Succession sin Logan Roy: ¿Sacaron demasiado pronto a Brian Cox?
El hombre que le dio a la serie su contrapeso... Brian Cox como Logan Roy en Succession. Foto: AP

Una semana después, las conversaciones sobre Succession no han aminorado. Se ha estudiado detalladamente el final, se han analizado minuciosamente las escenas emocionalmente ambiguas (¡el abrazo! ¡las cicatrices!) hasta el último detalle e, inevitablemente, han empezado a surgir los primeros y nerviosos indicios de una reacción negativa. Parece que todo el mundo tiene una opinión sobre el final. Pero eso no es exactamente cierto. Brian Cox no tiene una opinión al respecto, porque él no lo ha visto.

“¡Estoy muerto! Los muertos no ven cosas como esas”, comentó en el programa Sunday with Laura Kuenssberg de la cadena BBC. “Para empezar, nunca me ha gustado verme a mí mismo, y de una forma u otra, debido a lo que le pasó a Logan Roy, se me quitaron las ganas de ver el resto“.

A lo que Cox se refiere –y aquí viene una alerta de spoiler, para todo aquel que no haya visto nada de Succession pero por alguna razón quiera leer sobre ello– es a la muerte de Logan Roy. Era un momento que siempre iba a suceder, porque no se puede tener una sucesión si el jefe sigue vivo y coleando, sin embargo, el momento en el que ocurrió todavía parece irritar un poco a Cox.

Como se recordará, Logan Roy murió en el tercer capítulo de la temporada más reciente, colgando los tenis en un avión privado, sin prácticamente ningún tipo de presagio tradicional. En el momento, la muerte de Logan se sintió como un golpe maestro dramático. Significó que el resto de la serie no solo giraría en torno a una auténtica lucha a golpes por el poder entre sus descendientes, sino que su emoción predominante sería el duelo. La única persona que no parecía pensar que era una buena idea en ese momento fue –adivinaste– Cox.

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Al parecer, Cox pasó gran parte del circuito publicitario posterior a la muerte de su personaje quejándose de cuán pronto lo habían eliminado en la temporada, hasta el punto de que también se divirtió haciendo bromas –quizás con la vista puesta en una inverosímil secuela de Succession– sobre la idea de que tal vez Logan Roy no estuviera tan muerto como pensaba todo el mundo.

En su momento, fue fácil considerarlo como las quejas de un actor que no pudo salir en la tele todo lo que quería. Pero ahora que terminó la serie, quizá sea el momento de preguntarse si tenía razón o no.

Porque por muy emocionante que fuera en su momento, y por muy emocionantes que fueran los dos capítulos finales, es difícil deshacerse de la impresión de que Succession perdió uno o dos peldaños tras la muerte de Logan Roy. Succession siempre fue una serie deliberadamente frustrante, con cada personaje atrapado en su propio patrón personal de ambición e incompetencia, y la esperanza consistía en que la muerte de Logan los sacara de su estancamiento. Pero no ocurrió así. Pocas horas después de su muerte, los hermanos Roy regresaron a sus mezquinas críticas y actuaciones de superioridad.

Parte del problema, a mi parecer, fue la introducción de Lukas Matsson, el gran villano de la serie que planeaba comprar Waystar Royco sin ningún obstáculo a la familia Roy. Sin perder el ritmo, Succession introdujo a Matsson como un sustituto de Logan Roy.

Los hermanos conspiraron en su contra, se aliaron con él e intentaron organizar un enfrentamiento en la sala de juntas para eliminarlo bajo distintos estados de lealtad. En otras palabras, todo lo que acababan de hacer con su padre en las temporadas anteriores.

Presumiblemente, se trató de la sugerencia de los guionistas de que los Roys tienen tantos derechos y son tan inútiles que siempre serán el segundo plato de alguien más, pero mi problema es que Cox interpretó muy bien al opresor. Siempre que alguien se refiere a Succession como Shakespeareana, es casi seguro que están discutiendo sobre la rabia operística de Cox como Logan. La pura furia despiadada del hombre –su desprecio, su amarga decepción respecto a sus propios hijos– le daba a la serie su contrapeso y, por lo tanto, cada capítulo sin él siempre iba a ser deficiente hasta cierto punto. Él era un monstruo, pero un monstruo que extrañabas cuando no estaba cerca.

Logan tenía que morir. La premisa de Succession era una promesa, y hay que cumplir las promesas. Simplemente es una pena que, en retrospectiva, no se aferró a otro par de capítulos.

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