La candidatura de Xóchitl Gálvez, una espina clavada en el costado de AMLO

Durante el desayuno en un lujoso restaurante de Ciudad de México, la senadora Xóchitl Gálvez se esforzaba por decir unas palabras en medio de la avalancha de interrupciones a medida que los simpatizantes se acercaban a estrechar su mano, rogándole que se presentara como candidata a un cargo más alto.

Tales muestras de entusiasmo son poco frecuentes hoy en día entre los políticos de la aparentemente desalmada oposición mexicana. Sin embargo, desde que anunció su candidatura a la presidencia el mes pasado, el entusiasmo en torno a Gálvez se ha convertido en un auténtico frenesí: una encuesta publicada el miércoles por el periódico El Financiero mostró que la senadora se encuentra a poca distancia de los principales candidatos del partido gobernante.

De repente, Gálvez revitalizó la contienda presidencial de México para 2024, que durante años pareció prácticamente segura.

La aplastante victoria del presidente Andrés Manuel López Obrador en 2018 propinó un duro golpe a los partidos de la oposición: perdieron elección tras elección, mientras que la popularidad del presidente se mantuvo por las nubes. Dado que la ley mexicana prohíbe la reelección, la única pregunta parecía consistir en cuál de los favoritos del presidente obtendría la victoria. Ahora, ese camino podría ser más difícil.

“Ella es una mujer con mucha confianza personal, mucho humor, y no le tiene miedo a Andrés Manuel López Obrador”. Blanca Heredia, analista política

“Ella es una mujer con mucha confianza personal, mucho humor”, comentó Blanca Heredia, analista política mexicana, sobre Gálvez. “Y para mí algo especialmente importante es que no le tiene miedo a Andrés Manuel López Obrador”.

Aunque representa al partido conservador PAN, Gálvez impulsó una agenda más progresista, promoviendo leyes que amplían los derechos de las trabajadoras del hogar y defendiendo las energías limpias. No obstante, Gálvez consolidó su nombre gracias a una serie de estrategias políticas, entre ellas la de usar un disfraz inflable de dinosaurio para protestar contra unas polémicas reformas electorales.

Y cuando López Obrador, o AMLO como se le conoce, afirmó falsamente que Gálvez quería acabar con sus programas sociales, Gálvez obtuvo la orden de un juez que garantizó su derecho de réplica y acudió a una de las conferencias de prensa matutinas del presidente el mes pasado.

Las puertas del Palacio Nacional permanecieron cerradas, no obstante, el consiguiente frenesí mediático abrió un camino para las ambiciones presidenciales de la senadora novata.

A las pocas semanas, Gálvez, de quien muchos asumían que se postularía como candidata a la alcaldía de Ciudad de México, recorría Paseo de la Reforma, el principal bulevar de la ciudad, en su bicicleta, con el tradicional huipil ondeando al viento, mientras las cámaras tomaban fotos a su llegada para registrarse en las elecciones primarias de la oposición.

“Como mínimo, sabía que iba a hacer que esto fuera interesante, porque ha sido muy aburrido”, comentó Gálvez en una entrevista reciente. “Se volvió mucho más interesante de lo que pensaba”.

Desde entonces, Gálvez suscitó aduladoras columnas de opinión, ocupó las portadas de los principales periódicos, se hizo viral en las redes sociales y congregó a multitudes en mítines en todo el país. Sin embargo, su mayor impulso procede del propio AMLO, que la ataca regularmente en sus conferencias de prensa diarias.

“Parece que Andrés Manuel es su director de campaña”, señaló Heredia. “El presidente tiene la mayor audiencia imaginable en México”.

Los ataques más recientes de AMLO se han centrado en la empresa de Gálvez, hasta el punto de publicar en Twitter un documento en el que se enumeran los contratos estatales y privados que obtuvo la empresa, que supuestamente ascienden a decenas de millones de dólares.

“Cuando el presidente se mete con mi empresa y hace pública la información privada de mis clientes, eso es un delito”, señaló Gálvez. “Como dice Shakira, ‘Las mujeres no lloran, facturamos’. Tengo una empresa en regla que lleva 31 años funcionando”.

Esas ocurrencias descaradas son, en parte, lo que ha hecho que Gálvez destaque de entre las figuras poco alentadoras que lideran el panorama político mexicano. Sin embargo, su propia historia también ha sido crucial.

Gálvez nació en una comunidad empobrecida en el estado de Hidalgo; su padre la maltrataba físicamente y luchó contra el alcoholismo. De niña trabajó con su madre vendiendo postres para llegar a fin de mes.

Se graduó en Ingeniería por la Universidad Nacional Autónoma de México y posteriormente fundó una exitosa empresa especializada en el diseño de edificios inteligentes.

En 2000, el entonces presidente Vicente Fox la eligió para que dirigiera el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas. En 2010 se postuló sin éxito para gobernadora de Hidalgo, antes de ganar la alcaldía de la acaudalada delegación Miguel Hidalgo de Ciudad de México en 2015. Entró al Senado de México en 2018.

La historia de pasar de la pobreza a la riqueza de Gálvez proporciona un fuerte contraste con otros candidatos de la oposición, uno de los cuales es hijo de un expresidente. Y a pesar de llevar años en la política, no se ha visto manchada por los escándalos de corrupción que han envuelto a muchos en México, lo cual dificulta que los golpes de AMLO contra la “élite corrupta” den en el blanco.

“Ella tiene una especie de armadura a través de su propia historia”, comentó Heredia.

Aun así, falta casi un año para las elecciones de México, y hay relativamente pocas encuestas que muestren que los votantes mexicanos, millones de los cuales son fervientemente leales a AMLO, hayan aceptado a Gálvez.

“Una narrativa personal es estupenda para un reality show. No estoy seguro de que sea suficiente para ganar la presidencia”. Carlos Pérez Ricart, politólogo Carlos Pérez Ricart, politólogo

“No es evidente que ese revuelo mediático, de los columnistas y expertos y escritores de opinión, tenga una base social”, comentó Carlos Pérez Ricart, politólogo del Centro de Investigación y Docencia Económicas de la Ciudad de México. “Ella me recuerda más bien a una buena canción en Spotify que sube rápidamente en las listas de popularidad, pero que puede caer con la misma rapidez”.

Para aspirar siquiera a la candidatura, Gálvez primero tendrá que ganarse a los votantes del partido PAN, una base conservadora que se opone en gran medida a las opiniones progresistas de la senadora en temas como el aborto. E incluso si logra obtener la candidatura, aún tendrá que unir a una coalición dividida y, al mismo tiempo, cargar con el peso de unos partidos políticos manchados por décadas de corrupción.

“Una narrativa personal es estupenda para un reality show”, comentó Pérez Ricart. “No estoy seguro de que sea suficiente para ganar la presidencia”.

Gálvez contesta que su campaña no se centra en la ideología de partido, sino en unir a los votantes desesperados por resolver algunos de los mayores problemas de México: la violencia generalizada, un sistema de salud en dificultades, una economía impulsada por la energía no limpia.

“Soy una ingeniera que sabe cómo resolver problemas”, dijo Gálvez.