¿Cómo afectará la guerra Israel – Hamás a los precios del petróleo y la economía mundial?
Una regla empírica de la geopolítica es que las recesiones se desencadenan con una fuerte subida del precio del petróleo, y el costo del crudo es sensible a los acontecimientos de Oriente Medio. Foto: Hasan Jamali/AP

Las alarmas en los mercados financieros sonaron en cuanto se conoció el alcance del mortífero ataque de Hamás contra Israel, y es fácil ver por qué la guerra Israel – Hamás afectará globalmente.

Una de las reglas empíricas de la geopolítica es que las recesiones se desencadenan con una fuerte subida del precio del petróleo, y el costo del crudo es sensible a los acontecimientos de Oriente Medio.

No es de extrañar, por tanto, que la guerra entre Israel y Hamás haya hecho que los planificadores de escenarios se hayan puesto manos a la obra para responder a la pregunta que se hacen los ministros de finanzas y los gobernadores de los bancos centrales de todo el mundo: ¿hasta qué punto podría empeorar la situación?

Kristalina Georgieva, directora ejecutiva del Fondo Monetario Internacional, declaró la semana pasada que los analistas de su organización habían estado “pensando lo impensable” en un intento de planificar la próxima gran sacudida de la economía mundial.

En realidad, el riesgo de que lo que actualmente es un conflicto localizado, aunque horrible, en Gaza se convierta en algo mucho más grave no entra realmente en la categoría de lo “impensable”. Hay muchos precedentes históricos.

Es de suponer que no fue una coincidencia que Hamás eligiera una semana, el sábado pasado, para lanzar un ataque, ya que era, casi el día del 50 aniversario del inicio de la guerra de Yom Kippur, un asalto conjunto de Siria y Egipto contra Israel que puso fin a la bonanza mundial de la posguerra.

La contraofensiva de Israel en 1973 provocó un embargo petrolero del cártel de la OPEP, que se tradujo en una cuadruplicación del precio del crudo, una espiral de precios al consumo y un enorme aumento en los costos empresariales. Al aumento de la inflación siguió rápidamente un aumento en el desempleo. Se acuñó una nueva palabra para describir la mezcla del costo de la vida disparado y un colapso del crecimiento: estanflación.

La OPEP ya no es una fuerza tan dominante y la economía mundial no depende tanto del petróleo como a principios de la década de 1970. El Center on Global Energy Policy de la Universidad de Columbia en Nueva York señaló que hace cinco décadas, el mundo utilizaba algo menos de un barril de petróleo para producir mil dólares de producto interno bruto. En 2019, la cifra era de 0.43 barriles, un 56% menos. “El petróleo se ha vuelto mucho menos importante y la humanidad se ha vuelto más eficiente en su uso”, afirma el centro de investigación.

Dicho esto, el petróleo sigue siendo importante, y por eso se siguen con tanta atención los acontecimientos en Medio Oriente.

El primer escenario, y el mejor para la economía mundial, es que la guerra se limite a un asalto terrestre israelí a la Franja de Gaza. En esas circunstancias, los precios del petróleo se estabilizarían en torno a su nivel actual de 93 dólares (mil 694 pesos) el barril y pronto podrían empezar a retroceder. El FMI calcula que un aumento sostenido del 10% en el precio del petróleo resta 0.15 puntos porcentuales al crecimiento económico mundial y añade 0.4 puntos a la inflación del año siguiente. En los mercados mundiales de materias primas, el costo del barril de crudo es ahora un 10% más alto que antes del ataque de Hamás.

El segundo escenario implica un conflicto regional más amplio, empezando por los combates en la frontera norte de Israel con las fuerzas de Hezbolá en el Líbano, apoyadas por Irán, arrastrando finalmente a Irán al conflicto. La llegada de grupos de portaaviones estadounidenses al Mediterráneo oriental sugiere que Washington está tomando medidas de contingencia.

Nicholas Farr, economista de la empresa de investigación Capital Economics, afirmó: “Hezbolá, apoyada por Irán, ha intercambiado disparos de misiles con Israel desde Líbano, lo que podría abrir un nuevo frente en el conflicto. Si Irán se viera arrastrado a la guerra, se crearían importantes riesgos mundiales al interrumpirse el suministro energético y subir los precios del petróleo. Los precios del gas natural también podrían verse afectados si se interrumpieran las exportaciones de GNL (gas natural licuado)”.

Meghnad Desai, economista y miembro del grupo de expertos OMFIF, imaginó un conflicto regional más amplio en el que se vieran envueltos Líbano, Egipto y Siria, además de otros países árabes. En esas circunstancias, Lord Desai afirmó que el precio del petróleo podría acercarse a los 150 dólares (2 mil 733 pesos) por barril, lo que volvería a situar la inflación en dos dígitos en Estados Unidos y Europa. La amenaza de una recesión mundial llevaría a los bancos centrales a recortar los tipos de interés y reanudar los programas de expansión cuantitativa.

Para que el petróleo alcance los 150 dólares el barril, sería necesario interrumpir el flujo de crudo hacia los mercados mundiales, probablemente mediante el cierre del estrecho de Ormuz, por el que circula diariamente casi el 20% del suministro mundial. En palabras de Bjarne Schieldrop, analista jefe de materias primas del grupo nórdico de servicios financieros SEB: “El temor es que el conflicto se descontrole y acabe provocando una pérdida real de suministro, siendo Irán el país más expuesto”. Según Schieldrop, las primas de riesgo geopolítico del tipo observado en los últimos días tienden a ser efímeras, a menos que se produzcan interrupciones reales del suministro.

Arabia Saudita, el mayor exportador de petróleo del mundo y eje de la OPEP, desempeñará un papel fundamental. Tiene interés en mantener alto el costo del crudo, pero no tanto como para provocar una profunda recesión mundial, porque eso provocaría el desplome de los precios del petróleo. Washington y otros países presionarán a Riad para que el petróleo siga fluyendo.

Por último, existe la hipótesis catastrofista, esbozada por el historiador Niall Ferguson, en que China aprovecha la crisis para imponer un bloqueo a Taiwán y, al hacerlo, provoca una escalada del conflicto regional en Medio Oriente hasta convertirlo en una tercera guerra mundial. Aunque se librara por métodos convencionales, un conflicto militar entre las dos mayores economías del mundo provocaría la ruptura de las cadenas de suministro mundiales, un golpe a la confianza y el desplome de los precios de los activos. Tendría consecuencias económicas catastróficas, incluida una segunda Gran Depresión.

Traducción: Ligia M. Oliver

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