La limpieza para los Juegos Olímpicos, valuada en más de 25 mil 300 millones de pesos, pretende que los parisinos naden en el Sena
Nadadores zambulléndose en el Sena el pasado agosto durante una prueba para familiarizarse con el río. Foto: Bertrand Guay/AFP/Getty Images

Para los Juegos Olímpicos, sus organizadores esperan que el 75% de la contaminación bacteriana detectada en el río Sena haya desaparecido cuando se dé el disparo de salida de las pruebas en aguas abiertas.

Al lado de un cartel que decía “Prohibido nadar”, Pierre Fuzeau desafiantemente se puso su gorra de natación, caminó hacia las aguas verdes del canal de Ourcq del Sena, en la orilla norte de París, y se lanzó con fuerza al agua.

Este director de empresa de 66 años se une regularmente a su grupo de natación en aguas abiertas para darse ilegales, pero bien organizados chapuzones, incluso en el río Sena, donde la natación está prohibida desde 1923 en gran parte debido al riesgo para la salud de las aguas sucias y las bacterias de los desechos humanos.

“Nunca me he enfermado después de nadar en el Sena”, afirma Fuzeau. “Hay una maravillosa sensación de libertad y de fortalecimiento del sistema inmunitario en el agua fría. Hay algo genial en sumergirse en la naturaleza en un entorno urbano, es raro tener tal sensación de libertad acuática en la ciudad, y la camaradería con otros nadadores es una delicia.”

La limpieza del turbio río Sena para hacerlo apto para el nado de los atletas en los Juegos Olímpicos de París de este verano ha sido uno de los esfuerzos más largos, caros y arriesgados de los Juegos.

El plan del Sena, financiado por el estado con mil 400 millones de euros (25 mil 363 millones 870 mil pesos), ha supuesto varios años de obras de gestión de aguas residuales, plantas de tratamiento, estaciones de filtrado y tanques de lluvias para reducir la contaminación bacteriana del río por residuos fecales.

Se trata de una empresa de gran alcance político que va mucho más allá de los Juegos Olímpicos. Las temperaturas veraniegas de París se disparan en plena crisis climática. Después de los Juegos, las autoridades tienen previsto crear playas locales y zonas de natación en los ríos Sena y Marne que estarán abiertas a partir de 2025. Al igual que Copenhague, Múnich o Zúrich, París y sus alrededores quieren que los residentes puedan utilizar las aguas abiertas urbanas para refrescarse, algo que era práctica habitual en el siglo XVII, cuando bañarse desnudo en la ciudad era la norma.

“Cuando pasas por un río, lo único que quieres es meterte y nadar”, dijo la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, quien, al igual que Emmanuel Macron, planea nadar en el Sena el próximo mes.

En los Juegos Olímpicos, las pruebas de natación en aguas abiertas y el triatlón comenzarán en el Puente Alejandro III, una maravilla de la ingeniería del siglo XIX situada al pie de los Campos Elíseos, con la Torre Eiffel al fondo. El agua del río se analizará periódicamente antes de cada prueba y las autoridades están seguras de que estará limpia. Para cuando se celebren los Juegos, se habrá eliminado el 75% de la contaminación bacteriana detectada, prometen, una cifra superior al objetivo fijado.

El prefecto de la región parisina, Marc Guillaume, declaró que no existe un plan B para las pruebas olímpicas, salvo retrasar la fecha unos días en caso de lluvias intensas y prolongadas que pudieran verter temporalmente aguas no tratadas al río Sena.

El Sena de París es un río relativamente pequeño y estrecho para una capital, y siempre ha estado sometido a la presión del saneamiento de las grandes comunidades que viven a lo largo de él. Cuando se construyeron apresuradamente edificios residenciales en las afueras de París durante la crisis inmobiliaria posterior a la Segunda Guerra Mundial, muchos no estaban debidamente conectados a las redes de aguas residuales. En las décadas posteriores, el problema fueron sobre todo los desechos humanos. Cuando llovía mucho en la zona de París, el agua de lluvia que entraba en el sistema de alcantarillado provocaba un desbordamiento, con lo que las aguas residuales sin tratar se vertían directamente al Sena y aumentaba la presencia de bacterias procedentes de la materia fecal. En los últimos años se ha producido una lenta mejora.

“La calidad del agua del Sena ha ido mejorando gradualmente durante décadas, pero los Juegos nos han llevado a acelerar el proceso, especialmente en los últimos tres años”, declaró el prefecto, Pierre-Antoine Molina, secretario general de política pública de la región de Île-de-France.

“La calidad del agua se ha mejorado a través de tres enfoques diferentes. En primer lugar, mejorando el rendimiento de nuestras instalaciones de aguas residuales. Después, modernizando el sistema de alcantarillado para separar las aguas pluviales de las residuales de forma más sistemática. Por último, hemos tenido que corregir las conexiones erróneas al sistema, en las que las aguas residuales se vertían en los sistemas de aguas pluviales y viceversa”. Los estudios han demostrado, según él, que miles de edificios estaban afectados, al haber sido conectados a la red equivocada.

Las autoridades han contabilizado más de 30 especies de peces en el Sena parisino, frente a las tres que había en 1970.

Entre los que se alegran de los cambios están los habitantes de las aproximadamente 250 casas flotantes de París, algunas de las cuales carecían de conexiones adecuadas a la red de agua, por lo que sus residuos iban a parar al Sena. Tras un programa de mejoras subsidiadas por el Estado, casi todas están ahora debidamente conectadas al sistema de aguas residuales de la ciudad.

“Es un progreso. Los Juegos Olímpicos han sido un gran vector para ello, han ayudado a todos los políticos a ponerse de acuerdo y a poner las finanzas sobre la mesa”, afirma Jean-Philippe, abogado de 53 años que vive en un remolcador renovado de 1900 amarrado en la orilla izquierda. Se alegra de que los peces del río estén aumentando.

La fuerte corriente del río y el intenso tráfico de barcos industriales y barcazas también habían hecho que los parisinos temieran tradicionalmente al Sena.

“En París, el Sena sigue considerándose en gran medida un río prohibido”, afirma Baptiste Saint-Laurent, director técnico del Rosa Bonheur, un bar y local de baile situado en un barco amarrado cerca del lugar donde se celebrarán las pruebas de natación olímpicas. Con hasta 2 mil clientes diarios, el Rosa Bonheur siempre había estado totalmente conectado a la red de aguas residuales mediante un sistema de bombeo.

“La limpieza preolímpica cambiará la relación de los parisinos con el agua”, afirma Saint-Laurent, antiguo miembro de la marina francesa. “No será sólo un tramo de agua que cruzar apresuradamente sobre un puente. Yo crecí a orillas del Sena en Normandía, aprendí a nadar en el Sena cuando tenía siete años. Así que, históricamente, es un momento importante porque la gente de la ciudad recuperará el río”.

Mientras tanto, embarcaciones especiales recorrerán el río para recoger basura, desde botellas de plástico hasta ramas durante los Juegos Olímpicos.

Antoine, profesor de historia de 28 años, que se zambulló en el agua del canal de Ourcq para nadar por primera vez en aguas abiertas, dijo que estaba deseando llevar su nueva afición al Sena. “El placer de nadar en aguas abiertas suele asociarse a las vacaciones. Tenerlo en la ciudad es increíble. Nadaré en el Sena sin preocuparme por mi salud”.

Traducción: Ligia M. Oliver

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