Un momento que me cambió: descubrí que mi madre era una trabajadora sexual
Katy Massey y su madre en Leeds, hacia 1978. Foto: Cortesía de Katy Massey

Cuando era una prejuiciosa niña de 10 años me quedé estupefacta y avergonzada al descubrir que mi madre era una una trabajadora sexual al ver a mamá con un cliente. Décadas después, me di cuenta de lo extraordinaria que era.

Creo que tenía unos 10 años cuando descubrí que mi madre era una trabajadora sexual. Llegué a casa una tarde del colegio y la descubrí trabajando. Al oír sonidos que asocié vagamente con el sexo, entré y volví a salir en silencio. En realidad, no estuve segura de lo que sabía durante bastante tiempo. Finalmente, até cabos: un nivel inusualmente alto de llamadas telefónicas, conversaciones susurradas en el pasillo y un visionado a muy corta edad de la película Niña bonita (Pretty Baby) hicieron que acabara por darme cuenta de cuál era su nuevo negocio. Desde luego, ya no era una secretaria, como yo siempre había creído. Tenía unos 40 años y quizá hacía tiempo que había encontrado otras formas de mantenernos. No estoy segura de gran parte de mi historia personal: dónde acaba una mentira y empieza otra.

Después, no estaba segura de que ella supiera que yo sabía. Había abierto la puerta principal, había oído todo lo que necesitaba oír y la había vuelto a cerrar. ¿Sabía ella que la había oído con ese hombre? ¿Se daba cuenta de que todo entre nosotros había cambiado? En ese momento, me vi empujada a un mundo de secretismo y vergüenza. No hacía falta que me dijeran que no dijera nada. Sabía que no debía contarle a nadie lo que mi madre hacía ahora.

Era una niña criticona y mojigata, estaba en una escuela católica y esto se fomentaba. Tendía a fijarme demasiado en lo malo, en lugar de apreciar la comida en la mesa, la ropa que llevaba puesta. La menor de tres hermanos y también estaba un poco mimada. Desde luego, no me privé de nada.

Un momento que me cambió: descubrí que mi madre era una trabajadora sexual - Un-momento-que-me-cambio-1
La madre de Massey hacia 2007.

Pero la honestidad radical sobre las características y elecciones personales no era “cosa de nada” en Leeds en los años setenta. Mantener la boca perfectamente bien cerrada mientras intentaba contraer mi morena y gorda yo (mezcla de jamaicana y francocanadiense) en una versión pasable de “colegiala de Yorkshire” sí lo era.

No te pierdas: El cohete de Space One explota poco después de su lanzamiento en Japón

Pero ¿qué hacer con mamá? ¿Qué se supone que debe hacer un niño de 10 años con un padre impredecible? ¿Su único progenitor? (Mi padre era distante y nunca vivió con nosotros.) ¿Cómo aprendería a aceptarla?

Como lectora precoz y entusiasta, estaba acostumbrada a la idea de niños rechazados que encuentran una familia en otra parte. Desde El club de los siete secretos (The Secret Seven) de Enid Blyton, hasta la mimada huérfana de El jardín secreto (The Secret Garden) de Frances Hodgson Burnett, mi infancia estaba llena de libros en los que los padres habían muerto o se habían desprendido de sus hijos.

Y siempre había secretos. Sin embargo, al final los secretos siempre eran revelados, y éste nunca lo sería. Al menos no mientras tuviera aliento en el cuerpo. O eso creía.

Sobre todo, mi nuevo mundo de secretos era interno. Externamente, todo seguía con normalidad. Hasta que mi madre decidió enviarme a un internado en North Yorkshire (donde encajaba aún menos) y todo volvió a cambiar.

Resultó que su negocio iba bastante bien. Crecí un poco, así que todo se hizo algo más fácil de entender. Sobre todo, después de que mi madre dirigiera con éxito (durante un tiempo) un burdel. Un paso adelante hacia la administración. Era un establecimiento limpio y justo dirigido tanto por las mujeres que trabajaban en él como por los clientes que lo utilizaban, hasta que fue redado y clausurado por la policía.

Tardé décadas, hasta la madurez, en ver que, en todos los aspectos importantes, me había convertido en mi madre. El momento en que nuestros padres nos sorprenden mirándonos desde el espejo del baño nos llega a todos, y yo ya sonaba como ella. Puedo oírla diciéndome, como yo le digo a mi hija: “Puedes hacer lo que quieras, lo que sea. A cualquiera que te diga que no puedes, ignóralo”. Somos un coro de mujeres disruptivas y que hablan fuerte.

Un momento que me cambió: descubrí que mi madre era una trabajadora sexual - Un-momento-que-me-cambio-2
Massey y su madre en Nueva York, diciembre de 2000. Foto: Cortesía de Katy Massey

Con el tiempo empecé a escribir sobre mamá. Por fin la veía no sólo como mi madre y no sólo como una trabajadora sexual (para mi vergüenza, una variante del complejo Madonna/prostituta), sino como un ser humano redondo y vital. Una con un fantástico sentido del humor y un amor áspero por mí que había soportado mi esnobismo con razonable gracia.

Mi novela de debut, All Us Sinners, presenta a una madame de burdel llamada Maureen, que ayuda a la policía a resolver crímenes en su rincón semimoderno de Leeds. Mientras Peter Sutcliffe ataca mujeres en las puertas, ella dirige un local seguro y disciplinado para las chicas que trabajan allí. Maureen es, por supuesto, mi madre. Ella es también yo. Ella es todas las mujeres que trabajan duro para sobrevivir en un mundo en el que no estamos seguras, no somos iguales y no se confía en nosotras.

Tengo suerte de haber podido acercarme a mi madre en la edad adulta. Murió el primer día del confinamiento, el 23 de marzo de 2020, a los 88 años, sabiendo que le estaba agradecida por todo lo que me había dado. Era inteligente, libre de vergüenza, y me enseñó que éstas son cualidades que hay que presumir, no ocultar. Estaba orgullosa de que su historia se contara en mis memorias Are We Home Yet? publicadas unos meses después de su muerte. Hoy, estoy más orgullosa de ella de lo que puedo expresar.

  • All Us Sinners de Katy Massey es publicado por Sphere books.
  • ¿Tienes alguna opinión sobre las cuestiones planteadas en este artículo? Si deseas enviar una respuesta de hasta 300 palabras por correo electrónico para que la consideremos para su publicación en nuestra sección de cartas, haz clic aquí.

Traducción: Ligia M. Oliver

No te pierdas: Retiran en Canadá monumento a soldados ucranianos de la unidad nazi

Síguenos en

Google News
Flipboard