Semana en el Mediterráneo en un buque de rescate: dispuesto a arriesgar todo o morir
La primera de las tres misiones de rescate que Emergency llevó a cabo durante una semana de navegación por el Mediterráneo. Foto: Stefanie Glinski/The Guardian.org

Miles de personas mueren cada año intentando cruzar la ruta migratoria más peligrosa del mundo hacia Europa: el Mediterráneo. Aún así, muchas personas rescatadas de las olas afirman que volverían a hacerlo; lograrlo o morir.

Tras horas de búsqueda en las grises aguas del Mediterráneo, apareció un pequeño punto en el horizonte: una embarcación de madera en pésimas condiciones para navegar que había abandonado la costa libia el día anterior. A pesar del riesgo de morir, había intentado llegar a Europa, pero no lo consiguió. La mayoría de los 21 adultos y niños a bordo habían dejado atrás guerra y tortura, y dijeron que preferían morir en esta travesía antes de regresar.

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Algunas de las 21 personas rescatadas de una embarcación procedente de Libia. Foto: Stefanie Glinski/The Guardian.org

Todos ellos fueron sacados sanos y salvos a bordo del barco de búsqueda y rescate Life Support. Su tripulación, de la ONG italiana Emergency, había sido alertada por Alarm Phone, una organización que gestiona una línea directa para personas en apuros en el mar.

“Los traficantes se llevaron todo nuestro dinero. Nos dejaron morir”. Maher Ali, 14 años

“Los llamamos cuando el agua entró en nuestro barco. Estábamos aterrorizados”, dice Hanan Muhanned, mujer libia de 33 años que acuna a su hija Qala, de tres años, que grita. “Subir al barco e intentar llegar a Europa seguía siendo mejor que las milicias, mejor que el conflicto en Libia”, añade.

Muhanned había pagado a un traficante unos 3 mil dólares (51 mil 360 pesos) para que la llevara a ella, a su marido y a sus tres hijos a Europa por el Mediterráneo. Qala, que nació con una enfermedad no diagnosticada que le impidió caminar o hablar, era su principal preocupación. “Queremos el mejor futuro y la mejor atención médica para nuestra hija”, afirma Muhanned.

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Mohammed, de 39 años, con su esposa Hanan, de 33, y sus hijos Leith, de 11, Ghaith, de 8, y Qala, de 3. Foto: Stefanie Glinski/The Guardian.org

El Mediterráneo sigue siendo la ruta migratoria más peligrosa del mundo. A pesar de ello, el número de personas que optan por cruzarlo vuelve a aumentar, pese al riesgo de morir.

El año pasado, más de 270 mil inmigrantes llegaron a Europa, la mayoría por el Mediterráneo y unos pocos por tierra. En 2023, al menos 3 mil 760 personas murieron o siguen desaparecidas.

Emanuele Nannini, jefe de misión de Life Support, afirma: “La mayoría de las personas que rescatamos huyen de horrores brutales. Muchas han sido internadas en centros de detención o han sufrido torturas, abusos sexuales y trabajos forzados. Muchos han intentado cruzar el Mediterráneo varias veces, pero han sido devueltos”. Durante la visita de una semana de The Guardian, Emergency rescató a 69 personas de tres embarcaciones distintas, todas ellas innavegables.

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La tripulación de Emergency se acerca a una embarcación que hizo una llamada de auxilio. Foto: Stefanie Glinski/The Guardian.org

Maher Ali, de 14 años, iba en la segunda embarcación. La primera vez que intentó pagar a un traficante para que lo llevara a Europa lo metieron en un coche y le dijeron que lo llevarían a una playa. En lugar de eso, lo llevaron a lo más profundo del desierto. “El viaje duró horas”, cuenta. “Iba con otros hombres y nos dejaron en medio de la nada. Los traficantes se llevaron todo nuestro dinero. Nos dejaron morir”.

Ali creció en Raqqa (Siria), pero la guerra empujó a su familia a trasladarse al Líbano. “Viviendo en Beirut, me enfrenté a una discriminación de por vida y al final le pregunté a mi padre si podía irme”, cuenta.

Tras ser abandonado en el desierto, Ali pasó 15 días caminando de vuelta a la costa libia. Agotado y sediento, llegó a la casa de otro traficante, donde compartió habitación con 50 hombres sirios, antes de tomar finalmente un barco en una playa desierta cerca de la ciudad portuaria de Zuwara. Había gastado 6 mil 500 dólares en su viaje (111 mil 210 pesos).

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Maher Ali, de 14 años, que viaja solo. Foto: Stefanie Glinski/The Guardian.org

Sentado en la cubierta del Life Support, Ali mira fijamente a lo lejos, donde ya se divisa la costa italiana. Ha pasado 37 angustiosas horas en una pequeña embarcación de madera, navegando por las impredecibles aguas del Mediterráneo, hasta que por fin lo han subido a bordo de este barco más seguro. En el barco de rescate se ha hecho amigo de los otros 11 chicos de su edad, todos ellos no acompañados, así como de varios niños más pequeños que viajan con sus padres pero con igual riesgo de morir. Juegan juntos a las cartas, escuchan música y se van pasando un cigarro barato para pasar el rato.

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En el puente del Life Support, el personal de Emergencias busca embarcaciones, a menudo con el apoyo de avionetas de otras ONG que ayudan a localizar personas en el agua. Foto: Stefanie Glinski/The Guardian.org

Evitando el ruido, Abdul Gader, de 27 años, se sienta tranquilamente en un rincón del Life Support. Huyó de la guerra de Sudán en Darfur y ya ha intentado cruzar el Mediterráneo cuatro veces, pero en todas ellas los guardacostas libios hicieron retroceder su embarcación. Bajo su camisa, Gader esconde cicatrices de tortura.

“Intenté encontrar trabajo en Libia para pagar el viaje a Europa, pero a menudo no me pagaban. La gente me llamaba esclavo; me ridiculizaban y me obligaban a trabajar gratis. Cuando pedía dinero, me enviaban a la cárcel”, cuenta Gader en voz baja. “Me torturaron y me electrocutaron. A otros los mataron a golpes”.

Gader consiguió encontrar a un traficante que organizó su último intento de llegar a Europa. Estuvo encerrado en un contenedor durante varios días, comiendo pan duro y bebiendo agua sucia. “Pagué 5 mil dinares libios (17 mil 400 pesos), todo el dinero que había ahorrado”, cuenta Gader. “No hubo un momento en que no tuviera miedo mientras estuve en Libia. Estaba dispuesto a arriesgarlo todo o morir”.

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Abdul Gader, 27 años, de Sudán. Foto: Stefanie Glinski/The Guardian.org

Este año, sólo en enero, más de 9 mil personas han llegado a la Unión Europea por el mar Mediterráneo, según la ONU. Se calcula que 41 han muerto o desaparecido en el intento.

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Un barco vacío a la deriva en el Mediterráneo. Foto: Stefanie Glinski/The Guardian.org

“El Mediterráneo es un cementerio”, dice Domenico Pugliese, capitán del Life Support. Este italiano de 52 años trabajó anteriormente en buques petroleros comerciales; esta es su primera incursión en labores de rescate. “Me ha cambiado la vida, la perspectiva”, dice, y añade que por primera vez se siente orgulloso de su trabajo.

“Siempre supe que la gente abandonaba sus hogares huyendo de la guerra, violencia y hambre, pero ahora los veo de verdad. Veo el sufrimiento y las medidas extremas que toma la gente para cruzar el mar Mediterráneo a pesar de que pueden morir. Estoy aquí para ayudar a salvar vidas y traerlas a Europa; para traerlas a casa”.

.Traducción: Ligia M. Oliver

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