Por qué los planes de pensión de Macron generan tanta ira
Incendio en el ayuntamiento de Burdeos en medio de las protestas por los cambios en el sistema de pensiones en Francia.

Desde que Emmanuel Macron, presidente de Francia, forzó sus planes para aumentar la edad necesaria para la jubilación la semana pasada, no ha dejado de crecer la consternación pública por el cambio introducido, en una característica fuertemente protegida de la política social francesa.

En la noche del jueves, al final del noveno día de protestas en todo el país desde enero, esa ira alcanzó su punto crítico. El símbolo más visible de las tensiones apareció en un video de Burdeos, donde se prendió fuego a las puertas del ayuntamiento después de un día de intensificación de las protestas en las calles. Los bomberos apagaron rápidamente el incendio. Sin embargo, en todo el país, se hizo evidente la poca popularidad de los planes de Macron. Las autoridades calcularon el número de personas en las calles en 1.1 millones, mientras que los sindicatos indicaron que eran alrededor de 3.5 millones.

En una situación muy vergonzosa para el presidente francés, el viernes se pospuso la visita de Estado del rey Carlos de Inglaterra programada para el domingo como consecuencia de los disturbios.

La gravedad de los enfrentamientos entre los manifestantes y la policía –y la magnitud del movimiento en general– sugieren que la lucha contra los cambios dista mucho de terminar.

El papel de Macron | Cómo la entrevista aumentó las tensiones

Macron se dirige a la nación después de que las huelgas y protestas paralizaran Francia, video

El miércoles, Macron hizo una aparición en la televisión en vivo para defender su plan de aumentar la edad oficial de jubilación en Francia de 62 a 64 años, y si alguno de sus oponentes esperaba un mensaje de compromiso, se sintió sumamente decepcionado. Macron descartó cualquier cambio en esta política poco popular, y también rechazó las peticiones de reestructuración de su gobierno o de la renuncia de su primera ministra, Élisabeth Borne. Señaló que solo lamentaba una cosa: “No haber logrado convencer a la gente de la necesidad de esta reforma”.

Este fue uno de los detonantes de la magnitud e intensidad de las protestas del jueves, sin embargo, la ira de los manifestantes no se limita a la gestión de la situación por parte de Macron, ni siquiera a las propuestas en materia de pensiones. Los manifestantes señalan que la decisión del presidente de forzar la aprobación de las reformas sin someterlas a votación suscita una mayor preocupación sobre la situación de la democracia francesa.

Las protestas del jueves | Un ambiente optimista, después vandalismo y gas lacrimógeno

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Manifestantes en Estrasburgo el jueves. Foto: Anadolu Agency/Getty Images

Las protestas desde que Macron impulsó su política de jubilación siguieron dos caminos: por una parte, un espíritu optimista y en ocasiones festivo durante las marchas diurnas organizadas por los sindicatos; y un ánimo más oscuro durante los actos no oficiales nocturnos.

El jueves se repitió ese patrón, con marchas en su mayoría pacíficas durante el día, incluida una en París a la que asistieron 119 mil personas, según cálculos de la policía, y 800 mil, según cálculos de los sindicatos. Posteriormente, la cadena BBC informó que “en cuanto apareció la policía, (todo) estalló”.

Además del incendio de Burdeos, se produjeron enfrentamientos en la capital, informó Kim Willsher, con casseurs (radicales) enmascarados, que destrozaron paradas de autobús y puestos de periódicos, rompieron ventanas y lanzaron piedras a la policía, que usó gas lacrimógeno para dispersarlos. En Ruan, según informes, una granada de gas lacrimógeno le reventó una parte de la mano a una mujer.

Manifestantes destrozan escaparates en el centro de París por la reforma de las pensiones, video

Como era de esperar, ambos bandos discreparon sobre quién era el responsable de la escalada. El ministro del Interior francés, Gérald Darmanin, calificó a los “casseurs” como “matones” y culpó a los manifestantes, “en su mayoría jóvenes”, de pertenecer a la “extrema izquierda”. No obstante, Marylise Léon, vicesecretaria general del sindicato Confederación Francesa Democrática del Trabajo, calificó los disturbios como “una respuesta a las mentiras expresadas por el presidente y a su incomprensible obstinación”. Y añadió: “La responsabilidad de esta situación explosiva no recae en los sindicatos, sino en el gobierno”.

Las protestas del jueves fueron consideradas como particularmente significativas en parte porque constituyeron la primera medida de cuán efectivo fue el intento de Macron de afirmar su autoridad. Incluso el recuento del gobierno sugirió que había más personas en las calles que en cualquier otro momento desde que promulgó la política, y el total fue el mayor registrado desde una concentración nacional el 7 de marzo. En este mapa de las manifestaciones registradas en todo el país, publicado por el periódico Le Monde, se puede observar un rápido índice de la magnitud de la indignación.

El plan de pensiones | Por qué Macron dice que es necesario, y por qué la ciudadanía no está de acuerdo

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Macron rechazó las peticiones de renuncia de su primera ministra, Élisabeth Borne. Foto: Anne-Christine Poujoulat/AFP/Getty Images

La política de Macron de aumentar la edad necesaria para la jubilación no constituye su primer intento: durante su primer mandato desistió de una iniciativa más amplia encaminada a modificar la sumamente compleja infraestructura de las pensiones de Francia, a raíz de enormes protestas en las calles y de la llegada de la pandemia de coronavirus. En esta ocasión, adoptó un enfoque más sencillo: en lugar de fusionar los 42 regímenes de pensiones del país, argumenta que al pedir a la gente que trabaje dos años más puede hacer que el sistema sea sostenible a largo plazo.

Macron, que no puede volver a postularse para el cargo, insiste en que los cambios –que formaban parte de su programa electoral para el segundo mandato– son cruciales y merecen el sacrificio de su ya mermada popularidad.

Sus partidarios señalan que los hombres franceses se jubilan dos años antes que el promedio de la Unión Europea, y las mujeres francesas un año antes. Rechazan el aumento de impuestos como modelo alternativo, alegando que Francia ya soporta una presión fiscal inusualmente alta, e indican que los cambios demográficos hacen que sea inevitable introducir algún tipo de cambio: mientras que en 2000 había 2.1 trabajadores por cada jubilado, la proporción fue de 1.7 en 2020 y se espera que se sitúe en 1.2 en 2070.

Los ciudadanos franceses son fervientes defensores de un sistema “considerado el pilar del preciado modelo de protección social del país”, escribió Angelique Chrisafis en este artículo explicativo sobre el debate de la semana pasada. Están orgullosos del hecho de que los jubilados franceses tienen menos probabilidades de vivir en la pobreza en comparación con los jubilados de la mayoría de los demás países europeos.

Aunque se prevé que haya un déficit en el sistema durante los próximos 25 años, un análisis independiente realizado por el consejo asesor de jubilación indica que las cifras “no respaldan la afirmación de que el gasto en pensiones está descontrolado”. Esto lleva a los críticos a argumentar que el enfoque de Macron es demasiado combativo y severo, y a afirmar que, en su lugar, está dando prioridad a los recortes fiscales concedidos a las empresas, incluso mientras intenta reducir el déficit nacional por debajo del objetivo de la Unión Europea del 3%. Es probable que en los próximos años se reproduzcan en otros lugares variantes del debate de Francia.

La Organización Mundial de la Salud prevé que la población mundial de más de 60 años se duplicará antes del año 2050. Y la consultoría del centro de estudios Grupo de los 30 calcula que el déficit de las pensiones equivaldrá al 23% de la producción mundial en ese mismo año, informa Bloomberg.

Qué ocurrirá ahora | La absoluta falta de popularidad del plan sugiere que no habrá una solución rápida

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La policía antidisturbios se enfrenta a los manifestantes durante los violentos enfrentamientos en París el jueves. Foto: Kiran Ridley/Getty Images

Encuesta tras encuesta sugieren que los manifestantes no están en discordancia con la opinión pública francesa, que registra grandes mayorías contra Macron. Dos tercios de la población apoya a los manifestantes, mientras que el índice de aprobación de Macron se sitúa en el 28%. La decisión de Macron de forzar la aprobación de su plan en el Parlamento sin someterlo a votación cuenta con la oposición del 82% de los votantes, y el 65% desea que las protestas continúen, aunque las propuestas se conviertan en ley.

No obstante, en medio de las peticiones de un referéndum público y las iniciativas de los legisladores de la oposición para anular la nueva ley antes de que se implemente, Macron no ha dado muestras de retractarse, aunque algunos creen que podría destituir a Borne cuando haya pasado la crisis inmediata. También se espera que continúen las protestas, lo cual justifica la postergación de la visita del rey Carlos.

Es probable que el presidente y sus aliados utilicen la violencia esporádica de las manifestaciones del jueves como un medio para crear una brecha entre el movimiento de protesta y el resto de la población francesa. Sin embargo, la mayoría de los analistas creen que la oposición a los planes está demasiado arraigada como para que funcione esa táctica, y que incluso si prevalece en esta política, es probable que Macron se vea perjudicado durante el resto de su presidencia.

Una probable beneficiaria: la líder de extrema derecha Marine Le Pen, que indicó que anularía los cambios como parte de su estrategia de “des-satanizar” y es considerada la figura pública que mejor personifica la oposición a las propuestas.

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