México se prepara para la primera presidenta en las elecciones de 2024
Partidaria de la exjefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum. México tendrá su primera mujer presidenta en 2024 después de que el actual Andrés Manuel López Obrador termine su mandato. Fotografía: Quetzalli Nicte-Ha/Reuters

La exjefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, y la senadora Xóchitl Gálvez fueron seleccionadas como candidatas de los dos principales grupos electorales. Es casi seguro que México tendrá su primera presidenta en 2024, después de que el partido gobernante Morena y la coalición de oposición eligieran mujeres como candidatas.

La exjefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, fue nombrada candidata de Morena el miércoles, a pesar de que el también candidato, Marcelo Ebrard, denunciara el proceso y exigió que se rehiciera.

Sheinbaum es una científica climática, convertida en política, que, según la opinión generalizada, era la opción preferida del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien no puede volver a postularse.

Se ha presentado como una candidata de continuidad y se beneficiará de la duradera popularidad de López Obrador, así como del apoyo del aparato estatal durante la próxima campaña.

Hasta hace poco, Morena parecía tener asegurada la victoria en las elecciones de junio de 2024, pero la espectacular aparición en los últimos meses de la senadora Xóchitl Gálvez como candidata de la oposición, ha trastocado las expectativas.

Gálvez es una empresaria que se convirtió en senadora en 2018 y ha captado la atención de los medios con su historia aspiracional de haber crecido con un padre indígena y una madre mestiza en el estado de Hidalgo, antes de abrirse camino en la universidad pública, en los negocios y la política.

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Andrés Manuel López Obrador con Claudia Sheinbaum, candidata presidencial. Fotografía: Marco Ugarte/AP

En cuestión de meses, Gálvez ha ascendido hasta convertirse en la candidata de una amplia coalición de oposición que incluye PAN, PRI y PRD; los tres partidos mayoritarios más antiguos del país.

Tanto Sheinbaum como Gálvez fueron elegidas a través de una serie de encuestas destinadas a mostrar mayor transparencia y participación pública que en el pasado, cuando los presidentes tenían la costumbre de elegir a dedo a sus sucesores, sin embargo, ninguno de los procesos transcurrió sin problemas.

La coalición opositora nunca realizó la consulta final del proceso que había planteado, porque otra candidata, Beatriz Paredes, se retiró, entregando así la candidatura a la favorita: Gálvez.

Mientras tanto, Ebrard, el segundo candidato de Morena, acusó al partido de favoritismo hacia Sheinbaum. El miércoles declaró que su equipo había encontrado anomalías en el 14% de los votos emitidos en la encuesta nacional realizada por Morena para decidir la candidatura.

Las demandas de Ebrard de rehacer el proceso no fueron atendidas y desde entonces se ha descartado a sí mismo como candidato de Morena.

El jueves, López Obrador desestimó las denuncias de Ebrard, y expresó su total apoyo a Sheinbaum.

“Celebro lo hecho ayer. Es algo histórico, sin precedentes, y no veo ningún problema”, dijo el presidente, al describir a Sheinbaum como “una mujer honesta, con convicciones y principios”.

Con las dos candidaturas confirmadas, ahora parece casi seguro que el próximo presidente de México será una mujer, por primera vez en su historia, y Sheinbaum sigue siendo la favorita para ganar, a pesar de la popularidad de Gálvez.

“Tendrá el apoyo de López Obrador, pero construir su propia narrativa, forjar su propia imagen, ese es su primer desafío”, dijo Carlos Ramírez, analista político. “Ella lo necesita y él es popular. ¿Por qué romper con eso? Pero tiene que encontrar un término medio”.

La disidencia muy pública de Ebrard es también una señal temprana de los problemas que Sheinbaum puede enfrentar para mantener la cohesión dentro del partido Morena una vez que López Obrador deje el poder.

“En menos de 12 meses (López Obrador) se irá a su rancho en Palenque, y él es en principio quien los mantiene a todos juntos”, dijo Vanessa Romero Rocha, analista política.

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Senadora mexicana y candidata presidencial por la coalición opositora Xóchitl Gálvez. Fotografía: Claudio Cruz/AFP/Getty Images

Mientras tanto, queda por ver si Gálvez puede convertir su entusiasmo mediático en apoyo electoral en todo el país. “Los últimos datos que tenemos dicen que el 48% de la población aún no sabe quién es”, afirmó Romero Rocha.

Como candidata de los partidos tradicionales de México, Gálvez es vulnerable a la acusación de que está respaldada por una despreciada aristocracia empresarial. Pero, a pesar de haber estado en política durante años como alcaldesa de un municipio de la Ciudad de México antes de convertirse en senadora, no se ha visto manchada por escándalos de corrupción.

“Gálvez necesita venderse como una candidata externa, una figura de la sociedad civil, pero sin perder el apoyo de las estructuras del partido: las necesita para ganar”, dijo Ramírez. “Será un equilibrio muy delicado”.

A pesar de representar al partido conservador PAN como senadora, Gálvez ha respaldado políticas progresistas en temas como el medio ambiente, el aborto y los derechos LGBTQ+.

Semejante postura sobre la justicia social podría restarle apoyo a Morena, pero también podría alejar a los votantes más conservadores con los que cuenta el PAN.

A pesar de esto, la oposición ve a Gálvez como su mejor esperanza para enfrentarse a Morena, habiendo perdido elección tras elección desde la aplastante victoria de López Obrador en 2018.

“Estos partidos políticos entienden lo que quiere el pueblo mexicano”, dijo Romero Rocha. “Últimamente López Obrador ha tenido índices de aprobación del 60% a nivel nacional: sólo un tonto nadaría en la dirección opuesta”.

Traducción: Ligia M. Oliver

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