La marcha de los unicornios: El sector tecnológico de Israel se rebela contra la ‘toma de poder’ de Netanyahu
Las construcciones en Tel Aviv son un reflejo de la 'nación de las startups'. Foto: Jack Guez/AFP/Getty Images

Hace aproximadamente 20 años, el horizonte de Tel Aviv empezó a cambiar. A la colección de elegantes edificios blancos Bauhaus de la ciudad se han sumado una torre tras otra, cada una de ellas un homenaje a la rápida transformación de Israel en uno de los centros de tecnología avanzada más importantes del mundo.

No es casualidad que el auge de la “nación de las startups” haya coincidido con la trayectoria de su primer ministro más longevo, Benjamín Netanyahu. Bibi, como se le conoce comúnmente, es un firme creyente del libre comercio y ha defendido el prestigioso sector de la tecnología de punta de Israel como un logro personal. Con un 15.3% del PIB, constituye actualmente el principal motor de crecimiento económico de Israel, da empleo al 10% de la fuerza laboral asalariada del país y genera alrededor de una cuarta parte de los impuestos sobre la renta.

De ahí que quizás resulte aún más sorprendente que el sector tecnológico se rebele ahora contra el primer ministro a causa de las propuestas del gobierno para debilitar el poder judicial israelí. Asustada por las predicciones sobre el fin de la democracia y el Estado de Derecho, la clase empresarial de Israel, que antes parecía inmune a la situación política, se unió a los cientos de miles de personas que hicieron huelga y se manifestaron en el marco del mayor movimiento de protesta de la historia del país.

Las protestas dificultaron el jueves la llegada del secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin, ya que miles de israelíes que se oponen a los planes de reforma legal del gobierno bloquearon las calles dentro y en los alrededores del aeropuerto Ben Gurion, lo que forzó un cambio de última hora del lugar en el que se desarrollarían las negociaciones con Austin.

Además, cada vez hay más indicios de que el sector tecnológico, famoso por su resiliencia, se encuentra bajo presión. Un reciente informe de la publicación empresarial israelí Calcalist sugirió que se han retirado de Israel capitales cifrados en 85 mil millones de shekels en los dos meses que han transcurrido desde la toma de posesión del nuevo gobierno, y que el shekel fue la tercera moneda con peor rendimiento del mundo en febrero, cayendo a su nivel más bajo en tres años frente al dólar.

Economistas de todo el mundo prevén la posibilidad de que se rebaje la calificación crediticia de Israel, una mala noticia para el sector de tecnología de punta, que, según algunas estimaciones, está financiado en un 90% por inversionistas extranjeros.

Varios líderes del sector han manifestado abiertamente su intención de sacar su inversión fuera del país, mientras que muchos otros parecen haberlo hecho de forma discreta. Eynat Guez, directora ejecutiva y cofundadora de Papaya Global, un “unicornio” de software de nóminas valorado en más de mil millones de dólares, fue la primera en hacerlo públicamente en enero.

“Esto trasciende la izquierda o la derecha, consiste en que las reformas son simplemente una toma de poder”, señaló. “Vivimos en un barrio peligroso, y a pesar de ello construimos esta industria y nos ganamos la confianza de los inversionistas”.
“Si este es el fin de la industria tecnológica en Israel –no a causa de la economía, sino de la política– se necesitará una década para que alguien lo perdone y lo olvide. Destruirá el futuro económico de la próxima generación”.

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Un manifestante usa una máscara que representa a Benjamin Netanyahu durante una protesta en Tel Aviv. Foto: Ohad Zwigenberg/AP

Netanyahu regresó al poder en diciembre al frente del gobierno más derechista de la historia de Israel. Varios miembros de la coalición desean la anexión de la Cisjordania ocupada, la derogación de la legislación a favor de la comunidad LGBTQ+, la limitación de la libertad de expresión y otorgar a la Knesset (el órgano que ostenta el poder legislativo) el poder de designar a los jueces del Tribunal Supremo y anular sus decisiones.

Sus defensores indican que es necesario fijar el equilibrio de poder entre los distintos sectores del Estado y contrarrestar el sesgo izquierdista que se percibe en las sentencias del tribunal. Los críticos señalan que los cambios ayudarían al primer ministro a eludir la condena resultante de su juicio por corrupción, en el que niega todos los cargos, y a socavar las normas democráticas en un país que carece de una constitución formal.

A pesar de las protestas y de las encuestas que muestran que la gran mayoría de la población está en contra de las modificaciones judiciales en su versión actual, parece que el gobierno está actuando con precipitación para aprobar la legislación antes de que termine el periodo de sesiones de invierno de la Knesset con motivo de las vacaciones de Pascua, es decir, dentro de unas semanas.

Los medios de comunicación israelíes informaron el martes que el presidente, Isaac Herzog, cuyo papel es principalmente ceremonial, estuvo presionando al gobierno y a la oposición para que llegaran a un compromiso que “atenuara” las propuestas, un plan que se espera se haga público en los próximos días.

No obstante, para muchas de las personas que se oponen a los planes del gobierno, el compromiso no es una perspectiva bien recibida.

“No se puede llegar a un compromiso en un golpe de Estado”, señaló Guez. “Los pilotos dicen que no servirán (en el ejército), los médicos están en huelga. Amamos a Israel y queremos defenderlo. Eso no significa que simplemente obedecerás a la gente que gobierna actualmente”.

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