Esta es la prueba de que las vedas dejan mucho que comer, dice un estudio sobre el parque marino de México
Isla de San Benedicto, una de las cuatro islas volcánicas del archipiélago de Revillagigedo. Foto: SerrNovik/Getty/iStockphoto

La veda marina en un parque marino mexicano no redujo el nivel de capturas, según indicó un nuevo estudio que sostiene haber acabado con el “mito” difundido por las empresas pesqueras de que la protección de las zonas marinas supone una menor disponibilidad de pescado para el consumo de las personas.

El estudio del antes y el después analizó si la veda de pesca comercial en el parque nacional de Revillagigedo, que tiene una extensión de 147 mil km2 en el océano Pacífico al oeste de México, reduciría el nivel de capturas del país.

La respuesta fue negativa, señalaron los autores del estudio, quienes comentaron que el hallazgo demostraba que “las grandes AMP (áreas marinas protegidas) plenamente protegidas pueden contribuir a un uso más sostenible y equitativo del océano, sin que esto tenga repercusiones económicas importantes para la industria pesquera”.

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Banco de peces en el parque nacional de Revillagigedo. El estudio descubrió que el cumplimiento de la veda fue inesperadamente alto. Foto: Cultura Creative RF/Alamy

Antes de que se prohibiera la pesca en la AMP en 2017, el sector pesquero de México, valorado en mil millones de dólares (unos 17 mil millones de pesos), advirtió que la veda podría reducir sus niveles de capturas de atún y otros peces pelágicos en un 20%. Sin embargo, las comparaciones de los datos de las capturas realizadas en los cuatro años anteriores y posteriores a la veda demostraron que la AMP “no tuvo ningún efecto causal en las capturas ni en el uso de la zona y, por tanto, no ocasionó daños (a la flota pesquera mexicana)”, indicó Fabio Favoretto, becario de postdoctorado del Instituto Scripps de Oceanografía en San Diego, California, y autor principal del estudio, revisado por pares y publicado en la revista Science Advances.

Una de las razones que explican el impacto aparentemente mínimo de la AMP en la pesca comercial podría ser que la zona protegida “era casi insignificante” en comparación con la extensión de océano de la que disponía la flota mexicana.

Otra conclusión “sumamente especulativa” podría ser que existen más peces en las zonas circundantes, así como en el interior de las AMP, a causa de un “efecto secundario” en los mares circundantes, señaló, y añadió que el equipo de investigación tenía como objetivo analizar esta cuestión en su próximo estudio.

Favoretto comentó que no era posible que siguieran sin detectarse niveles significativos de pesca en la zona protegida, ya que las embarcaciones podían desactivar las señales de sus respondedores, también llamados transpondedores, antes de entrar al parque.

“Como pudimos observar la actividad pesquera en otros lugares, no tuvimos lagunas (en los datos de actividad), los observamos en otra parte”, señaló.

Por ley, la flota pesquera de México está obligada a llevar respondedores del Sistema de Monitoreo de Embarcaciones (VMS), que deben permanecer encendidos y que son físicamente difíciles de apagar, explicó Favoretto. “Puedes apagar el AIS (otro sistema de rastreo de embarcaciones), pero no puedes apagar el VMS, y nuestros datos proceden del VMS”.

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Nopales creciendo en la isla Socorro, en el archipiélago de Revillagigedo. Foto: Nature Picture Library/Alamy

Favoretto comentó que tampoco se había observado un desplazamiento significativo de la actividad pesquera a otras zonas. “Analizamos el efecto de desplazamiento, pero no se registró más de eso”, señaló, añadiendo que las embarcaciones no salían a zonas más alejadas que antes, y que las flotas aparentemente capturaban el mismo volumen de peces en una zona reducida.

La pesca ilegal registrada durante los cuatro años también fue mínima, descubrieron los investigadores, y la actividad pesquera promedio registrada dentro de la AMP disminuyó en un 82%. Las infracciones aumentaron justo después de la veda, indicó Favoretto, y disminuyeron a cero una vez que se implementó completamente un programa especializado de vigilancia de delitos marinos llamado Skylight en 2021.

“Me sorprendió que no se produjera una mayor pesca ilegal… y este constituye otro mensaje (del estudio)”, comentó, añadiendo que el cumplimiento fue inesperadamente alto.

La idea de que las AMP pueden significar más, no menos, pescado para las flotas no es nueva, señaló Enric Sala, uno de los coautores del estudio y explorador residente de National Geographic Society.

“Un estudio del año pasado demostró que las capturas de atún de aleta amarilla en los alrededores del Monumento Papahānaumokuākea, (la zona de prohibición de pesca más grande del mundo, frente a la costa de Hawai) aumentaron un 54%”, explicó.

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Una mantarraya gigante y un pez ángel de Clarión cerca de la isla de San Benedicto, en el archipiélago de Revillagigedo. Foto: VW Pics/Universal Images/Getty

Sala añadió: “En realidad es un mito que no podemos proteger más partes del océano porque necesitamos más peces para alimentar a más personas. Las capturas pesqueras mundiales han disminuido desde mediados de los años 90 y, sin embargo, solo el 3% está protegido de la pesca. El peor enemigo del sector pesquero no son las áreas protegidas, es la sobrepesca”.

Medir la población de peces en la AMP de Revillagigedo y sus alrededores, que protege a ballenas jorobadas, tiburones ballena, tiburones sedosos y mantarrayas, constituye el próximo objetivo de los investigadores. También esperan ver más AMP.

“El año pasado, en la COP15, los países acordaron (proteger) el 30% de los océanos para el año 2030. Si México quiere cumplir ese objetivo, necesitará de dos a cuatro Revillagigedos más”, comentó Octavio Aburto, tercer coautor y profesor de biología marina y oceanografía biológica de Scripps.

No obstante, no existe un modelo único de AMP, señaló Aburto. La AMP del parque nacional de Revillagigedo estaba útilmente situada lejos de la tierra y de las personas, lo cual ayudó a minimizar las amenazas y facilitó la vigilancia, explicó. Las AMP más cercanas a los lugares donde vive la gente necesitarían una “estrategia de conservación completamente distinta”, indicó.

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