Expertos estadounidenses advierten que la Inteligencia Artificial podría acabar con el empleo
Las nuevas tecnologías, como la inteligencia artificial, con frecuencia generan puestos de trabajo que nadie podría predecir: antes de la invención de las computadoras, ¿quién habría predicho el trabajo de programador informático? Foto: Jaap Arriens/NurPhoto/REX/Shutterstock

ChatGPT es simplemente la última tecnología que aviva los temores de que acabará con los empleos de millones de trabajadores, ya sean redactores publicitarios, operadores de Wall Street, vendedores, escritores de código informático básico o periodistas.

Sin embargo, aunque muchos expertos en mano de obra comentan que los temores de que ChatGPT y otras tecnologías de inteligencia artificial (IA) provocarán un aumento vertiginoso del desempleo son exagerados, señalan otro temor relacionado con la inteligencia artificial: que aumentará la ya enorme desigualdad de ingresos y riqueza de Estados Unidos al crear una nueva generación de barones multimillonarios de la tecnología al mismo tiempo que expulsará a muchos trabajadores de empleos mejor remunerados.

Al igual que muchas tecnologías revolucionarias anteriores, es probable que la inteligencia artificial elimine algunos empleos.

Pero, como ha ocurrido en el pasado, argumentan los expertos, es probable que la inteligencia artificial compense gran parte de esa eliminación impulsando la creación de nuevos empleos, además de mejorar muchos de los ya existentes. La gran pregunta es: ¿qué tipo de empleos?

La inteligencia artificial acabará con muchos de los empleos actuales, como ha ocurrido con todas las tecnologías anteriores”, comentó Lawrence Katz, economista laboral de Harvard. “Pero no tengo ningún motivo para pensar que la inteligencia artificial y los robots no seguirán cambiando la combinación de empleos. La pregunta es: ¿el cambio en la combinación de empleos exacerbará las desigualdades existentes? ¿La inteligencia artificial aumentará tanto la productividad que, aunque sustituya muchos empleos, creará otros nuevos y elevará el nivel de vida?”.

Anu Madgavkar, que dirige la investigación del mercado laboral en el instituto McKinsey Global Institute, calcula que uno de cada cuatro trabajadores en Estados Unidos verá cómo se incorpora cada vez más la inteligencia artificial y la tecnología en sus empleos. Madgavkar comentó que entre el 50% y el 60% de las empresas indican que están desarrollando proyectos relacionados con la inteligencia artificial. “Así que, de un modo u otro, las personas van a tener que aprender a trabajar con la inteligencia artificial”, señaló Madgavkar.

Mientras que las anteriores fases de automatización afectaron principalmente a los empleos en fábricas, Madgavkar señaló que la inteligencia artificial afectará sobre todo a los empleos de cuello blanco. “Cada vez afecta más a los empleos de oficina, atención al cliente y ventas”, explicó. “Son las categorías laborales que tendrán el mayor índice de incorporación de la automatización y el mayor desplazamiento. Estos empleados tendrán que trabajar con ella o dedicarse a otras competencias”.

Los expertos en mano de obra formulan muchas preguntas sobre la inteligencia artificial: ¿desplazará a muchos trabajadores de centros de atención telefónica o simplemente los hará más productivos al proporcionarles rápidamente la información que necesitan mientras hablan con los clientes? ¿Desplazará la inteligencia artificial a los radiólogos por su capacidad para interpretar escáneres de cáncer o los ayudará al permitirles centrarse en cuestiones más complicadas y matizadas en la interpretación de los escáneres? ¿Podrá la inteligencia artificial sustituir a algunos periodistas escribiendo artículos sobre partidos de béisbol o los altibajos diarios de Wall Street?

Algunos expertos en mano de obra señalan que la inteligencia artificial y otras nuevas tecnologías perjudicarán en mayor medida a los empleos de cuello blanco de clase media que a los empleos menos remunerados y físicamente intensivos. Madgavkar, de McKinsey, comentó que será difícil que la inteligencia artificial o los robots hagan el trabajo de los conserjes. En el sector de los restaurantes, las nuevas tecnologías podrían ser capaces de tomar las órdenes de los clientes, pero “no veremos muchos pequeños robots que lleven la comida a una mesa determinada”.

En los despachos de abogados, la inteligencia artificial podría suprimir el trabajo de algunos abogados al ser capaz de preparar los primeros borradores de los contratos comerciales. No obstante, la inteligencia artificial también podría permitir a los asistentes jurídicos supervisar la preparación de los borradores de los contratos, y esa mayor responsabilidad podría significar un aumento de sueldo para los asistentes jurídicos.

“Si haces que los trabajadores sean más productivos, se supone entonces que los trabajadores ganarán más dinero”, señaló William Spriggs, profesor de economía de la Universidad Howard y economista jefe de la AFL-CIO, la principal federación sindical del país. “Las empresas no quieren tener un debate sobre la distribución de los beneficios de estas tecnologías. Prefieren debatir sobre las nuevas tecnologías para asustarte. Quieren que reconozcas que simplemente estás agradecido por tener trabajo y que nos pagarán una miseria”.

Spriggs señaló que cuando una ola de automatización arrasó la industria automotriz entre las décadas de 1950 y 1970, “la UAW les dijo a Ford y GM: somos mucho más productivos y ustedes son mucho más rentables. Como resultado, los trabajadores recibieron mucho más dinero”.

David Autor, profesor de economía del MIT, se muestra cauteloso cuando se trata de hacer predicciones sobre ChatGPT y la inteligencia artificial. “Existe simplemente una enorme incertidumbre“, comentó.

“La preocupación es la siguiente: ¿reducirá la inteligencia artificial el valor de muchos conjuntos de aptitudes y hará que el trabajo se convierta en una mercancía?”. David Autor

Sin embargo, no le preocupa que Estados Unidos se quede sin empleos. “En todo caso, en este momento no tenemos suficientes personas para los empleos”, señaló. “Me preocupa el cambio de composición en los empleos”. Expresó su preocupación por la posibilidad de que la inteligencia artificial, al eliminar algunos empleos de clase media y descualificar algunos puestos de trabajo, desplazará a muchos trabajadores a empleos menos remunerados, como el servicio de restaurantes. “La preocupación es la siguiente: ¿reducirá la inteligencia artificial el valor de muchos conjuntos de aptitudes y hará que el trabajo se convierta en una mercancía?”.

Las nuevas tecnologías, como la inteligencia artificial, con frecuencia crean empleos que nadie podía predecir: antes de la invención de las computadoras, ¿quién habría predicho el trabajo de programador informático? Los expertos en mano de obra señalan que la inteligencia artificial creará más empleos para ingenieros y determinados tipos de directivos, y que cualquier disminución de empleos provocada por la inteligencia artificial podría verse compensada por el aumento del número de empleos en el sector de la salud a medida que la población general envejece. La inteligencia artificial podría requerir un sistema reforzado de reciclaje para, por ejemplo, capacitar a un vendedor despedido para un empleo en un hospital.

Juliet Schor, economista del Boston College, comentó que sería mucho mejor que los empleadores, en lugar de despedir a gente a causa de la inteligencia artificial, redujeran la jornada laboral de los empleados, quizás a tres o cuatro días a la semana, en lugar de cinco. “La reducción de la jornada laboral es realmente la mejor forma de responder al cambio tecnológico que desplaza a la mano de obra”, señaló Schor. Schor expresó su temor a que la inteligencia artificial pudiera generar un gran número de desempleados en Estados Unidos, e incluso con un sistema de renta básica universal, “eso crearía desigualdad entre las personas que tienen trabajo y las que no lo tienen. Ese es un gran problema”.

Julie Shah, profesora del MIT que dirige el Grupo de Robótica Interactiva del Laboratorio de Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial del MIT, comentó que trabaja con empresas para conseguir que utilicen la inteligencia artificial y los robots para “aumentar y mejorar la labor de los trabajadores, en lugar de sustituirlos”. Explicó que algunos empresarios desean utilizar robots para tener una fábrica en la que las luces estén apagadas y no haya trabajadores humanos, mientras que otras empresas quieren que los robots trabajen junto con los humanos para hacerlos más eficientes, y que haya trabajadores humanos disponibles para que propongan futuras ideas de innovación.

Shah mencionó un estudio de grandes empresas francesas que introdujeron robots; esas empresas aumentaron su empleo global incluso cuando sus competidores nacionales redujeron su personal. También citó un estudio de empresas canadienses que comenzaron a utilizar robots y en última instancia redujeron el número de directivos intermedios, mientras que aumentaron el número de trabajadores de producción. En Estados Unidos, señaló, algunas empresas introdujeron robots y ofrecieron salarios más elevados, a la vez que reducían el número total de puestos de trabajo.

“Estas tecnologías no conducen a un futuro, sino a muchos futuros posibles”, indicó Shah.

A Katz, de Harvard, también le preocupan los efectos de la inteligencia artificial en la desigualdad de ingresos. “Es probable que siga reduciéndose la parte de los ingresos que corresponde a la mano de obra a medida que se automatizan muchas tareas”, señaló.

Katz comentó que una cuestión importante es quién participará en las ganancias en caso de que la inteligencia artificial produzca un mayor crecimiento de la productividad, y cómo se repartirán esas ganancias. “¿Hasta qué punto será necesario recurrir a políticas de redistribución?”, preguntó. “Si realmente es buena y aumenta masivamente la productividad, aunque los trabajadores se lleven una porción menor del pastel, al final podrían tener mayores ingresos”.

No obstante, dadas las circunstancias actuales, es poco probable que estas mejoras lleguen a los trabajadores estadounidenses.

“Que los trabajadores y sus representantes tengan una mayor voz en este proceso es un elemento importante para adaptarse a estos cambios. Así ocurre en los países que tienen sindicatos y comités de empresa más fuertes. Es un ámbito en el que nos hemos quedado rezagados en Estados Unidos”, explicó Katz.

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