Conflicto en Sudán: aumentan las evacuaciones y EU advierte sobre crisis humanitaria
Unos niños cargan una cubeta de agua en Jartum. USAid advirtió sobre la escasez de medicamentos, alimentos y agua en Sudán mientras continúan los enfrentamientos. Foto: Mohamed Nureldin Abdallah/Reuters

Estados Unidos advirtió sobre la escasez de medicamentos vitales, alimentos y agua en Sudán y desplegó expertos en respuesta a catástrofes en la región, mientras se incrementaban los esfuerzos para evacuar de la ciudad de Jartum a los diplomáticos y ciudadanos extranjeros.

El domingo, el Reino Unido evacuó con éxito de Jartum a su personal diplomático y a sus dependientes en el marco de una compleja operación, mientras que Alemania y Francia indicaron que cada uno de ellos evacuó a más de 100 personas. Italia, España y Canadá también evacuaron a sus ciudadanos, entre personas de otras nacionalidades.

Un avión militar neerlandés trasladó a los evacuados a Jordania a primera hora del lunes, informó el Ministerio de Relaciones Exteriores de los Países Bajos. Estados Unidos evacuó a diplomáticos, trabajadores de embajadas y sus familias en la noche del sábado.

Tras varios intentos fallidos de alto al fuego, el número de víctimas mortales en Sudán ha superado las 420, 264 de ellas civiles, y más de 3 mil 700 personas han resultado heridas, según indican ONG locales e internacionales.

No obstante, la mayoría de los analistas creen que el verdadero número total de víctimas mortales y heridos registrados en más de nueve días de enfrentamientos es mucho mayor.

Mientras se libraban combates en el centro de la capital de Sudán y en su ciudad gemela, Omdurmán, Samantha Power, directora de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), describió un sombrío panorama de la realidad sobre el terreno.

“Los combates… han cobrado cientos de vidas, han herido a miles de personas y frustraron una vez más las aspiraciones democráticas del pueblo sudanés. Los civiles atrapados en sus hogares no pueden acceder a los medicamentos que necesitan urgentemente, y se enfrentan a la perspectiva de una prolongada escasez de electricidad, agua y comida”, señaló Power.

“Todo este sufrimiento agrava una situación ya de por sí nefasta: un tercio de la población de Sudán, es decir, casi 16 millones de personas, ya necesitaba ayuda humanitaria para cubrir sus necesidades humanas básicas antes de este estallido de violencia”.

La violencia enfrenta a las unidades del ejército leales al gobernante militar de Sudán, el general Abdel Fattah al-Burhan, con las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), dirigidas por Mohamed Hamdan Dagalo, conocido como Hemedti, que es el jefe adjunto del consejo gobernante. Su lucha por el poder ha suscitado el temor al caos y a que se produzca una catástrofe humanitaria en este país de 45 millones de habitantes, el tercero más grande de África.

Una nueva tregua anunciada, que debía coincidir con la festividad musulmana de Eid al-Fitr (Fiesta del Fin del Ayuno), que dura tres días, fracasó el sábado. Se suponía que el alto al fuego permitiría que miles de habitantes de Jartum que se encuentran atrapados a causa de los combates pudieran ponerse a salvo y visitar a sus familiares durante la festividad musulmana de Eid. Power reiteró sus llamados a las partes para que respetaran el alto al fuego.

Al parecer, los servicios telefónicos y de internet quedaron interrumpidos el domingo en gran parte del país. Los medicamentos, el combustible y los alimentos empezaron a escasear en gran parte de Jartum, mientras que los combates y los saqueos hicieron que fuera peligroso salir de casa en busca de provisiones esenciales.

El ministro británico para Medio Oriente, Andrew Mitchell, informó que alrededor de 2 mil ciudadanos británicos que aún se encuentran en Sudán se registraron en la embajada para una posible evacuación. Muchos británicos en el país se han quejado sobre la falta de información por parte del gobierno y señalan que no tienen conocimiento de ningún plan de evacuación.

Mitchell comentó a la cadena BBC que el gobierno estaba trabajando en una “intensa planificación” para llevar a cabo “una serie de posibles evacuaciones”.

Numerosos ciudadanos de Sudán, junto con ciudadanos egipcios y otros extranjeros que no pudieron tomar vuelos, se arriesgaron a recorrer el largo y peligroso camino hasta la frontera norte del país con Egipto.

“Viajamos 15 horas por tierra bajo nuestro propio riesgo”, comentó a la agencia de noticias Associated Press Suliman al-Kouni, un estudiante egipcio, en el cruce fronterizo de Arqin con Egipto. Los autobuses estaban formados en el remoto cruce desértico y transportaban a cientos de personas, señaló. Al-Kouni era uno de las decenas de estudiantes egipcios que emprendieron el viaje. “Pero muchos de nuestros amigos siguen atrapados en Sudán”, indicó.

En las maltratadas calles de Jartum existía un sentimiento de enojo por la partida de los occidentales.

“Ellos evacuaron a su gente … a los estadounidenses no les importa Sudán … La seguridad de su gente es una prioridad para ellos, no deberíamos concentrarnos en eso, deberíamos pensar en las formas de detener la guerra”, señaló Madji Ebaid, un empresario de 61 años.

Alaa Mustafa, auxiliar de laboratorio en un hospital de Omdurmán, de 33 años, comentó que la evacuación por parte de los países occidentales demostraba que al menos a los políticos de Londres o Washington “les importaban sus ciudadanos”.

“Puede que nuestro líder deje de luchar, pero imagínense solo (para permitir) que los occidentales salgan del país. ¿Qué pasa con los que aún estamos aquí? Hay muchos casos humanitarios y personas que necesitan atención de emergencia. Sus cuerpos están tirados en las calles”.

Una mujer que se preparaba para evacuar Jartum con destino a la ciudad de Kosti, capital del estado del Nilo Blanco, ubicada a 300 km al sur, comentó que le asustaba lo que pudieran llegar a hacer las fuerzas combatientes en la ciudad una vez que se hubieran retirado los extranjeros.

“Los occidentales se fueron… No sentimos que esté bien para nosotros… No sabemos qué harán mañana”, dijo la mujer, que pidió permanecer en anonimato por temor a represalias.

Reuters contribuyó a este artículo.

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