La crisis en Israel continúa y el ministro despedido se niega a dimitir
Fuerzas de seguridad israelíes utilizan cañones de agua para dispersar a manifestantes en Tel Aviv el lunes. Foto: Gil Cohen-Magen/AFP/Getty Images

La política israelí ha caído en el desorden, con dudas sobre si el ministro de Defensa despedido se niega a dimitir y la preocupación de que Benjamín Netanyahu les haya prometido demasiadas cosas a los políticos de extrema derecha a cambio de un acuerdo cuyo objetivo es contener las manifestaciones en todo el país.

Enfrentándose a un punto crítico en el movimiento de protesta contra sus planes de debilitar el poder de los tribunales, que ha durado 12 semanas, el primer ministro anunció en la noche del lunes la postergación de las propuestas, argumentando que quería tiempo para llegar a un compromiso con sus oponentes políticos.

En un discurso transmitido por televisión, 10 horas después de la hora inicialmente prevista para su pronunciamiento, Netanyahu, con aspecto cansado, indicó que “no está dispuesto a dividir la nación por la mitad”.

El discurso puso fin a un día tenso en el que hospitales, universidades, puertos marítimos y el aeropuerto internacional cerraron sus puertas en protesta por los cambios judiciales, considerados por muchos como una neutralización del poder de los jueces.

El fin de semana, la crisis estuvo a punto de convertirse en un caos cuando Netanyahu despidió a su ministro de Defensa, Yoav Gallant, después de que este rompiera filas al pedir públicamente que se suspendiera la reforma.

Sin embargo, aunque el anuncio de Netanyahu calmó temporalmente la ira –el principal sindicato del país suspendió la huelga tras el discurso del primer ministro y las calles israelíes estuvieron mayoritariamente tranquilas el martes–, de ninguna manera ha puesto fin a la crisis.

Ya el martes surgieron dudas sobre el control y la credibilidad de Netanyahu dentro de su coalición de gobierno, la cual incluye una mezcla de nacionalistas de derecha, líderes religiosos y alborotadores de extrema derecha.

Los asistentes del ministro de Defensa despedido señalaron que, a pesar de su destitución, Gallant permanecería en su puesto. Aunque el despido normalmente habría entrado en vigor el martes, los asistentes de Gallant indicaron que nunca se le notificó formalmente. Los voceros de Netanyahu y de su partido, el Likud, no realizaron comentarios inmediatos.

Mientras tanto, los organizadores de las protestas prometieron seguir manifestándose, acusando al primer ministro de engaño. Para aumentar su ansiedad y la de la oposición, la coalición gobernante presentó el martes la lectura final de un proyecto de ley que otorgaría a Netanyahu, que está siendo juzgado por cargos de corrupción que él niega, un mayor control sobre el sistema de designación de jueces.

Aunque un vocero parlamentario calificó esta situación como un tecnicismo, los críticos de Netanyahu acusaron al primer ministro de actuar de mala fe y de incumplir su palabra. “Nos están apuntando a la cabeza con una pistola”, tuiteó el exministro de Finanzas Avigdor Lieberman.

Para frenar la crisis, Netanyahu ha tenido que equilibrar las exigencias de los manifestantes con las de sus socios de coalición de extrema derecha, que argumentan que los tribunales tienen demasiado poder. El dirigente, de 73 años, solo logró calmar al ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir, el más ardiente partidario del proyecto de reforma judicial del partido de extrema derecha Jewish Power (Poder Judío), aceptando la creación de una “guardia nacional” que esté bajo el control de Ben-Gvir.

Aunque se plantearon dudas sobre si Netanyahu hizo una promesa vacía –no la mencionó en su importante discurso del lunes y se necesitarían varios pasos más para establecerla–, los críticos denunciaron los planes de creación de algo que describieron como una milicia.

“El primer ministro sobornó a la extrema derecha con la promesa de crear una milicia que pondría en peligro a los ciudadanos israelíes –en particular a los manifestantes contra el golpe de Estado– mientras sobreviva su gobierno”, escribió en un editorial el periódico izquierdista Haaretz.

El periódico pedía a los israelíes que “mantuvieran la presión sobre Netanyahu hasta que descartara el golpe”.

“La experiencia demuestra”, señalaba el editorial, “que Netanyahu recurre a la manipulación, a las mentiras y a las confabulaciones, y su costumbre es tender trampas que solo se descubren cuando ya es demasiado tarde”.

Reuters contribuyó a este artículo.

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