¿Faltar a una fiesta de Navidad? Tal vez al anfitrión no le importe, según un estudio
Los resultados sugieren que la preocupación por rechazar invitaciones se debe a que la gente piensa que el anfitrión se centrará más en el rechazo que en los motivos. Foto: Lander Loeckx/Alamy

Si prefieres pasar la noche en pijama que ir a la fiesta de Navidad de la oficina, puedes respirar aliviado: investigadores afirman que los anfitriones tienden a ser más comprensivos con los rechazos de lo previsto.

Investigadores de Estados Unidos han descubierto que, aunque a la gente le suele preocupar que rechazar una invitación moleste al anfitrión y lo lleve a recibir menos invitaciones en el futuro, sus temores tienden a ser exagerados con respecto a una fiesta de Navidad.

“Aunque pueda parecer que lo único que tendrá en cuenta el anfitrión es el hecho de que has rechazado su invitación a la fiesta de Navidad, es probable que tenga en cuenta muchas más cosas, por lo que las repercusiones negativas son menos graves de lo que crees”, escriben los autores.

El estudio, publicado en la revista Journal of Personality and Social Psychology, incluyó cinco experimentos con más de 2 mil participantes.

En el primer experimento, 382 participantes se dividieron en dos grupos. A un grupo se le pidió que leyera una invitación de un hipotético amigo a una exposición en un museo local ese fin de semana, y que imaginara que declinaba la invitación explicando que sólo quería quedarse en casa y relajarse. A algunos participantes se les dijo que eran la única persona invitada, mientras que a otros se les dijo que había varias invitaciones.

A continuación, se pidió a los invitados que valoraran en una escala la gravedad de las posibles consecuencias, incluido el grado de enfado del anfitrión, si pensaba que no le importaba y hasta qué punto creían que el rechazo provocaría menos invitaciones en el futuro.

Al otro grupo se le pidió que fingiera ser el anfitrión y que valorara cómo se sentiría ante un rechazo.

Los resultados revelaron que, independientemente del número de personas invitadas, los que rechazaban la invitación tendían a calificar los resultados como más negativos que los anfitriones, tanto en términos de cómo se sentiría el anfitrión hasta de si el rechazo fuera la causa de tener menos invitaciones, o a que el anfitrión rechazara invitaciones suyas.

Según Julian Givi, autor principal del estudio de la Universidad de Virginia Occidental, “en todos nuestros experimentos comprobamos sistemáticamente que los invitados sobrestiman las implicaciones negativas que surgen a los ojos de los anfitriones tras el rechazo de una invitación”.

De hecho, el equipo descubrió que los resultados se mantenían incluso cuando el anfitrión y el invitado mantenían una relación en la vida real.

Sin embargo, otro experimento reveló que la preocupación de los participantes al rechazar una invitación disminuía cuando su propia invitación era rechazada por otra persona.

En otras situaciones, el equipo evaluó cómo los participantes que actuaban como terceros observadores esperaban que se tomara un rechazo, y exploró hasta qué punto un anfitrión se centraría, o se esperaría que se centrara, en el rechazo frente a las explicaciones de los invitados.

Los resultados sugieren que la preocupación por rechazar invitaciones no se debe a un sentimiento exagerado de autoimportancia o a pensamientos sobre futuras invitaciones, sino a que la gente piensa que el anfitrión se centrará más en el rechazo que en los motivos del rechazo en sí.

El equipo afirma que los resultados tienen implicaciones en el mundo real.

“Nuestros estudios sugieren que las consecuencias negativas de rechazar invitaciones no son tan graves como creen los invitados”, escribe el equipo, “y que probablemente podrían rechazar más invitaciones de las que rechazan actualmente”.

Traducción: Ligia M. Oliver

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