Sobreviviente del incendio en Lahaina dice que el mar fue su único refugio: “pasé por el infierno”
Autos calcinados se alinean en el malecón después del incendio forestal del viernes en Lahaina, Hawái. Ana Carolina Penedo y su madre saltaron un muro para refugiarse en el mar. Fotografía: Rick Bowmer/AP

Las llamas estaban por todas partes y Ana Carolina Penedo tuvo que tomar una decisión. Podían quedarse en su automóvil y esperar a que la fila de vehículos que intentaban huir de Lahaina comenzara a moverse milagrosamente o podían correr.

El fuego que asolaba la antigua capital del Reino de Hawaii estaba consumiendo todo lo que estaba a la vista: tiendas y edificios históricos, un adorado árbol de higuera de Bengala de 150 años. Fuera del automóvil, las brasas caían sobre las personas que intentaban evacuar a pie. A Penedo, de 42 años, le quedó claro que solo había un lugar seguro a su alcance: el océano.

“Tenemos que brincar al agua”, le dijo a su madre, quien nerviosamente accedió a pesar de que no sabía nadar.

Huyeron hacia el agua, lo que parecía ser la mejor opción en una emergencia que se estaba desarrollando sin previo aviso ni indicaciones de las autoridades. Saltando sobre una pared de roca, se salpicaron con agua para apagar las brasas que caían mientras el humo oscuro les quemaba los ojos. Docenas de personas más se unieron a ellas en ese tramo de agua, incluidos bebés y víctimas de quemaduras, sin ayuda a la vista mientras las llamas se movían a 1.5 kilómetros por minuto y arrasaban Lahaina. Algunos se aferraban a las rocas mientras otros nadaban.

Penedo pasó horas temblando y con frío, entrando y saliendo del agua, mientras imaginaba cómo las cosas podrían empeorar: temía desmayarse o que su madre entrara en estado de shock y requiriera RCP. Mientras tanto, trató de consolar a la mujer de 69 años: “Lo peor ya pasó”, le dijo.

Pasarían once horas antes de que apareciera la Guardia Costera estadounidense y luego los bomberos que trasladaron al grupo que buscaba refugio en la playa a un albergue.

“Pasé por un infierno con mi mamá”, dijo Penedo en una entrevista con The Guardian el lunes. “Tuvimos que luchar por nuestras vidas”.

Al menos 99 personas murieron en lo que es el incendio forestal más mortífero de Estados Unidos en el último siglo y las autoridades advirtieron que es probable que el número aumente significativamente, ya que la operación de búsqueda podría recuperar hasta 20 cuerpos por día durante la próxima semana. Penedo y otros residentes están lidiando con un trauma inmenso mientras intentan superar las consecuencias del incendio y hacer frente a lo que salió mal ese día.

“Sentimos que nos quedamos atrapados. Sin advertencias, sin nada, sin plan, sin evacuación, sin autoridades”. Ana Carolina Penedo

Penedo había estado nerviosa el martes, el día en que ocurrió el desastre, debido a los fuertes vientos que azotaban la isla, cortando el suministro eléctrico y derribando ramas de árboles. Pero cuando estalló el incendio, las sirenas de advertencia de Maui nunca sonaron. Solo se enteró de la emergencia cuando vio una espesa nube negra y llamas. Para entonces, los autos ya se habían aglomerado en Front Street, donde ella vivía.

Cuando ella y su madre se subieron al auto, junto con dos evacuados con problemas de movilidad que recogieron, el peligro era inminente. “El fuego está aquí”, gritó su madre.

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Voluntarios descargan donaciones en un centro de distribución para los afectados por los incendios de Maui en Honokawai Beach Park en Napili-Honokowai, al oeste de Maui, Hawaii, el lunes. Fotografía: Yuki Iwamura/AFP/Getty Images

Penedo todavía puede oler el humo acre de las llamas. Ha permanecido en su cabello durante una semana, siguiéndola desde el centro de destrucción en Maui hasta un refugio de emergencia y el pequeño estudio que comparte temporalmente con su madre, su exmarido y su hijo de cinco años.

Los días transcurridos desde el incendio han sido un torbellino de abrumadoras tareas burocráticas, dijo, mientras intentaba reponer su identificación y su teléfono celular al tiempo que asimila la asombrosa pérdida: su hogar desaparecido, la comunidad desplazada y decenas de muertos. Se siente culpable por no evacuar antes.

Penedo, como muchos residentes de Maui, también se siente cada vez más frustrada con la respuesta del gobierno al incendio, tanto por la falta de advertencias durante el incendio como por la distribución de ayuda después.

“Es el día seis. No sentimos que llegue ayuda externa, ayuda externa masiva del gobierno. Son solo civiles, amigos que se ayudan unos a otros”, dijo. “Deberían estar aquí. ¿Dónde están todos? Necesitamos respuestas. Necesitamos una explicación”.

En cambio, Penedo ha recibido el apoyo de propios y extraños. Ella no sabe qué vendrá después, dijo mientras se sentaba afuera del hogar temporal proporcionado por un amigo de la familia. No sabe dónde vivirá o trabajará para mantener a su hijo.

“Él es mi todo, así que estoy haciendo mi mejor esfuerzo”, dijo mientras el niño de cinco años jugaba con un dinosaurio de plástico y admiraba los juguetes donados que había recibido en los últimos días. “Realmente no puedo pensar en este momento en lo que sigue. No lo sé”.

Ella espera que su comunidad obtenga las respuestas y el apoyo que necesita, tanto ahora como en los próximos años de recuperación. “Estamos todos en estado de shock. Esta (atención), eventualmente se desvanecerá. Pero para nosotros va a tomar mucho tiempo”.

Traducción: Ligia M. Oliver

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