Fika: cuatro semanas de vacaciones y cero horas extra es la asombrosa y saludable cultura laboral sueca
Pausa para el café... la tradición del fika en los centros de trabajo suecos. Foto: Josefine Stenersen/The Guardian

Clases de gimnasia, masajes, pasatiempos que levantan el ánimo… No es ningún secreto que mantenerse “bien” puede resultar prohibitivamente caro. Pero no necesariamente en Suecia, donde muchas empresas ofrecen a sus trabajadores la llamada fika y “subsidio para el bienestar” de hasta 5 mil SEK (8 mil pesos aproximadamente) libres de impuestos al año para gastar en actividades de bienestar previamente aprobadas.

Introducido por primera vez en 1988, el subsidio puede destinarse a actividades que van desde montar a caballo hasta programas para dejar de fumar, y los empresarios suecos lo han ido incrementando mucho a lo largo de los años. Pero el subsidio no es más que la punta del iceberg del bienestar laboral en Suecia. De hecho, cuando se trata de países ideales para trabajar, Suecia marca la pauta.

“Es asombroso”, dice Maja Wessel, directora general del subsidio para el bienestar en funciones del Comité Consultivo de Pacientes (Patientnämnden) de la Región de Estocolmo. A principios de año, Great Place to Work concedió a su organización el premio al mejor lugar de trabajo pequeño de Suecia, y quedó tercera en la final europea. Ella gasta su asignación en un gimnasio, pero dice que las clases de yoga y los paraísos de esquí también son opciones populares. Muchas empresas suecas ofrecen también una friskvårdstimme “hora de bienestar” semanal: 60 minutos a la semana para cuidar el bienestar durante las horas de trabajo remuneradas.

Quizá la más conocida de las envidiables prácticas laborales suecas sea la tradición del fika (derivado de la palabra sueca para café, kaffe), que consiste en alejarse del escritorio para compartir café y tarta o pasteles con los compañeros. A diferencia de otros países, donde es más habitual que la cafetera sea utilizada por una sola persona o se utilice en una reunión de trabajo, en Suecia se tiende a hacer una pausa colectiva. “No es un momento para hablar de trabajo: es una pausa en el trabajo, para hablar de otras cosas”, dice Lotta Henrysson, responsable de Recursos Humanos de Vattenfall Suecia, empresa energética estatal. “Algunos son muy estrictos: todas las mañanas a las 9 y todas las tardes a las 4. Yo diría que esa es la vieja cultura de hace 20 años. Ahora también puede ser más ad hoc”. Las oficinas de Vattenfall tienen zonas de descanso en todas las plantas para facilitar que la gente deje sus escritorios y “cambie de ambiente” durante las pausas para el fika.

Me reúno con Wessel para el fika un viernes por la tarde relativamente tranquilo: es la víspera de Todos los Santos, que tradicionalmente es un medio día no laborable en Suecia y, como es de esperar, la plantilla aprovecha al máximo el tiempo libre. Su equipo hace el fika en lo que llaman “la sala verde”, un espacio tranquilo y confortable lleno de plantas junto a los puestos de trabajo de la oficina. “Es un momento estupendo para conocernos, para relajarnos”, me dice ante un plato de lussekatter (bollos de azafrán), kanelbullar (bollos de canela) y un vaso de julmust, un refresco muy popular en Suecia en Navidad. “Durante la pandemia, hicimos fika en Microsoft Teams”, añade Catharina Barreus, administradora de la empresa, que también nos acompaña. “Nos enseñó que había otras formas de hacer fika”.

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“Nos centramos en lo que hay que entregar y no solo en lo que tardamos”… empleados de Trafikverket, la administración sueca de transportes. Foto: Josefine Stenersen/The Guardian

El departamento, situado varias plantas más arriba en un edificio compartido y compuesto por solo 25 empleados, es relativamente insignificante; no hay pufs ni módulos para dormir u otras instalaciones que tan a menudo se atribuyen a los entornos de trabajo deseables y productivos. Las hileras de mesas recuerdan más a un típico call center, con despachos privados para conversaciones más confidenciales.

Sin embargo, el equipo es muy consciente de la importancia de socializar juntos. “Sabemos que tenemos que hacer cosas juntos y ser amigos, o al menos cordiales entre nosotros, para mantener una cultura positiva en el lugar de trabajo”, dice Wessel, y añade que también se reúnen regularmente fuera del horario laboral. Además de la sala verde, hay una cocina abierta con servicio de té y café, así como cestas de fruta fresca. Las pausas para el fika duran entre 15 y 20 minutos. ¿Cómo consiguen que sean concisas, aunque los compañeros estén deseando ponerse al día? “Todo el mundo es muy consciente de la hora”, dice Wessel. “Es un ambiente estresante, todo el mundo tiene cosas que hacer”.

El sitio web de la oficina de turismo del país afirma que el fika está “tan arraigado en la psique sueca… que algunas empresas añaden una cláusula a los contratos que establece que los empleados tienen derecho a pausas para el fika”. Está demostrado que hacer pausas regulares es clave para aumentar la productividad; aunque solo el 1% de los empleados suecos hacen horas extra, no son menos productivos que los de otros países, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

La ausencia de horas extras también es significativa. Los suecos valoran el equilibrio entre trabajo y vida privada y, a menos que el trabajo lo exija, evitan que los compromisos profesionales se filtren en su vida personal. La mayoría de las empresas también ofrecen horarios flexibles. “Nos centramos en lo que hay que entregar y no solo en cuánto nos tardamos”, dice Hans Celander, jefe de competencias de Trafikverket, la Administración de Transportes sueca. “Puede que hoy trabajes un poco más y mañana menos, pero el trabajo se hace”. Según Celander, la clave está en la confianza, algo que comparte Barreus. “Haces lo que se supone que tienes que hacer”, dice. “Nadie te va a molestar por cómo lo haces”.

Los extranjeros son los que más sienten el cerco al tiempo personal. Natasha, que se mudó de Gran Bretaña a Suecia en 2019 para trabajar como directora de marketing de una marca de moda, dice que era “completamente normal” que toda la oficina estuviera completamente vacía a las 5 de la tarde la mayoría de los días.

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“Puede que hoy trabajes un poco más y mañana menos, pero el trabajo se hace, eso es fika”. Foto: Josefine Stenersen/The Guardian

“Cuando empecé a trabajar en la empresa, intentaba apuntar reuniones en las agendas de la gente y, en algún momento, alguien me dijo: Natasha, no puedes apuntar las reuniones a la hora de comer porque la gente no vendrá. Se toman todo eso muy en serio, a diferencia del Reino Unido, donde no nos importa pisotear la vida familiar y la hora de comer. Te obliga a ser un poco más considerado e intencionado con los límites. Además, proteger ese tiempo hace que el trabajo sea más eficaz y agradable”.

No es de extrañar, por tanto, que los suecos también sean generosos con sus vacaciones: los empleados a tiempo completo tienen derecho a un mínimo de 25 días al año (la norma en el Reino Unido y la Unión Europea es de 20 días), más nueve días festivos, lo que hace un total de 34 (aunque algunos países europeos ofrecen incluso más).

“Tienes derecho a tomarte cuatro semanas seguidas de vacaciones”, dice Wessel, citando la Ley sueca de Vacaciones Anuales. “Es muy importante, sobre todo para nosotros, que tenemos un clima terrible, así que cuando llega el verano es bueno poder tomarse unas largas vacaciones en esa época. Es algo que echaría mucho de menos si no las tuviera”.

En los lugares de trabajo donde es posible ausentarse tanto tiempo, muchos empleados optan por tomarse todo el mes de julio libre, y las oficinas cierran por completo o trabajan con una plantilla mínima, como en Navidad. “Esto pone a la persona en el centro, en lugar de poner el trabajo en el centro”, dice Natasha. “La gente tiende a pasar ese tiempo con su familia”.

Aunque una paga de vacaciones pueda parecer demasiado buena para ser verdad, en Suecia también compensa irse de vacaciones: los empleados reciben un 12% adicional de su salario bruto, más un 0.43% de su salario mensual, cada vez que toman vacaciones anuales.

El concepto sueco de “jerarquías planas” también puede ser algo que resientan más los no nativos. El igualitarismo es parte integrante del funcionamiento de muchas empresas suecas; rara vez se utilizan los cargos y las decisiones suelen tomarse por consenso. “Todo el mundo está incluido en la conversación al menos, independientemente de tu nivel (de antigüedad)”, dice Sarah, una expatriada británica que lleva cinco años trabajando en Suecia, aunque cree que la dirección en su lugar de trabajo suele seguir teniendo la última palabra.

El Instituto Sueco, organismo público que fomenta el interés y la confianza en Suecia en todo el mundo, sostiene que adoptar un enfoque colectivo en la toma de decisiones, sobre todo en lo que respecta a la negociación salarial centralizada con los sindicatos, ha dado lugar a una “relación predominantemente pacífica entre empresarios y empleados”. Los directivos y jefes también suelen socializar y hacer fika con los miembros menos veteranos de la plantilla.

“No somos tan jerárquicos como en otros países”, confirma Celander. “Creemos que es importante que todo el mundo pueda opinar. Si todo el mundo sabe adónde vas y por qué, puedes centrarte en la entrega”.

Steinunn Ásgeirsdóttir, que fue directora de Patientnämnden, dice que es la combinación de estos elementos lo que crea una cultura de trabajo innovadora y creativa, por no decir codiciable, en Suecia. “No se trata solo del entorno laboral físico, sino también del social y psicológico”, dice. “Todo está relacionado: el autoliderazgo, la productividad, el intercambio de conocimientos, la innovación, el respeto mutuo, la confianza y el estímulo mutuo”.

En 1974, Suecia se convirtió en el primer país del mundo en suprimir el permiso parental específico por sexo, y en la actualidad ofrece un total de 480 días de permiso parental retribuido cuando nace o se adopta un hijo: casi dos años de días laborables en total. Ambos progenitores tienen derecho a 240 días de permiso, de los que 90 se reservan como mínimo para cada uno.

Los padres suecos también tienen derecho a ausentarse del trabajo para cuidar de su hijo si enferman. Aunque muchos empresarios se muestran relativamente comprensivos con el cuidado de los niños en caso de emergencia, en Suecia está consagrado por ley en una política conocida como Vård av Barn (cuidado de los niños), o “vab”, para abreviar. El Estado se hace cargo del 80% del salario de los padres, lo que permite 120 días al año por niño hasta los 12 años. Y no solo se benefician los padres: otros familiares, amigos o vecinos que se ocupan de los niños también tienen derecho a una compensación vab. Además, los padres tienen derecho a reducir su jornada laboral (hasta un 25%) hasta que su hijo cumpla ocho años.

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“Nos preocupamos los unos por los otros”. Foto: Josefine Stenersen/The Guardian

La cultura aparentemente utópica que se cultiva en los centros de trabajo suecos tiene, por supuesto, algunos inconvenientes. Los roles de género siguen estando relativamente arraigados, y en Suecia todavía son más los hombres que se reincorporan al trabajo antes que sus parejas (mujeres). Además, los procesos democráticos de toma de decisiones en el lugar de trabajo pueden hacer que los cambios se produzcan muy lentamente, o no se produzcan en absoluto, algo que puede causar especial frustración a quienes vienen de lugares de trabajo en los que se valora mucho la toma rápida de decisiones.

Oficialmente, Suecia no tiene un salario mínimo establecido por el gobierno y muchas de las atractivas prestaciones laborales, como el subsidio de bienestar, no se aplican a quienes trabajan en puestos temporales o con contratos de corta duración. Incluso los que cumplen los requisitos no siempre los aprovechan.

“Esperábamos que un mayor número de nuestros empleados la utilizara; a menudo, los que la utilizan son los que se habrían apuntado a un gimnasio de todos modos”, dice Henrysson. “Además, vemos que mucha gente no empieza a utilizarlo hasta avanzado el año, la gente piensa: ¡Dios mío, se me había olvidado! y puedes gastarlo todo de golpe si quieres”.

La desigualdad sistémica también significa que el desempleo está creciendo en Suecia, por lo que un número creciente de personas no se benefician en absoluto de la atractiva cultura laboral del país; la tasa de desempleo general de Suecia es una de las más altas de Europa, con un 7%. Desde 2015 ha acogido a muchos más inmigrantes que cualquier otro país de la Unión Europea (en relación con el tamaño de su población), pero muchos tienen dificultades para encontrar un empleo permanente: en 2017, los extranjeros tenían tres veces más probabilidades de estar desempleados que la población local. Sin trabajo, una parte importante de la población no solo se encuentra en desventaja económica, sino que además carece de considerables prestaciones laborales, lo que crea una especie de sociedad de dos niveles.

Pero quizá el mayor inconveniente de la cultura laboral sueca, al menos para el resto de nosotros, es que resulta sorprendentemente difícil de reproducir. A pesar de todas sus ventajas, el enfoque sueco no siempre parece trasladarse a otros países, especialmente a los de fuera de la región nórdica. Cuando pregunto al equipo de Patientnämnden cuál es el secreto, Barreus me dice simplemente que ella y sus colegas “se toman el tiempo de ver realmente a los demás, de ver a la persona que tienes delante; nos preocupamos por los demás”. Me imagino que eso no es fácil de cumplir. Y aunque parte de lo que hace que trabajar en Suecia sea tan atractivo está consagrado en la ley, gran parte radica en el fomento de relaciones laborales sólidas, un auténtico afán de satisfacción en el trabajo y, quizá, sobre todo, el reconocimiento de que los empleados tienen vidas fuera de la oficina. Como dice Henrysson, los lugares de trabajo suecos parecen seductores porque “no solo hay que vivir para trabajar”.

Traducción: Ligia M. Oliver

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