunos manuscritos que ella poseía. En el momento en que vio la partitura, reconoció con entusiasmo la mano de Beethoven y tocó la música hasta entonces desconocida en el piano de Bredl. Con el permiso de Bredl, la copió y la incluyó en su volumen Beethoven de 1867.

A medida que la música se volvía popular, la identidad de “Elisa” cautivaba la imaginación. En su libro, Lebrecht escribe sobre su perdurable atractivo: “Prácticamente no hay espacio en la Tierra que no invada, desde las salas de espera de los aeropuertos hasta los tonos de llamada de los teléfonos. No obstante, en una época en la que se supone que toda la información está disponible en internet, la búsqueda de la verdadera Elisa ha resultado frustrante”.

Los estudiosos han analizado minuciosamente los cuadernos de Beethoven correspondientes a la época en que fue compuesta, en busca de cualquier mención de una Elisa.

Al hablar sobre las candidatas anteriores, Lebrecht señaló que solo dos aparecen en 1810 o antes, pero que ambas han sido descartadas. Entre ellas figura una cantante que se hacía llamar Betty o Maria Eva en lugar de “Elisa”.

Beethoven fue uno de los mejores compositores de todos los tiempos, pero no tuvo suerte en el amor. Se enamoró de varias mujeres inalcanzables, entre ellas Teresa Malfatti, que posteriormente se casó con otra persona.

Lebrecht comentó: “Es posible que ella animara en cierta medida a Beethoven porque se sentía halagada de ser cortejada por este hombre famoso, aunque de mala reputación y maloliente. Puede que él pensara: ‘le daré un poco de diversión, le escribiré una pieza’. No pasa nada más que eso”.

En su libro, Lebrecht escribe que Teresa celebró posteriormente una corte en su departamento, tocando las sonatas de Beethoven con un “virtuosismo incomparable”. Salió de gira con un pianista, Rudolf Schachner, que, cuando ella murió en 1851, heredó toda su música.

Lebrecht explicó: “Schachner era el hijo ilegítimo de Bredl, que casualmente poseía el manuscrito de Para Elisa debido a que su hijo había sido empleado y amigo de Teresa”.

Tras la muerte de Teresa, Schachner no pudo encontrar trabajo y tuvo que mudarse con su familia a Londres, donde existía una gran demanda de músicos.

Lebrecht comentó que Bredl se sentía desolada por su lejanía y que tal vez pensó en ellos cuando Nohl fue a visitarla, ya que su nuera, Elizabeth, era conocida en su familia como Elisa, y su nieta fue bautizada con el nombre de Elisa.

Lebrecht escribe: “Ella lee en voz alta el título del manuscrito como Para Elisa, ya sea como una confusión porque está pensando en su nieta o deliberadamente, para asegurarse de que su pequeña Elisa en Londres pueda disfrutar de este fragmento de posteridad”.

Y añadió: “De ahí procede el título. No tiene ninguna relación con Beethoven. Si eres una de esas personas que van por ahí cambiando el nombre de las cosas, entonces probablemente debería ser Para Teresa. Pero, ¿qué sentido tiene? Si la música es para alguien, en realidad es para todos”.

Cuando se le preguntó qué habría pensado Beethoven de este descubrimiento, Lebrecht respondió: “Creo que se habría reído a carcajadas de los académicos que dedican toda su carrera a descubrir quién fue una Elisa que nunca existió. El hecho de que el manuscrito acabara en Múnich, lugar que, hasta donde yo sé, nunca visitó, en posesión de una inofensiva dama de la que nunca había escuchado hablar, Beethoven adoraba los buenos chistes”.

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