Las cinco formas en que la IA cambiará el trabajo
Ilustración: Nathalie Lees/The Guardian

En 1965, el politólogo y ganador del premio Nobel, Herbert Simon declaró: “Las máquinas serán capaces, dentro de 20 años, de hacer cualquier trabajo que pueda hacer un hombre”.

En la actualidad, en lo que cada vez se denomina con mayor frecuencia la cuarta revolución industrial, la llegada de la inteligencia artificial (IA) a los centros de trabajo está suscitando inquietudes similares.

Es probable que la próxima Ley de Inteligencia Artificial del Parlamento Europeo considere que el uso de la inteligencia artificial en la educación, la aplicación de la ley y la gestión de los trabajadores es de “alto riesgo”.

Geoffrey Hinton, conocido como el “padrino de la inteligencia artificial”, recientemente renunció a su puesto en Google, alegando su preocupación respecto al impacto de la tecnología en el mercado laboral. Y, a principios de mayo, los miembros en huelga del Sindicato de Guionistas de Estados Unidos (WGA) prometieron a los ejecutivos: “La inteligencia artificial los sustituirá a ustedes antes que a nosotros”.

No obstante, según Philip Torr, profesor de Ciencias de la Ingeniería de la Universidad de Oxford, la imperfección de las herramientas de inteligencia artificial –impulsadas no por la emoción, sino por datos y algoritmos– significa que la presencia humana en los lugares de trabajo seguirá siendo esencial.

“Las revoluciones industriales del pasado normalmente condujeron a más empleo, no a menos”, señala Torr. “Creo que veremos cómo cambian los tipos de empleo, pero eso no es más que una evolución natural”.

Torr, un premiado investigador del Alan Turing Institute de Londres, compara el impacto de los grandes modelos de lenguaje (LLM) como ChatGPT con la llegada del procesador de textos: una herramienta extremadamente útil que cambiará fundamentalmente la forma en que trabajamos.

En general, se muestra optimista ante la posibilidad de que el ser humano pueda coexistir de forma productiva con estas tecnologías, y no es el único que piensa así. Muchos expertos en la materia creen que, con la educación y la legislación adecuadas, la automatización podría tener un impacto positivo en los lugares de trabajo.

Por supuesto, hay quienes predicen un futuro más oscuro en el que los algoritmos evaluarán a los trabajadores y los sustituirán por la automatización. Sin embargo, existe un amplio consenso: para bien o para mal, es probable que un número cada vez mayor de industrias se vean alteradas de forma permanente y estructural por el avance de la inteligencia artificial.

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Atención médica

Hasta ahora, el uso de la inteligencia artificial en medicina se ha centrado en las resonancias magnéticas, los rayos X y la detección de tumores, explica Torr. También se están realizando investigaciones sobre el diagnóstico de la demencia a través de los teléfonos inteligentes. Las aplicaciones podrían registrar el tiempo que tarda un usuario en realizar una tarea rutinaria, como encontrar un contacto, e indicar cualquier aumento de este tiempo como posible síntoma del síndrome.

Cada una de estas aplicaciones podría ahorrarles un tiempo valioso a los médicos y demás personal de atención médica. Sin embargo, Torr señala que en el futuro los LLM tendrán un mayor impacto para pacientes y profesionales.

Torr menciona el ejemplo de llegar a un hospital, responder una serie de preguntas y después ser trasladado a otra habitación para que le vuelvan a hacer las mismas preguntas. En su lugar, explica, se podrían registrar las respuestas a través de una aplicación basada en inteligencia artificial, la cual transmitiría después la información de cada paciente al personal pertinente.

Torr reconoce, no obstante, que, a pesar de su eficacia, el diagnóstico realizado por algoritmos –o incluso la cirugía automatizada, que también imagina como un posible avance– quizás no sea muy popular entre los pacientes. “Se puede imaginar la fabricación de una especie de robot vendedor”, señala. “Pero las personas seguirían queriendo ver al auténtico”.

Sin embargo, el sector en el que la tecnología podría ser más bienvenida es el de los planificadores centrales de los servicios de atención médica. Con grandes y complejas organizaciones que dirigir y objetivos que cumplir, la inteligencia artificial podría ayudarlos sugiriendo planes y calendarios que reduzcan las crecientes presiones a las que se enfrentan los servicios médicos de todo el mundo.

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Educación

La inteligencia artificial ya se utiliza en escuelas, colegios y universidades, aunque de forma limitada. No obstante, a medida que la automatización se adentra cada vez más en las aulas, Rose Luckin, profesora de diseño del University College London Knowledge Lab, señala que las decisiones que tomemos en este momento determinarán su impacto en el futuro.

“Hay una versión distópica en la que se cede demasiado a la inteligencia artificial”, comenta. “Y terminamos con un sistema educativo que es mucho más económico, en el que gran parte de la enseñanza la imparten los sistemas de inteligencia artificial”.

En este futuro, los profesores que cuenten con la ayuda de los LLM a la hora de corregir y planear las clases dispondrán de un tiempo más que necesario para centrarse en otros aspectos de su trabajo. Sin embargo, en el intento de reducir costos, también se podría delegar a las máquinas la “impartición” de las clases, lo que privaría a profesores y estudiantes de la interacción humana.

“Por supuesto, eso ocurrirá en el caso de los estudiantes menos pudientes”, señala Luckin. “Los alumnos más pudientes aún tendrán un montón de encantadoras interacciones humanas individuales, junto con una inteligencia artificial muy bien integrada”.

En cambio, Luckin aboga por un futuro en el que la tecnología aligere la carga de trabajo de los profesores, pero no interrumpa su labor pastoral, ni afecte de forma desproporcionada a los alumnos de las zonas más pobres. “Esa interacción humana es algo que se debe valorar, no desechar”, indica.

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Call centers

Conocidos por su elevada rotación de personal, los call centers suelen ser entornos cargados de estrés en los que el personal pasa gran parte del día intentando calmar a clientes enojados. Por esta razón, explica Peter Mantello, profesor de medios de comunicación y ciberpolítica de la Ritsumeikan Asia Pacific University, los centros se convertirán progresivamente en un hogar popular para lo que se conoce como inteligencia artificial emocional.

A través del reconocimiento de tonos de voz, este tipo de herramientas permite al personal y a los directivos evaluar el estado emocional de sus clientes y trabajadores. Esto significa que el personal puede atender mejor a las personas que llaman, y los directivos pueden cuidar mejor al personal. Mantello advierte, sin embargo, que esta tecnología también constituye un tipo de vigilancia.

“La vigilancia está relacionada con el control social y con moldear el comportamiento de las personas”, indica. “Y por eso, en los lugares de trabajo, esta idea de ser positivo, auténtico y feliz estará cada vez más vinculada a la productividad”.

La preocupación de Mantello surge de la posibilidad de que aquellos que ostentan el poder podrían hacer un mal uso de los datos generados por la inteligencia artificial, por ejemplo, un directivo que utilice datos que muestren una baja productividad para despedir a un trabajador que le desagrade, o que juzgue de forma puramente estadística el valor de un individuo.

El crecimiento de este tipo de tecnología también tiene consecuencias para las personas que trabajan en otros sectores. Desde las relaciones públicas hasta los barman, ofrecer un comportamiento positivo forma parte de ciertos trabajos desde hace mucho tiempo, pero Mantell señala: “Creo que vamos a observar que las emociones desempeñarán un papel aún más importante en la creación o medición del concepto de buen trabajador”.

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Agricultura

Según Robert Sparrow, profesor de Filosofía del Data Futures Institute de la Universidad de Monash, en Australia, muchos sectores de la agricultura demostrarán su resistencia a una mayor automatización.

Aunque los agricultores ya se benefician de la aplicación de la inteligencia artificial en el pronóstico del clima y la creación de modelos de plagas y enfermedades, comenta que para que la tecnología cause una verdadera perturbación, tendría que producirse un progreso significativo en la robótica.

“Puedo lograr que ChatGPT escriba mejores ensayos que muchos de mis alumnos”, comenta. “Pero si le pidieras a un robot que entrara a esta sala y vaciara el bote de la basura o me preparara una taza de café, sencillamente no podría hacerlo”.

Esta falta de habilidad e incapacidad para enfrentarse a espacios o tareas impredecibles, combinada con el costo de dicha tecnología, hace que sea poco probable que los robots sustituyan a los trabajadores agrícolas en un futuro próximo, opina.

No obstante, Sparrow describe a la agricultura como una industria tecnológicamente progresista. Los alimentos suelen viajar por todo el mundo para llegar a los consumidores, y Sparrow describe la logística como un aspecto de la agricultura en el que la inteligencia artificial tiene un potencial real para aumentar la eficacia, aunque esto no dejaría de implicar riesgos para los trabajadores humanos.

“Todas las personas que actualmente trabajan para determinar el tipo de estiba que debe ir en cada camión, para llegar a cada barco, para llegar a tiempo al mercado… si todas ellas perdieran su empleo debido a las mejoras de la inteligencia artificial, no es nada obvio que vayan a encontrar trabajo en otra parte”, explica.

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Ejército

Sparrow afirma que la inversión militar en inteligencia artificial es cuantiosa y que es común la creencia de que marcará el futuro de la guerra. No obstante, a pesar de la introducción de drones, tanques y submarinos semiautónomos, esta tecnología se utiliza en menor medida de lo que cabría imaginar.

Sin embargo, es probable que cambie esta situación, particularmente para aquellos que prestan servicio en el mar o en el aire. “No soy el único que piensa que, en el futuro, los seres humanos no podrán sobrevivir a los combates aéreos”, señala. “Los aviones sin pilotos pueden ser más ligeros, más rápidos, más fáciles de maniobrar y también más prescindibles”.

Sparrow también cree que la inteligencia artificial podría llegar a dar las órdenes en lugar de los oficiales superiores. Aunque los humanos seguirían participando en la toma de decisiones, la posibilidad de que exista un sesgo de automatización –es decir, la tendencia humana a delegar a las máquinas– suscita cierta preocupación.

Sparrow menciona el ejemplo de un general de inteligencia artificial que envía a un batallón a un intenso ataque enemigo, algo que reconoce que los generales humanos también podrían tener que hacer. “Sabes que esas personas van a morir”, explica, “pero es más difícil de digerir si una máquina dio la orden”.

La guerra autónoma librada a distancia también podría provocar cambios en la cultura militar y en la forma en que se percibe el trabajo realizado en el sector. Aunque se suelen atribuir a los soldados rasgos como el valor, la piedad y la compasión, Sparrow señala que los combates dirigidos por la inteligencia artificial “harían que fuera muy difícil mantener estas ilusiones”.

Dejando de lado los cambios en la opinión pública, los aspectos positivos de alejar al personal militar de los peligros de los combates directos son evidentes. No obstante, Sparrow aún alberga serias dudas sobre la posibilidad de un futuro en el que los humanos desempeñen un papel menor al de la tecnología en la guerra, y cree que los sistemas de armas automatizados podrían llegar algún día a arrastrar a los humanos a la guerra.

Asimismo, se muestra escéptico sobre el futuro de la inteligencia artificial en todos los lugares de trabajo. “La idea de que estas herramientas dejarán intacta la esencia del trabajo suele ser un argumento de mercadotecnia”, indica. “Si la tecnología realmente es mejor que una persona en ese puesto, ¿por qué contrataríamos a personas?”.

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