La selva amazónica podría alcanzar punto de inflexión en 2050, advierten científicos
La selva amazónica tiene un efecto refrigerante que ayuda a estabilizar el clima. Foto: João Laet/The Guardian

Según un estudio, hasta la mitad de la selva amazónica podría llegar a un punto de inflexión en 2050 como consecuencia del estrés hídrico, el desmonte de tierras y las alteraciones climáticas.

El documento, el más completo hasta la fecha en su análisis de los efectos combinados de la actividad humana local y la crisis climática mundial, advierte de que la selva ya ha rebasado un límite seguro e insta a tomar medidas correctoras para restaurar las zonas degradadas y mejorar la resistencia del ecosistema.

Bernardo Flores, de la Universidad Federal de Santa Catarina (Brasil) y autor principal del estudio, se mostró sorprendido por los resultados, que preveían un posible paso del lento al rápido declive del bosque antes de lo esperado.

El bosque ya se estaba debilitando y homogeneizando. “Para 2050, se acelerará rápidamente. Tenemos que reaccionar ya. Una vez que pasemos el punto de inflexión, perderemos el control de cómo se comportará el sistema”.

Esto exige una acción internacional, porque ni siquiera un freno local a la deforestación evitaría el colapso sin una reducción global de las emisiones de CO2 que están alterando el clima.

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Durante 65 millones de años, los bosques amazónicos han resistido la variabilidad climática, pero ahora la región está expuesta a un estrés sin precedentes provocado por la sequía, el calor, los incendios y el desmonte, que están penetrando incluso en las profundas zonas centrales del bioma. Esto está alterando el funcionamiento del bosque, que en muchas zonas está produciendo menos lluvia que antes, y convirtiendo un depósito de carbono en un emisor de carbono.

Durante las dos últimas décadas se ha hablado de un punto de inflexión en la Amazonia, y los modelos anteriores sugerían que podría producirse cuando se talara entre el 20% y el 25% de la selva. El nuevo estudio, publicado en Nature el miércoles, fue más allá en su complejidad, analizando pruebas de cinco factores de estrés hídrico e identificando umbrales críticos que, si se cruzan, podrían desencadenar el colapso forestal local, regional o incluso en todo el bioma.

Se calcula que, para 2050, entre el 10% y el 47% de los bosques amazónicos estarán expuestos a perturbaciones agravadas que podrían desencadenar transiciones inesperadas en todo el ecosistema y tener un efecto en cadena adverso para el cambio climático regional.

Para evitarlo, el estudio concluyó que se necesitaría un límite seguro, que incluyera una zona de amortiguamiento, para mantener la deforestación en un 10% de la región amazónica y el calentamiento global dentro de 1.5°C por encima de los niveles preindustriales.

Pero el rebasamiento ya se ha producido. Según el estudio, ya se ha talado el 15% de la Amazonia y otro 17% se ha degradado por la actividad humana, como la tala, los incendios y la extracción bajo cubierta vegetal. Otro 38% de la Amazonia puede estar debilitado como consecuencia de las prolongadas sequías de la última década.

Utilizando datos recientes recogidos sobre el terreno, indicadores indirectos de tendencias antiguas y modelos informáticos que incorporan las tendencias climáticas regionales y mundiales, el estudio trazó tres trayectorias plausibles de los ecosistemas: una sabana de arena blanca, un follaje abierto degradado y un bosque degradado, todo lo cual traería consigo más incendios y sequías.

Las temperaturas de la estación seca ya son 2ºC más altas que hace 40 años en el centro y el sur del Amazonas. Para 2050, los modelos prevén entre 10 y 30 días secos más que ahora, y un aumento de las temperaturas máximas anuales de entre 2 y 4 grados centígrados. Según el documento, esto expondría “al bosque y a la población local a un calor potencialmente insoportable” y podría reducir la productividad forestal y la capacidad de almacenamiento de carbono.

El régimen de lluvias está cambiando. Desde principios de la década de 1980, algunas zonas de la selva amazónica central y periférica se han vuelto más secas. Las precipitaciones anuales en el sur de la Amazonia boliviana han disminuido hasta 20 mm. En cambio, las regiones occidentales y orientales de la Amazonia son cada vez más húmedas. De mantenerse estas tendencias, la capacidad de recuperación de los ecosistemas se vería alterada. Algunas regiones se convertirían en sabanas, mientras que la mayor parte del resto de la Amazonia probablemente persistiría en un estado degradado.

Esto tendrá un profundo impacto en las poblaciones locales y regionales. La Amazonia alberga más del 10% de la biodiversidad terrestre del planeta, almacena entre 15 y 20 años de emisiones mundiales de CO2, aporta hasta el 50% de las precipitaciones de la región y es crucial para el suministro de humedad en toda Sudamérica. Su evapotranspiración contribuye a enfriar y estabilizar el clima mundial. Pero su importancia y complejidad no se comprenden del todo.

El documento señala que los modelos climáticos informáticos existentes no reflejan adecuadamente cómo los distintos tipos de perturbaciones, como el fuego, la sequía y el desmonte, se agravan unos a otros, ni tienen en cuenta los diferentes efectos experimentados por los distintos tipos de bosque; ni los planes de nuevas carreteras, como la propuesta BR319, que abriría una enorme zona a la minería ilegal y al acaparamiento de tierras; ni cómo la degradación forestal contribuye al reciclaje de la lluvia; ni si el CO2 extra en la atmósfera refuerza o debilita la resistencia de los bosques.

La falta de complejidad de los modelos existentes puede dar lugar a sorpresas desagradables, como la devastadora sequía del año pasado. “El reciente fenómeno de El Niño muestra cómo todo está sucediendo ahora más rápido de lo que pensamos”, dijo Flores. “Tenemos que esperar que las cosas ocurran antes de lo que pensábamos. Tenemos que abordar esto con un enfoque muy preventivo. Debemos alcanzar las emisiones netas cero y la deforestación neta cero lo antes posible. Hay que hacerlo ahora. Si perdemos el Amazonas, sería problemático para la humanidad”.

Traducción: Ligia M. Oliver

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