Consternación al fracasar el intento de disipar rumores sobre la princesa de Gales
La imagen de la princesa de Gales y sus hijos en las portadas de los periódicos británicos. Foto: David Cliff/EPA

Los príncipes de Gales llevan mucho tiempo evitando los servicios de fotógrafos profesionales cuando se trata de los retratos familiares de carácter íntimo e informal que les gusta difundir a través de las redes sociales y los principales medios de comunicación.

Dado que Kate es una gran aficionada a la fotografía, las tarjetas de Navidad de la pareja y los cumpleaños de sus tres hijos suelen estar marcados por fotografías tomadas por ella. Se trata de la interrupción de la tradición que empezó cuando el padre de la princesa, Mike Middleton, tomó la primera fotografía oficial del recién nacido príncipe Jorge.

Los cómplices argumentarían que estas encantadoras instantáneas familiares ofrecen una informalidad que a un profesional le resultaría difícil reproducir.

Otra ventaja indudable de hacerlo en casa es que la pareja obtiene un control total sobre las imágenes y los derechos de autor, obviando a los medios de comunicación convencionales para estos momentos personales.

Es evidente, sin embargo, que por mucho talento que tenga un aficionado, existe el riesgo de no alcanzar los más altos estándares profesionales, especialmente los exigidos por los medios de comunicación.

Que esto haya ocurrido cuando la fotografía en cuestión debía transmitir un mensaje tan importante es una enorme vergüenza para el palacio de Kensington.

También habrá causado no poca consternación en el Palacio de Buckingham, ya que la debacle de la “manipulación” ensombreció el servicio del Día de la Mancomunidad, uno de los acontecimientos más importantes de la agenda real, y amenazó con ensombrecer el mensaje del rey para el Día de la Mancomunidad.

La fotografía, en esta ocasión tomada por el príncipe Guillermo, muestra a su esposa sonriente y rodeada de sus tres hijos, y fue la primera imagen oficial de Kate desde que ingresó en el hospital para someterse a una operación abdominal programada hace casi dos meses.

Como tal, pretendía ofrecer tranquilidad y disipar las descabelladas especulaciones en Internet sobre su salud y la afección que hizo necesaria la operación.

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Los teóricos de la conspiración suelen necesitar muy poco para alimentar su frenesí. La torpe manipulación de pixeles fue el maná.

Las redes sociales se inundaron inmediatamente de comentarios sobre la forma poco natural de la manga del cárdigan de la princesa Carlota. Otros señalaron los dedos del príncipe Luis, que parecían colocados torpemente. Algunos señalaron que las hojas de los árboles del fondo parecían demasiado verdes para una fotografía que se dice que fue tomada en Windsor la semana pasada. Se especuló sobre por qué Kate no llevaba sus alianzas de boda. En total, la fotografía suscitó más preguntas que respuestas.

Los experimentados editores de imágenes de las agencias internacionales Getty, Reuters, Associated Press, EPA y AFP, a las que se dio a conocer la fotografía a través de los equipos de comunicación del palacio de Kensington, tomaron la rara medida, si no sin precedentes, de emitir “notificaciones de eliminación” y retirar la fotografía de sus servicios de noticias.

Aunque creían que la foto era auténtica, citaron una posible manipulación digital de la imagen alrededor de la manga de Carlota. Al no recibir ningún comentario o aclaración inmediata del palacio de Kensington, retiraron la imagen. Más tarde, la agencia británica PA hizo lo mismo tras buscar y no conseguir una “aclaración urgente” del palacio.

En una época en la que casi todos los teléfonos inteligentes disponen de sofisticadas funciones de edición de imágenes, mediante las cuales se pueden borrar, insertar y desplazar objetos, las organizaciones de medios de comunicación cuentan con protocolos excepcionalmente estrictos para protegerse de la manipulación. Dichos protocolos son vitales para mantener la confianza.

Y la confianza es lo que estaba en juego aquí para la pareja real. La difunta reina Isabel II solía decir que había que “verla para creerla”. Ahora el público, y los medios de comunicación, se preguntaban si podían creer lo que estaban viendo.

La princesa levantó las manos mientras el clamor se negaba a calmarse, ya que la historia había sido noticia tanto en los medios internacionales como en el Reino Unido.

En un post en X, escribió: “Como muchos fotógrafos aficionados, de vez en cuando experimento con la edición. Quería expresar mis disculpas por cualquier confusión que haya causado la fotografía familiar que compartimos ayer. Espero que todos los que lo celebren hayan tenido un muy feliz Día de las Madres. C”.

Una fuente del palacio de Kensington trató de amortiguar la polémica subrayando que la princesa sólo había hecho “pequeños ajustes”.

Mark Borkowski, consultor de relaciones públicas y crisis, lo describió como un “enorme autogol”. Sobre la declaración de Kate, dijo: “Es muy probable que esté en casa jugando con su computadora y utilizando una herramienta de inteligencia artificial, pero si realmente quieren recuperar algún tipo de confianza deberían publicar la foto sin editar. No debería ser tan mala si sólo hubiera hecho algunos retoques”.

“Me parece que han estado a la altura del desafío, han proporcionado una declaración como explicación, la cuestión es, con todas las teorías de conspiración que corren por ahí, si la gente se lo cree, y no estoy seguro de que lo hagan”.

El Palacio de Kensington dijo que no publicaría la fotografía sin editar. La pareja esperará que la declaración de Kate sea suficiente y querrá pasar página rápidamente.

Pero habrá consternación, y gran frustración, por el hecho de que lo que pretendía ser un mensaje para sentirse bien tras los días más oscuros de su mala salud haya fracasado de forma tan espectacular.

Traducción: Ligia M. Oliver

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