Revelan magnitud del ‘botín colonial’ en colección de joyas reales
Foto compuesta: Guardian Design/Getty Images/EPA/Shutterstock

Hace cinco años, el palacio de Buckingham marcó su apertura de verano con una exposición que celebraba el 70 cumpleaños del entonces príncipe Carlos con una exhibición de sus piezas favoritas de la colección real, el tesoro oficial de Gran Bretaña de objetos relacionados con la monarquía. “El príncipe participó de manera muy activa en la selección”, indicó el curador jefe.

Entre las esculturas, pinturas y otros objetos expuestos se encontraba un largo cinturón de oro con incrustaciones de 19 grandes esmeraldas que en su momento utilizó un marajá indio para adornar sus caballos. Se trataba de una curiosa elección para incluirla en la exposición, teniendo en cuenta los violentos medios por los que había llegado a manos de la familia real.

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Cinturón de esmeralda del marajá Sher Singh, hacia 1840. Foto: Royal Collection Trust / © His Majesty King Charles III 2023

Como parte de su serie Cost of the crown (El precio de la corona), The Guardian descubrió un extraordinario expediente de 46 páginas guardado en los archivos de la Oficina para la India, el departamento gubernamental que era responsable del dominio de Gran Bretaña sobre el “subcontinente indio”. En él se detalla una investigación, aparentemente encargada por la reina María, abuela de Isabel II, sobre los orígenes imperiales de sus joyas.

El informe, que data de 1912, explica la forma en que piezas de incalculable valor, entre ellas el cinturón de esmeraldas del rey Carlos, fueron extraídas de la India como trofeos de conquista y posteriormente entregadas a la reina Victoria. Los objetos descritos actualmente pertenecen al monarca como bienes de la corona británica.

Piedras saqueadas

Para comprender perfectamente el contexto de las joyas y su importancia en la historia de la India, fue necesario visitar los archivos. Un diario relata un viaje en 1837 a la región del Punyab, en el norte de la India, que realizaron la escritora del diario Fanny Eden y su hermano George, que en aquel momento era gobernador general del Raj británico. Visitaron a Ranjit Singh, el marajá de Lahore, que firmó un “tratado de amistad” con los británicos seis años atrás.

El semiciego Singh usaba pocas piedras preciosas, si es que usaba alguna, según escribió Eden en su diario, sin embargo, su séquito estaba absolutamente repleto de ellas. Tan abundantes eran las gemas del marajá que “pone sus joyas más finas en sus caballos, y el esplendor de sus arneses y alojamientos supera todo lo que se pueda imaginar”, escribió. Posteriormente, Eden confesó en su diario: “Si alguna vez se nos permite saquear este reino, iré directamente a sus establos”.

Doce años después, el hijo menor y heredero de Singh, Duleep, se vio obligado a ceder el Punyab a las fuerzas conquistadoras de la East India Company (Compañía Británica de las Indias Orientales). Como parte de la conquista, la compañía saqueó las esmeraldas de los caballos, así como la piedra más preciosa que poseía Singh, el legendario diamante Koh-i-noor.

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La corona de la reina madre colocada sobre el ataúd durante su funeral en 2002. Foto: Dan Chung/The Guardian

En la actualidad, el Koh-i-noor forma parte de la corona de la reina Isabel, la reina madre, expuesta en la Torre de Londres, y se ha convertido en un símbolo de la torturada relación de Gran Bretaña con su historia imperial.

Anita Anand, periodista e historiadora que coescribió un libro sobre el diamante titulado Koh-i-noor, comentó que se trataba de “un bello y frío recordatorio de la supremacía británica durante el Raj”, el periodo comprendido entre 1858 y 1947 durante el cual la India estuvo gobernada por la corona.

“Sus caras reflejan el destino de un niño rey que fue separado de su madre”, explicó Anand. La piedra también fue “sacada lejos de su hogar, cortada de nuevo y reducida”. Anand señaló: “Esa no es la forma en que India se ve a sí misma hoy en día”.

El palacio de Buckingham es plenamente consciente de la sensibilidad que rodea a los objetos saqueados. Después de que el gobierno de la India comunicara que el hecho de que Camila, la reina consorte, luciera el Koh-i-noor en la coronación del rey Carlos suscitaría “dolorosos recuerdos del pasado colonial”, el palacio anunció que la reina consorte lo cambiaría por un diamante menos polémico.

Sin embargo, como descubrió la reina María, el Koh-i-noor no fue la única gema sustraída del tesoro de Singh que fue a dar a la monarquía británica.

Miembro de la realeza con un collar de perlas

Entre las joyas identificadas en el documento descubierto por The Guardian figura un “collar corto de cuatro rubíes espinela muy grandes”, el más grande de los cuales es una espinela de 325.5 quilates que posteriormente se identificó como el rubí Timur.

Su famoso nombre no es correcto: una investigación realizada por la académica Susan Stronge en 1996 llegó a la conclusión de que probablemente nunca fue propiedad de Timur, un conquistador mongol. Y se trata de una espinela, una piedra roja similar al rubí, pero químicamente distinta.

En el documental de la BBC titulado Royal Family, de 1969, Isabel II aparecía sosteniéndola, y era evidente que estaba familiarizada con los mitos que la rodeaban. “La historia, por supuesto, es muy fascinante. Perteneció a muchos reyes de Persia y emperadores mogoles, hasta que se lo enviaron a la reina Victoria desde la India”, señaló.

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El collar de rubíes Timur, 1853. Foto: Royal Collection Trust / © His Majesty King Charles III 2023

Nunca se fotografió a la reina luciendo este objeto. No obstante, es posible que haya usado otro de los tesoros de Lahore, identificado en el informe de la Oficina para la India como “un collar de perlas compuesto por 224 perlas grandes”.

En su estudio de 1987 sobre las joyas reales, Leslie Field describió “uno de los collares de perlas de dos vueltas más impresionantes de la reina madre… hecho con 222 perlas con un broche de dos magníficos rubíes rodeados de diamantes que originalmente perteneció al gobernante de Punyab”, lo cual es, casi con toda seguridad, una referencia al mismo collar.

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La reina luciendo perlas en la Royal Opera House en 2012. Foto: AFP/Getty Images

En 2012, Isabel II asistió a un festival de gala en la Royal Opera House en Londres para celebrar su jubileo de diamante. Las fotografías la mostraban luciendo un collar de perlas de varias vueltas que tenía un broche de rubí.

¿Eran estas las perlas de Ranjit Singh? Se especulaba con la posibilidad de que sí lo eran, aunque el palacio de Buckingham no pudo confirmarlo en absoluto.

Parece que el interés de la reina María estuvo motivado por la curiosidad sobre el origen de algunas de sus perlas, en lugar de por cualquier preocupación moral sobre la forma en que fueron obtenidas. No obstante, un vocero del palacio de Buckingham señaló que la esclavitud y el colonialismo eran asuntos que “Su Majestad tomaba profundamente en serio”.

Shashi Tharoor, exsubsecretario de las Naciones Unidas y actualmente diputado en la India, señaló: “Por fin hemos entrado a una era en la que el robo y el saqueo coloniales son reconocidos como lo que realmente fueron, en lugar de ser disfrazados como el botín incidental de alguna noble ‘misión civilizadora'”.

“Como observamos cada vez con mayor frecuencia, la devolución de los bienes robados siempre es algo positivo. Las generaciones venideras se preguntarán por qué las naciones civilizadas tardaron tanto en hacer lo correcto”.

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