El rey Carlos evita mencionar el Brexit ante el parlamento alemán
Reino Unido y Alemania deben esforzarse 'juntos' por sus pueblos, dice el rey Carlos III al Bundestag.

El rey Carlos dijo que deseaba “renovar el especial vínculo de amistad” que existe entre el Reino Unido y Alemania, sin mencionar la palabra con “B” que ha provocado que la amistad se haya vuelto cada vez más fría en los últimos años, cuando se dirigió el jueves al Bundestag (el parlamento federal) en Berlín.

El discurso del monarca constituyó el primero pronunciado por un jefe de Estado no electo ante el parlamento federal de Alemania. El discurso fue presentado como una celebración de las similitudes culturales y las empresas conjuntas pasadas y presentes –desde el amor común por la música y la comedia hasta la cooperación en materia de energía y seguridad– así como un intento de reparar los lazos que se fracturaron tras la decisión del Brexit hace siete años.

“Gran Bretaña y Alemania son, y seguirán siendo, estrechos aliados y socios de confianza, incluso tras la decisión de abandonar la Unión Europea”, señaló la presidenta del Bundestag, Bärbel Bas, en su presentación, aunque el rey Carlos no tomó el relevo. En su discurso de 25 minutos, no mencionó el Brexit ni la Unión Europea.

En cambio, el rey agradeció al pueblo alemán sus condolencias por la muerte de su madre, la reina Isabel II, de quien dijo que “ocupó un lugar especial en los corazones alemanes”, y habló sobre el papel que desempeñó la difunta reina en el proceso de reconciliación que unió a los dos países después de la Segunda Guerra Mundial.

En una historia interminable que abarcó la Liga Hanseática, Shakespeare, las rivalidades en el futbol, Kraftwerk y The Beatles, el rey también destacó el liderazgo anglo-alemán en la producción de energía eólica en alta mar y el apoyo material y financiero brindado a la guerra defensiva de Ucrania contra Rusia.

“La decisión de Alemania de prestar a Ucrania un apoyo militar tan grande es considerablemente valiente, importante y bien recibida”, comentó el rey Carlos.

Alternando repetidamente entre su lengua inglesa y el alemán que su difunto padre hablaba con fluidez, solo de vez en cuando se atascó en compuestos difíciles de manejar como “Rechenschaftspflicht” (“responsabilidad”). Quizás le hubiera ayudado que un asistente le hubiera indicado que “Bundestag” no tiene el sonido “sh”.

En una cena de gala celebrada en el palacio de Bellevue en la noche del miércoles, el presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, describió la decisión del rey de visitar Alemania antes de su coronación no solo como una gran declaración personal, sino como un “sólido gesto europeo”. “Significa mucho para mí, mucho para nosotros los alemanes”, señaló.

El jefe de Estado alemán intentó devolver el gesto a su homólogo británico organizando una velada llena del tipo de ostentación formal que resulta relativamente poco habitual en la cómodamente desaliñada metrópolis situada a orillas del río Spree.

Alrededor de 120 invitados, entre ellos la excanciller Angela Merkel, ministros importantes del gabinete, algunos de los parientes aristocráticos alemanes del rey, el arquitecto David Chipperfield y Campino, cantante angloalemán de la banda de rock Die Toten Hosen, desfilaron por la alfombra roja luciendo vestidos de noche y frac, y conversaron sobre Riesling (uvas blancas) originarias de Rheingau y carpas acompañadas de berros de Erfurt hasta medianoche.

Para algunos miembros del parlamento alemán, la ostentación fue excesiva. Martin Schirdewan, copresidente del partido de izquierda Die Linke, se quejó antes del discurso de que era “inapropiado” que el máximo órgano democrático del país “hiciera una reverencia” ante un monarca que había “nacido en cuna de oro”.

Su compañero de partido Jan Korte sugirió que el Bundestag debería haber invitado en su lugar a un integrante de Rolling Stone. “Incluso si Keith Richards se limitara a tocar la guitarra en el salón del pleno, constituiría una mayor señal de la conexión entre el pueblo de Gran Bretaña y la República Federal que la aparición de un rey que heredó su derecho a hablar”, señaló Korte.

Algunos de los asientos de la sección correspondiente al partido Die Linke en el salón del pleno permanecieron vacíos durante todo el discurso del rey el jueves. De los que sí estuvieron presentes, media docena permanecieron sentados cuando el monarca entró, pero se levantaron durante los dos minutos de ovación final.

Tras su discurso, el rey Carlos visitó el albergue de refugiados del antiguo aeropuerto de Tegel, en Berlín, antes de salir del centro de la capital para dirigirse a las zonas rurales. En el estado de Brandeburgo tenía previsto reunirse con soldados del Batallón de Ingenieros Anfibio germano-británico 130 y visitar Brodowin, un pueblo ecológico donde los agricultores utilizan remedios homeopáticos para trabajar sus tierras y tratar a su ganado.

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