El mundo está cada vez más cerca de una gran fractura, dice el jefe de la ONU
El mundo se está “desquiciando”, le dice el jefe de la ONU, António Guterres, a la asamblea general. Foto: The Guardian

El mundo se está desquiciando a medida que aumentan las tensiones geopolíticas y parece incapaz de unirse para responder a los crecientes desafíos, afirmó el secretario general de la ONU, António Guterres, en su discurso de apertura de la asamblea general de la ONU en Nueva York.

Dijo que la gobernanza global estaba “estancada en el tiempo” en un momento en que las instituciones multilaterales fuertes y modernas eran más necesarias que nunca.

Al reflexionar sobre un año en el que la ONU pareció paralizada por las divisiones por la guerra en Ucrania, Guterres puso esas divisiones en un contexto más amplio. “No podemos abordar eficazmente los problemas tal como son si las instituciones no reflejan el mundo tal como es. En lugar de resolver los problemas, corren el riesgo de convertirse en parte del problema”, dijo, añadiendo que las divisiones se estaban profundizando “entre las potencias económicas y militares, y entre el norte y el sur, el este y el oeste”.

El mundo se está “desquiciando”, le dice el jefe de la ONU, António Guterres, a la asamblea general.

Dijo que el mundo estaba “cada vez más cerca de una gran fractura en los sistemas económicos y financieros y en las relaciones comerciales; una fractura que amenaza una Internet única y abierta; con estrategias divergentes en materia de tecnología e inteligencia artificial; y marcos de seguridad potencialmente conflictivos”.

Guterres ha sido criticado por lanzar una serie advertencias cada vez más sombrías sobre la difícil situación del mundo, por lo que sus asistentes enfatizaron que su discurso, aunque sincero sobre los desafíos, fue uno de sus más “intenso en soluciones”.

Pidió reformas profundas a la “disfuncional, obsoleta e injusta arquitectura financiera internacional”, incluido un paquete de rescate de 500 mil millones de dólares al año para los países más endeudados.

Sobre la crisis climática, exigió un pacto de solidaridad climática en el que todos los grandes emisores hagan esfuerzos adicionales para reducir las emisiones y los países más ricos apoyen a las economías emergentes con financiación y tecnología para hacerlo. “África tiene el 60% de la capacidad solar del mundo, pero solo el 2% de las inversiones en energías renovables”, señaló.

Guterres pidió “el fin del carbón, para 2030 para los países de la OCDE y 2040 para el resto del mundo”. Dijo que las inundaciones en Libia eran “una fotografía instantánea del estado de nuestro mundo” y una señal de lo que sucede cuando el cambio climático se combina con una mala administración.

“Víctimas de años de conflicto, víctimas del caos climático, víctimas de líderes, cercanos y lejanos, que no lograron encontrar un camino hacia la paz”, dijo sobre los que murieron en las inundaciones. “La gente de Derna vivió y murió en el epicentro de esa indiferencia, mientras los cielos desataban 100 veces la lluvia mensual en 24 horas… mientras las presas se rompían después de años de guerra y negligencia”.

Guterres abrió nuevos caminos políticos al colocar la inteligencia artificial, algo que describió como un tema de asombro y miedo, en el centro de la agenda de la ONU, confirmando que designaría un panel de alto nivel para informarle sobre sus implicaciones al final del año. Sugirió la creación de una nueva entidad global sobre IA que sirviera de fuente de información y experiencia para los estados miembros, equivalente al Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático.

Fue más inequívoco que a veces en su condena de la invasión rusa de Ucrania y sus ramificaciones más amplias. “Si cada país cumpliera con sus obligaciones bajo la Carta de la ONU, el derecho a la paz estaría garantizado. Cuando los países incumplen esas promesas, crean un mundo de inseguridad para todos. Ejemplo A: la invasión rusa de Ucrania”, dijo.

“La guerra, en violación de la Carta de las Naciones Unidas y del derecho internacional, ha desatado un nexo de horror: vidas destruidas, abusos contra los derechos humanos, familias destrozadas, niños traumatizados, esperanzas y sueños destrozados”, dijo. “Más allá de Ucrania, la guerra tiene graves implicaciones para todos nosotros. Las amenazas nucleares nos ponen a todos en riesgo. Ignorar los tratados y convenciones globales nos hace a todos menos seguros. Y el envenenamiento de la diplomacia global obstruye el progreso en todos los ámbitos.

Al pedir una ampliación del consejo de seguridad de la ONU, que ha estado en la agenda durante décadas, Guterres dijo que el mundo estaba en un estado de transición caótica y tenía que volver al arte del compromiso. “No me hago ilusiones. Las reformas son una cuestión de poder. Sé que hay muchos intereses y agendas en competencia. Pero la alternativa a la reforma no es el statu quo. La alternativa a la reforma es una mayor fragmentación. Es reforma o ruptura”, afirmó.

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Luiz Inácio Lula da Silva hablando en la asamblea general de la ONU. Foto: Derek French/Shutterstock

El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, siguió a Guterres reivindicándose como el verdadero líder del sur global,  afirmando ante la ONU que el liberalismo de mercado había plagado la democracia y privado de derechos a millones de personas, dejándolos en la pobreza y presas del totalitarismo nacionalista.

“Los 10 multimillonarios más ricos tienen más riqueza que el 40% más pobre de la humanidad”, dijo, añadiendo que faltaba voluntad política entre quienes gobiernan el mundo “para superar la desigualdad”.

No hizo ninguna crítica directa a Vladimir Putin, pero dijo que la ONU estaba perdiendo credibilidad y atribuyó esta fragilidad al “resultado específico de acciones de sus miembros permanentes que libran guerras no autorizadas destinadas a la expansión territorial o al cambio de régimen. Su parálisis es la prueba más elocuente de la urgente necesidad de reformarla”.

Lula ha sido criticado por decir que recibiría a Putin en Brasil, por cuestionar el papel de la Corte Penal Internacional y por no reunirse con el presidente ucraniano, Volodymyr Zelenskiy, una omisión que debe rectificar en Nueva York el miércoles.

Al exponer lo que dijo sería la agenda de Brasil para su próxima presidencia del G20, ofreció una visión que era explícitamente más socialista que la proporcionada por Narendra Modi, el primer ministro indio y presidente saliente del G20.

“La necesidad del gobierno de romper con la creciente disonancia entre la voz de los mercados y la voz de las calles”, dijo. “El neoliberalismo ha agravado la desigualdad económica y política que aqueja a las democracias actuales. Su legado es una masa de personas privadas de derechos y excluidas”.

Dijo que las poblaciones vulnerables del sur global fueron las más afectadas por las pérdidas y los daños causados por la crisis climática, mientras que el 10% más rico de la población mundial era responsable de casi la mitad de todo el carbono liberado a la atmósfera. “Nosotros, los países en desarrollo, no queremos repetir este modelo”, afirmó.

En medio de informes de que Brasil reducirá sus propias emisiones de gases de efecto invernadero, dijo que la Amazonia ya hablaba por sí misma y que en los últimos ocho meses la deforestación se había reducido en un 48%.

Traducción: Ligia M. Oliver

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