‘Todo está seco y muy triste’: lago Titicaca asolado por sequía
El canal conduce al lago principal, pero la zona circundante se está convirtiendo en un desierto. Todas la fotos: Magda Gibelli

“Es la primera vez desde que el lago Titicaca está así de seco”, dice Rita Suaña, de 48 años, una de las mujeres líderes de los uros, un pueblo ancestral del Altiplano que vive a la orilla de las aguas del lago Titicaca, en la frontera entre Perú y Bolivia.

“Antes pescábamos aquí, en lago Titicaca, pero ahora ya no se puede. Antes aquí había peces, algas, algas para los pájaros del lago, pero ahora no hay nada. Todo está seco, blanco y muy triste”, dice Rita mientras navega con su barca por el estrecho que conecta las islas flotantes de los uros con la parte principal del lago.

Alrededor del canal, el paisaje es árido. La grave sequía del lago Titicaca pone en peligro la tierra ancestral de estos indígenas, que consideran el lago un lugar sagrado. Se identifican como seres de agua, y su existencia gira en torno a ella.

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Con una larga pértiga de madera, Rita Suaña empuja su barca por el canal que la adentra en el lago Titicaca.

Al intensificarse la sequía en los dos últimos años, toda la economía local se ha visto afectada. La pesca, la agricultura y la ganadería se resienten en la región del lago Titicaca.

En el lado peruano, más de 100 plataformas de totora se elevan sobre el agua hacia el noreste. Son las viviendas y lugares de trabajo de unos 2 mil uros.

Para llegar a Chulluni, donde muchos uros tienen casas en tierra firme, deben caminar al menos un kilómetro y medio, llevando consigo sus artesanías y pescado para vender o cambiar por alimentos, combustible y otras mercancías. Hace un año hacían el trayecto por el lago Titicaca en sus barcas, pero ahora la ruta está seca. Sin lluvia, el agua se evaporó y la tierra se agrietó, dejando varadas varias embarcaciones.

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Embarcaciones varadas en el lago Titicaca tras la grave evaporación.

Nicasio Calsin, pescador y guía turístico de 50 años, vive en la isla de Amantaní, en la parte más profunda del lago Titicaca. Su barca solía estar en el agua en el puerto de Chulluni, pero el retroceso del lago la ha dejado rodeada de tierra. El barco tiene peor aspecto, reseco por el sol. Calsin intenta repararlo.

“Crecí en el lago. Siempre fue cristalino, pero ha ido bajando con el tiempo. Este año está demasiado. Debe ser por la contaminación de este país y de otros. Si el lago no vuelve, aquí no habrá nada: ni trabajo, ni agricultura”, afirma. “Es muy triste porque parece que todo se va a secar”.

Las posibilidades de que la situación mejore son remotas, según Sixto Flores, director en Puno del Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología de Perú, a orillas del Titicaca. “El lago sigue en progresivo declive, y nadie puede detenerlo”, afirma.

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Una mujer camina con su hijo por el puerto de Chulluni, rodeada de lechos de totora secos. Hace un año, hacían este viaje en botes.

El lago Titicaca suele estar a 3 mil 812 metros sobre el nivel del mar, sin embargo, debido a las graves condiciones de sequía, su altitud había descendido a 3 mil 808 metros el 10 de noviembre.

Según Juan Ramos, presidente de la asociación de transporte turístico del Titicaca, el lago perdió 4 cm entre el 31 de octubre y el 10 de noviembre, con una evaporación diaria de unos 357 mil litros de agua, sobre una superficie de unos 8 mil 300 km2.

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El nivel del agua en el muelle principal de Puno ha descendido 60 cm.

El descenso constante del nivel del agua hace que, en algunas partes del lago, las embarcaciones toquen el fondo, lo que obliga a los operadores a utilizar largas varas de madera que se clavan en el lecho arenoso para empujarlas.

A los pescadores del lago les preocupa que la sequía y la contaminación hayan provocado un descenso de las poblaciones de peces. “Estoy preocupada porque ahora el lago está seco y no puedo ir a pescar ni hacer nada”, dice Rosa Soeña.

El lago de agua dulce más grande de Sudamérica está rodeado de totora (Schoenoplectus californicus), una planta acuática esencial para el desarrollo socioeconómico de los uros. Debido a dos años consecutivos de sequía, está retrocediendo.

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Los pescadores afirman que la contaminación, sumada a la sequía, ha provocado una disminución de las poblaciones de peces en el lago Titicaca.

“Actualmente, el 80% de las 16 mil hectáreas de totora de la reserva forestal del Titicaca peruano están secas, e incluso la fauna ha tenido que desplazarse a otras zonas”, explica Víctor Apaza, responsable de la reserva. “Suele haber una profundidad máxima de cinco metros donde crece la totora, y las zonas blancas indican la ausencia de agua y de totora”.

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La totora de los alrededores del lago está seca debido a la extrema sequía.

La sequía también afecta a las viviendas de la región, ya que las casas están construidas sobre bloques de totora. Cada 15 días, o al menos una vez al mes, la totora se moja y se descompone. Como consecuencia, la gente tiene que sustituirla por una capa fresca de la planta. Jaime Quispe, un pescador de 38 años, dice que, debido a la sequía, tiene que navegar hasta tres horas para conseguir las plantas más grandes, de más de cuatro metros, necesarias para mantener las casas.

“La totora que hay cerca solo sirve para cocinar, no para comer ni para las casas. Ahora, para conseguir las cañas verdes, tengo que ir hasta la península. Salimos a las tres de la mañana y volvemos a la una de la tarde. Es mucho tiempo para que el barco esté expuesto al viento”, dice.

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La totora es una planta acuática utilizada por los indígenas del lago Titicaca.

Además de los uros, también se ven afectadas las poblaciones aymara y quechua, que crían ganado como vacas, ovejas y cerdos que solían pastar en la totora y beber agua del lago. La sequía ha obligado a los agricultores y ganaderos a cavar pozos profundos para abastecer de agua a sus animales y cultivos. Sin embargo, dicen que es insuficiente y que sus animales beben con frecuencia aguas residuales.

La siembra de los alimentos básicos locales, quinua y papa, también se ha visto afectada, ya que algunos agricultores han decidido esperar al comienzo de la temporada de lluvias fuertes, temiendo perder sus cosechas por la sequía.

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Los uros utilizan la totora para construir casas y embarcaciones turísticas.

Sin embargo, no todo el lago Titicaca está seco y los turistas siguen llegando al muelle principal de Puno. Están ansiosos por ver el paisaje natural que aún ofrece el lago, a pesar de que a los pilotos de las embarcaciones locales les resulta cada vez más difícil llevarlos.

“El nivel del agua del lago Titicaca ha bajado bastante, y ya no hay sitio para las lanchas porque las hélices chocan contra el suelo y se rompen”, dice Ramos. “El agua ha bajado unos 60 metros en este puerto, y los barcos encallan. Nadie puede moverlos. Habrá que desmontarlos y usarlos como leña”.

Los operadores de barcos piden la construcción de un dique flotante, alegando que el lago desciende al menos 3 mm cada día.

Flores dice que el monitoreo del nivel del agua del lago Titicaca muestra que desde 2013, la temporada de lluvias se ha acortado. El periodo 2022-2023 fue la temporada de sequía más crítica, con precipitaciones cercanas a la mitad de la media debido a El Niño. Este fenómeno esporádico influye significativamente en las temperaturas de un planeta que ya se está calentando.

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El bajo nivel del agua obliga a los barqueros a utilizar palos de madera para empujar sus embarcaciones.

“La cantidad de precipitaciones en la temporada 2022-2023 fue bastante baja, lo que hizo que el descenso fuera más dramático. Desde abril de 2022 hasta diciembre, bajó 99 cm en la estación seca debido a la evaporación causada por la radiación solar durante el día; la disminución del año pasado fue una de las más altas”, dice.

Las autoridades de Bolivia también han expresado su preocupación por el descenso de los niveles de agua en el lago Titicaca. Se suponía que la temporada de lluvias había empezado en octubre, y se registraron algunas lloviznas a principios de noviembre, pero Flores dice que el pronóstico indica que las precipitaciones serán insuficientes hasta enero. “Y por lo tanto”, dice, “el nivel del lago seguirá bajando hasta diciembre”.

Traducción: Ligia M. Oliver

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