Al menos 46 mujeres murieron –algunas de ellas quemadas– después de un estallido de violencia entre pandillas en una prisión de Honduras.

Las autoridades hallaron decenas de cadáveres tras los actos violentos perpetrados el martes en la cárcel de Tamara, ubicada a unos 50 km al noroeste de Tegucigalpa, la capital hondureña, indicó Yuri Mora, vocero de la agencia nacional de investigación policial.

Algunas de las víctimas fueron asesinadas con arma de fuego, y al menos siete reclusas estaban recibiendo tratamiento en un hospital de Tegucigalpa por heridas de bala y arma blanca, informaron empleados del lugar.

La presidenta Xiomara Castro señaló que estaba conmocionada por lo que describió como el “monstruoso asesinato” de las mujeres, que atribuyó a poderosas pandillas callejeras. “Solidaridad con las familias”, escribió en un tuit, añadiendo que respondería con “medidas drásticas”.

Delma Ordóñez, presidenta de una asociación de familiares de reclusas, comentó a la agencia de noticias Reuters que se produjo una pelea en la cárcel entre miembros de las pandillas rivales Barrio 18 y la Mara Salvatrucha (MS-13).

Los familiares de las reclusas se congregaron afuera de la cárcel, intentando averiguar algo sobre sus seres queridos.

“Estoy buscando información sobre lo que le pasó a mi hija, pero todavía no nos han informado”, comentó en una entrevista de televisión una mujer que se identificó como Ligia Rodríguez.

Julissa Villanueva, directora del sistema penitenciario del país, sugirió que el motín comenzó debido a los recientes intentos de las autoridades de reprimir las actividades ilícitas cometidas dentro de las cárceles y calificó los actos de violencia del martes como el resultado de “las acciones que estamos emprendiendo contra el crimen organizado”.

“No cederemos”, dijo Villanueva en un discurso transmitido por televisión después del motín.

Las pandillas suelen ejercer un amplio control dentro de las cárceles del país, donde los reclusos con frecuencia establecen sus propias normas y venden productos prohibidos.

El motín parece constituir la peor tragedia en un centro de detención de mujeres en la región desde 2017, año en que las menores de un albergue para jóvenes con problemas en Guatemala prendieron fuego a los colchones para protestar contra las violaciones y otros malos tratos que sufrían en la institución, que se encontraba gravemente superpoblada. El humo y el fuego resultantes mataron a 41 menores.

El peor desastre penitenciario en un siglo también ocurrió en Honduras, en 2012, en la cárcel de Comayagua, donde 361 reclusos murieron en un incendio. La mayoría de las víctimas nunca fueron acusadas ni condenadas por algún delito.

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